Las peripecias de Damiana

Hace 116 años, en los bosques de Caaguazú, (en nombre de la ciencia) fueron masacrados varios miembros de una familia aché. Entre ellos, una niña de unos dos años de edad fue llevada viva por sus captores, los antropólogos Charles de la Hitte y Hernán ten Kate. Recientemente, sus restos fueron devueltos a sus comunidades.

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El 27 de septiembre, día de los santos Cosme y Damián, de 1896, tuvo lugar una de las tantas “cacerías de indios” en los bosques del Caaguazú –estas cacerías eran pan de cada día hasta hace no muchos años en nuestro país–. Eran, hasta hace algunos años, cosa “normal” salir a cazar aborígenes silvícolas, considerados como animales de presa.

Efectivamente, en septiembre de 1896 vinieron al Paraguay los antropólogos Charles de la Hitte, francés, y Hernán ten Kate, holandés, con el propósito de estudiar a las tribus silvícolas que habitaban los entonces extensos bosques paraguayos.

De Asunción se habían trasladado en ferrocarril hasta Villa Rica, donde se hospedaron, con la intención de adentrarse en los bosques, buscando tomar contacto con los silvícolas de la zona.

Una masacre en medio de la selva

El domingo 25 de septiembre de 1896, coincidente con la presencia de los estudiosos europeos en la zona, un lugareño descubrió que un caballo suyo había sido muerto y sus restos comidos.

Tal vez haya sido alguna fiera o tal vez algunos indígenas. El campesino no dudó en culpar a los silvícolas de la muerte de su caballo y, acompañado de sus tres hijos, se adentró en el bosque para “hacer justicia”.

Luego de encontrar huellas de una pequeña horda familiar, las rastreó hasta ubicarla, en momentos en que estaban comiendo carne asada –que el campesino estimó se trataba de su caballo muerto–.

Esto había ocurrido el 27 de septiembre de 1896. Asesinaron a dos hombres con disparos de escopetas e hirieron a una mujer, a la que remataron a machetazos.

Otros indígenas pudieron huir, salvándose de ser masacrados. El resultado: tres cadáveres y una criatura de unos dos años llorando al lado de su madre muerta.

En conocimiento del hecho, los antropólogos De la Hitte y Ten Kate acudieron al lugar y se hicieron conducir hasta el escenario de la masacre, donde tomaron fotografías de los restos humanos, de las chozas, de los “cazadores” y regresaron con un fúnebre botín: los huesos descarnados de la mujer aché y la niñita de dos años, llamada Kryygi, y que fue rebautizada con el nombre cristiano de Damiana, por haber sido capturada el día de dicho santo.

Además de los restos óseos y la niña aché, también llevaron a la Argentina diversos objetos indígenas tomados del campamento aché.

Una indiecita aché en La Plata

Los restos de la mujer fueron depositados en el Museo Antropológico de La Plata, cuyo director era el renombrado perito Francisco Moreno y donde trabajaban Charles de la Hitte y Hernán ten Kate.

El profesor Moreno tenía un amigo llamado Alejandro Korn, médico siquiatra y fundador y director del Instituto Melchor Romero, un hospital para enfermos mentales de Buenos Aires, a quien fue entregada la niña Damiana, en carácter de criadita.

La niñita aché se adaptó rápidamente al nuevo modo de vida y aprendió a hablar en castellano y alemán. Fue criada por la madre del doctor Korn, pero cuando llegó a la pubertad, según observaciones del antropólogo Robert Adolf Lehman-Nitsche, “la libido sexual se manifestó de una manera tan alarmante que toda educación y todo amonestamiento por parte de la familia resultó ineficaz. Ausentábase la india de la casa con frecuencia, a veces hasta tres días, en compañía de un galán y llegó a envenenar a un perro que cuidaba la habitación, para hacer entrar al hombre. Consideraba los actos sexuales como la cosa más natural del mundo y se entregaba a satisfacer sus deseos con la espontaneidad instintiva de un ser ingenuo. La familia donde vivía ya no pudo aguantar semejantes cosas y envió a la muchacha a (el hospital) Melchor Romero a disposición del doctor Korn, quien, provisoriamente, la dejó al cuidado de las enfermeras del establecimiento bajo su dirección, para entregarla oportunamente a una casa de corrección de Buenos Aires. Allí murió de una tisis galopante”. Los síntomas tempraneros de esta enfermedad ya habían sido observados por el profesor Ten Kate.

La niña, luego adolescente, fue objeto de numerosas observaciones científicas. A su muerte, ocurrida a los 12 años, la cabeza le fue cercenada y enviada para su estudio al doctor Hans Virchow, de la Sociedad Antropológica de Berlín, Alemania, donde pasó a ser una de las piezas de la enorme colección de restos óseos de culturas extraeuropeas.

Con el paso de los años y luego de soportar dos guerras mundiales, además de la clausura de la Sociedad Antropológica, se perdieron los rastros del cráneo, pues el acervo de la Sociedad había sido distribuido en depósitos de varias entidades científicas.

La vuelta al terruño

Hace unos años, estudiosos argentinos reunidos en el Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social empezaron un arduo y titánico trabajo para identificar los restos de Damiana, lo que lograron en 2006 y se propusieron devolver las piezas óseas existentes en el museo platense a sus comunidades originarias. En ese sentido, se pusieron en contacto con los miembros de la colectividad aché del Paraguay, a quienes el 10 de junio de 2010 entregaron los restos de la niña Damiana y de otro individuo adulto de la misma etnia.

El holandés

Hernán F. C. Ten Kate fue un conocido antropólogo nacido en Holanda el 21 de julio de 1859. Sus estudios los realizó en su país natal y en París, donde se inició en la Antropología y la Etnología.

En 1883 inició sus viajes de estudio, recorriendo diversos países americanos, como Estados Unidos, Surinán, Venezuela, México, Australia, Islas del Pacífico, para luego regresar a Europa y doctorarse como médico en la Universidad de Heidelberg, Alemania.

En 1895 se trasladó a la Argentina y vino al Paraguay, donde fue uno de los pioneros en el estudio de la cultura aché. Posteriormente visitó el Japón, Java, Ceylán y China. En 1919 regresó definitivamente a Europa, viviendo en Holanda, Italia y en Cártago, donde le sorprendió la muerte, el 5 de febrero de 1931.

Fue uno de los grandes viajeros y exploradores de su época. Uno de sus trabajos fue estudiar restos óseos de indígenas aché y quien trasladó hasta La Plata, Argentina, a la pequeña Damiana, cuyos restos fueron devueltos a su parcialidad luego de más de un siglo. Publicó numerosas monografías y artículos para revistas especializadas.

Publicaciones sobre Damiana

Los antropólogos De la Hitte y Ten Kate escribieron sus experiencias en un artículo titulado “Nothes ethnographiques sur les indiens Guayaquís et descriptons de leurs carractéres physiques”, publicado en los Anales del Museo de La Plata, Argentina, en 1897.

Posteriormente, Robert Adolf Lehmann-Nitsche publicó “Relevamiento antropológico de una india Guayakí”, en 1908; y ese mismo año, Hans Virchow publicó “Kopf eines Guayakí Madchens Zeit”.

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