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María Belón, la protagonista de una extraordinaria historia de supervivencia, vendrá a nuestro país para contar cómo ella, y su familia lograron sobrevivir al tsunami del 2004. En su charla titulada Lo imposible, como la película que narra su historia, compartirá el aprendizaje que le dejó la experiencia en una conferencia a desarrollarse el miércoles 27 de abril, a las 10:00, en el colegio Americano.
“En qué cambió mi vida sigue siendo la pregunta más difícil de responder. Lo que cambió son, fundamentalmente, los valores que rigen ahora la vida. Antes de la experiencia, uno se permite el lujo de tener valores un poco teóricos; luego, hacen que sean más reales en las decisiones que tomas continuamente”, comenta.
El 26 de diciembre de 2004, María; su marido, Enrique Álvarez, y sus hijos, Lucas, Simón y Tomás, estaban de vacaciones en Tailandia cuando fueron arrasados por el tsunami que asoló la zona. María logró salvarse con Lucas luego de decidir aferrarse a un árbol, y pasó horas con la idea de que tanto su marido como sus otros dos hijos habían desaparecido.
Afirma que de este episodio rescata lo positivo, porque todo se ha convertido en aprendizaje para la vida. “Es una experiencia difícil, pero el dolor se olvida. Lo que no se olvida es lo lindo que quedó del aprendizaje de lo sucedido”.
Cuando le propusieron filmar su historia, en un principio, no entendía para nada por qué una experiencia tan familiar, tan pequeña, fue escogida para ser llevada a la pantalla. Pero, luego, pensó que era una bonita oportunidad para brindarle homenaje a toda la gente que no pudo o no puede contar la historia y, sobre todo, para todos aquellos que siguen viviendo circunstancias muy semejantes a la suya. “Todos los seres humanos somos, de un modo u otro, supervivientes de tsunamis. Y yo quise trabajar para que esa película reflejara que la vida tiene momentos buenos, malos, pero todos son un bello aprendizaje”.
El hecho de que fuera nominada a tantos premios significó mucho orgullo. María trabajó con el equipo de la película por cuatro años y medio. Cuando la cinta tuvo tanto reconocimiento, para ella, el de la gente fue el más inmenso de todos. “Respecto al Goya, creo que fue el público el que dijo: ‘Es nuestro’. Es lo hermosísimo de una película, cuando ya la historia deja de ser tuya y pasa a ser del público”.
María se considera una mujer absolutamente normal, como todo el mundo, con la posibilidad de ser muy valiente o cobarde si lo decide. “Lo lindo del ser humano es que tiene la posibilidad de decidir. Soy una mujer, como todos los seres humanos, que tiene todo su abanico adelante y la libertad para poder escoger cómo quiero vivir mi vida”.
Después de haber sobrevivido a un tsunami, asegura que su mayor temor es vivir sin la intensidad que la vida requiere. A partir de esa experiencia, tiene la sensación de que la vida es muy corta, pasa muy rápido y no puede permitirse el lujo de vivirla como adormilada y sin despertar. “Y ese es mi mayor miedo: vivir sin despertar ante los verdaderos requerimientos de la vida”.
Por eso, hoy enfrenta la vida muy despierta y aprovechando al máximo para dar la mejor versión de sí misma cada día, en cada decisión, en cada momento. “El mañana, de alguna manera, no existe; toda la vida es lo que yo saque de ella hoy”.
Cuenta que cuando tomaron la decisión de hacer la película sus hijos eran pequeños. Desde ese momento, les explicó que era la historia de la familia, pero también la de otra gente, y que debían tener la generosidad de llevarla adelante. “De honrar esa historia, que es mucho más grande que nosotros. Ellos siempre fueron muy generosos, la verdad; se sienten muy orgullosos y contentos, sobre todo cuando reciben el feedback de que ayuda a otros y los impulsa. En las redes sociales, mucha gente les dice que esta película ha sido importante en su vida y eso les hace sentir muy orgullosos”.
Refiere que sus hijos son chicos con compromiso social. Ellos también consideran que la vida es muy corta para perder el tiempo en tonterías, y siempre intentan ser sumamente solidarios y responsables. “Yo diría que son las virtudes que los definen a ellos”.
Aunque uno supondría lo contrario, María y su familia volvieron al mar. Hoy, para ella, el mar es como una metáfora de la existencia, pues tiene escondido en su interior todo el misterio de lo que es la vida: belleza, dureza, inmensidad y misterio. “Y toda la familia sentimos amor por el mar. Tenemos mucho agradecimiento, que decidiera devolvernos a la vida, yo sé que no fue la historia de todo el mundo. A nosotros sí y con mucho aprendizaje”.
Confiesa que sobre la muerte, francamente, no piensa nunca. Aunque es su estímulo, porque la vida se va a acabar, en lo que piensa es en aprovechar cada uno de los días de su vida como pueda. “Y de la vida lo que pienso es que hay mucho por hacer, que uno no puede permitirse el lujo de no encontrarle sentido”.
Y si bien se siente sumamente afortunada de haber sobrevivido, considera que es muy injusto que el azar sea tan crudo, que escoja a algunos sí y a otros no. “La injusticia de la vida creo que se ve, sobre todo, en la muerte. Es muy duro vivir con la injusticia de por qué a nosotros nos tocó esta suerte y a otros no”.
¿Qué le aconsejaría a la gente que está enfrentando tsunamis en su vida? “Sobre todo, que se pregunte para qué la vida le está dando esa experiencia. Creo que cuando la vida nos da un tsunami siempre quiere que aprendamos algo muy importante. Entonces, en vez de enojarse con esa ola, lo que tiene que preguntarle es qué estás queriendo que aprenda, para responderte con suficiente fuerza a este aprendizaje que me estás brindando”.
¿Qué es lo más importante hoy en su vida? “Ser útil, en la medida de lo posible, para dar lo mejor de mí”.
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Informes: (021) 604-547 // (021) 236-4130.
Por Marisol Palacios mpalacios@abc.com.py
Fotos Gentileza.
www.theimpossible.movie.com