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Con tan solo 10 años ya era locutor profesional. Hacía publicidad de cine con los Biedermann. A los 11 años trabajaba en Radio Comuneros y en simultáneo animaba fiestas. Todo esto a una edad en que muchos jugaban a la pelota. Pero para Lorenzo Prieto su realidad no era menos divertida; amaba lo que hacía y le ponía empeño a todo. No había desafíos que no pudiera rebasar. Cada reto lo tomaba como una oportunidad para trascender.
Una de esas casualidades fue un viaje a Río de Janeiro (Brasil), adonde fue a animar un evento y se encontró con la competencia de permanencia en bicicleta y con el campeón mundial de aquel entonces, Silki Savagge. Admirado con la situación pidió conversar con el vencedor. El deseo le fue concedido aunque no como le hubiera gustado. “Quedé maravillado y le dije: ‘qué lindo es lo que hace, cómo me gustaría algún día ser como usted’... Me miró y me dijo: ‘Esto no es para un paraguayo alfeñique como vos’... Inmediatamente me aparté y me retiré, no sin antes decirle que este paraguayito algún día le iba a sacar el título. Me caló muy hondo esa frase, pero continué con mi vida. Regresamos a Asunción y me enteré de un certamen de resistencia nacional que se iba a realizar en el Club Guaraní. Voy y averiguo en qué consiste. Se trataba de un concurso destinado a permanencia en bicicleta... no hace falta decir qué elegí, ¿verdad?”, expresa en su casa de Mariano Roque Alonso.
El doble
Ese fue el comienzo de una larga y productiva carrera deportiva que incluiría el título mundial y que lo llevaría a recorrer el mundo y conocer a verdaderas celebridades como Terence Hill, por ejemplo, a quien no solo estrechó las manos sino también ofició de doble en su personaje “Trinity”, en el cine de los años 70. En realidad, fue doble en 23 películas, lo que habla de su multifacética personalidad. Esto sin contar que también fue campeón de boxeo en la categoría Mosca, y cantante. Con su canto y su guitarra hizo conocer nuestro folclore por el mundo. La música era otro mérito extra con el que deleitaba a su paso y gracias al cual sobrellevó momentos difíciles, –como la vez que llegó hasta Buenos Aires y pasó penurias–, pero con la ayuda de su audacia pidió cantar en restaurantes, así subsistió gracias a las propinas durante un buen tiempo.
Pero sigamos con el relato que lo ubicó en el primer concurso, cuando ni siquiera tenía una bicicleta y aun así salió airoso. “Recuerdo que fui y le conté a mi madre que me había anotado para la competencia, buscando su aprobación... no tenía una bicicleta, nunca tuve, porque vengo de una familia humilde. Pero sí tenía muchas ganas, hasta que unos días antes del certamen pasé cerca de una bicicletería ubicada en Colón y Quinta que se llamaba El Pedal y le cuento al dueño lo que quería hacer y me dice: “Ha nde piko rejupise la bicicleta ári nde mita’i”. Le contesté que sí y me dice: “Aiporukáta ndéve pero amoita pende bicicleta cuadrore la che propaganda y cerramos trato”. Con esa bicicleta gané el certamen local de 24 horas de permanencia, girando solamente el lado izquierdo, sin pisar tierra, realizando mis necesidades fisiológicas sin bajar del biciclo, aunque siempre con intervención médica”, recuerda.
Tenía solo 13 años y después vinieron otras metas, todas con el objetivo puesto en Silki Savagge. Hasta que llegó el gran día. Lo tiene fresco en su memoria. Fue en San Pablo, año 1965. “No lo podía creer, estaba incrédulo con la pérdida de su título y obviamente no me registraba, así que me acerqué y le recordé quién era la persona que le estaba sacando su título; el paraguayo alfeñique”.
Pero para llegar a esto, Lorenzo Prieto, pasó por muchas otras competencias por diversos escenarios del mundo, siempre dejando bien parado el nombre de Paraguay, su país por el que sentía sumo orgullo. En Termas-Río Hondo superó todos los cálculos previstos y cumplió en bicicleta la proeza de permanecer pedaleando 530 horas más 22 días. Actualmente, tiene en su poder un récord de 30 días y 30 noches, lo que totaliza 720 horas que logró en el Principado de Mónaco, Francia. No en vano figura en el libro de los Récord Guinness y fue el primer paraguayo en engrosar la lista de la compañía líder en materia de marcas mundiales.
Quién diría que aquel niño que vendía diarios, que era lustrabotas en la Plaza Independencia llegaría a lo más alto, se coronaría como locutor, cantante, campeón mundial de permanencia en bicicleta, sería vitoreado, se codearía con grandes figuras del séptimo arte, que viajaría por el mundo como lo que es, una verdadera estrella. Pero él humildemente lo atribuye a su espíritu combativo, alegre, perseverante, honesto, solidario, que también le valió el rótulo de Campeón de la Amistad. Lorenzo escribió varias páginas en la historia de su grandeza deportiva colmada de hazañas insuperables.
La prensa se hizo eco de todas sus guapezas en Santa Marta, en El Colorado, en Santa Cruz, en Dallas, Argentina, Brasil, México, Ecuador, en fin, en cada sitio que pisaba. A Dallas llegó desde Asunción con su bicicleta, su guitarra, sus medallas. “Probablemente haya sido el primer paraguayo en cruzar la cordillera de los Andes en bicicleta”, se jacta. En su larga trayectoria fue el centro de los medios de prensa. Revistas y periódicos, nacionales e internacionales, reconocían y elogiaban su arte, su show, porque también era un maestro con las acrobacias en ciclismo. Su fama trascendió fronteras y las distinciones no se hicieron esperar. Algunas de ellas cuelgan en las paredes de su casa. Frases como showman, gigante, récordman, estrella mundial, pudimos corroborar gracias a los recortes que su esposa Eulalia Raquel Insfrán guarda celosamente como un preciado tesoro. Y de hecho, lo es. Lorenzo Prieto es un tesoro del deporte nacional. Tal como dijera Jorge Sebastián Miranda Vidovich, en su libro “El Rey del pedal”: “Lorenzo Prieto es un héroe civil de nuestra tierra. Un ejemplo a seguir por todos los paraguayos para entender que podemos cumplir nuestros sueños, sean cuales sean las adversidades. Salud, Rey del Pedal”.
ndure@abc.com.py
Fotos ABC Color/Celso Ríos/Gentileza.