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Inaugurado el 28 de abril de 1982, el monumento a La Paz Victoriosa fue una obra impulsada por el nunca bien ponderado ni mejor recordado embajador itinerante Gustavo Gramont Berres, para rematar un proyecto inmobiliario en las laderas de tan pretendido cerro –por asunceños y lambareños– y a la vez succionar los presidenciales calcetines del general de corazón de acero de mi Paraguay.
Erigido en medio de la polémica y las críticas, se convirtió en uno de los hitos referenciales de la capital paraguaya presidiendo desde su monumentalidad el paisaje señalado por tan disputado cerro. A principios de la década antepasada, el 7 de octubre de 1991, una patota dirigida por el intendente Carlos Filizzola, hizo al monumento blanco de un execrable y primitivo acto vandálico: al frente de una horda de enardecidos ciudadanos, derribó la estatua del presidente Alfredo Stroessner, derrocado 20 meses antes, y componente del conjunto escultórico del monumento a La Paz Victoriosa.
Arrumbado en los depósitos municipales durante varios años, la estatua de Stroessner fue rescatada, cortada y hecha “añicos” por el artista Carlos Colombino, para construir un Monumento a los Desaparecidos por el régimen de dicho gobernante y emplazado en la plaza del mismo nombre, en uno de los flancos del Palacio de Gobierno.
El artista
Juan de Ávalos y García-Taborda fue uno de los más connotados escultores españoles del siglo XX. Nació en Mérida, Badajoz, España, el 21 de octubre de 1911. En su adolescencia se trasladó a Madrid, donde siguió sus estudios e ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, de la cual egresó en 1931, ganando los premios correspondientes a los cursos de Modelado, Dibujo y Grabado en Hueco.
Inmediatamente empezó su labor artística y participó de importantes muestras colectivas, obteniendo prestigiosos premios y becas. En 1933 fue nombrado por concurso profesor de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes y Oficios de Mérida y realizó su primera muestra exposición individual en Madrid.
En 1936 fue nombrado director general de Bellas Artes y subdirector de la Escuela de Artes y Oficios de Mérida. Con el inicio de la Guerra Civil, fue incorporado al Ejército y destinado a las fuerzas de choque del Ejército de Andalucía. Impedido de seguir combatiendo por heridas graves, fue destinado a trabajar en una fábrica militar cordobesa. Fue nombrado miembro de la Junta de Arte Moderno del Tesoro Artístico, pero no pudo ejercer por hallarse movilizado militarmente.
La guerra civil española sorprendió a Juan de Ávalos en el momento clave de su formación y ese ingrato episodio histórico –en el que casi murió fusilado– causó tremendo impacto en su personalidad, produciendo consecuencias decisivas e innegables.
Finalizado el conflicto, a partir de 1940 renunció a todos sus cargos oficiales para dedicarse exclusivamente a la escultura. Triunfante el Gobierno franquista, fue inhabilitado para el ejercicio de cargos directivos en instituciones culturales y de enseñanza.
Juan de Ávalos fue un hombre intensamente consustanciado con su oficio de escultor. Un oficio de técnicas complejas que exigen el constante estudio, la larga paciencia, el aprendizaje humilde.
El artista –según un biógrafo– “ha escudriñado los secretos del mármol y del bronce, de la madera y la piedra arisca de la humilde escayola y el noble alabastro, de las colosales estatuas ecuestres y de los pequeños desnudos femeninos, convirtiendo a cada obra en una transparente espiga dorada en las sabias manos del escultor, que ha sabido transmitir la belleza aprehendida por una sensibilidad equilibrada y serena”.
Ávalos y el Valle de los Caídos
A partir de 1945 el escultor empezó a exponer en el extranjero, realizando muestras en varias ciudades portuguesas. A estas, siguieron muestras en Buenos Aires y Río de Janeiro y varias obras suyas son adquiridas para ser expuestas en espacios abiertos e instituciones españolas y extranjeras.
En 1950, el Gobierno español le invitó a concursar para la ejecución de bocetos con destino a la obra monumental del Valle de los Caídos, cuya propuesta fue seleccionada posteriormente.
Al año siguiente, se le adjudicó por concurso restringido la obra escultórica que ha de decorar la monumental Cruz del Valle de los Caídos, además del grupo escultórico de “La Piedad” que corona la entrada a la cripta del mismo.
El complejo monumental del Valle de los Caídos significó para Juan de Ávalos algo parecido cuando un músico que “solamente hacía sonatas, valses y pequeñas piezas, recibe el serio encargo de una sinfonía grandiosa”. Esa obra, según sus propias palabras; aportó, “dentro de infinitas luchas, odios, zancadillas, dificultades y privaciones, la realización de mis ambiciosos sueños de niño”.
Otras obras
Además del monumento del Valle de los Caídos, Juan de Ávalos y García-Taborda, ya con innegable prestigio ganado como escultor, fue contratado para realizar importantes monumentos en varias ciudades americanas, como el “Sagrado Corazón de Jesús” de Guayaquil, Ecuador; el monumento a “García de Paredes”, de Trujillo, Venezuela; la estatua del “Adelantado Gonzalo Giménez de Quesada”, de Bogotá, Colombia, entre otras.
También realizó el monumento conmemorativo a la “Gesta del Alcázar de Toledo”, el dedicado a los “Marinos Caídos en el Mediterráneo”, de Benidorm, Alicante, España, además del monumento conmemorativo de “La Paz” de Tenerife, del “Ángel de la Paz”, en Valdepeñas, del rey “Fernando el Católico” y del altar mayor de la nueva iglesia de los Agustinos de Zaragoza, etc.
También fue de su creación la fuente monumental dedicada a “La Poesía” de Santo Domingo, República Dominicana; la estatua ecuestre del Sha de Irán, de Teherán, entre otras numerosas obras desperdigadas por ciudades españolas y de diversos países.
Además de sus trabajos escultóricos, Juan de Ávalos y García-Taborda también realizó una importante labor dentro del campo de la investigación arqueológica y la restauración para importantes museos arqueológicos.
Un proyecto nefasto y vergonzoso
En nuestro país, este destacado escultor español, por encargo del Gobierno paraguayo realizó el monumento a “La Paz Victoriosa” que corona el cerro Lambaré.
Las obras escultóricas de don Juan de Ávalos y García-Taborda, como hemos visto, se exhiben en numerosas ciudades españolas y americanas, donde son ornato público y motivos de orgullo.
En nuestro país, para el intendente de la ciudad, para sus asesores en materia histórica y para la curia arquidiocesana, por lo visto la obra de Juan de Ávalos dedicada al ecuménico motivo de La Paz Victoriosa es motivo de vergüenza, pues de manera desatinada y con criminal propósito están empeñados en un proyecto de destrucción de dicho monumento, para trocarlo por una imagen religiosa y sectaria.
Ojalá que en este día mariano de la Concepción conciban mejores ideas que beneficien a todos, como, por lo menos, la solución a los raudales que en estos días tanto daño ocasionaron.
surucua@abc.com.py