Las mujeres de Camus

Nadie fue la mujer de Albert Camus “infinitamente”. Lo dice su hija, Catherine, quien ha dedicado la mitad de su vida a gestionar el legado del autor de El extranjero, de quien destaca su lado “sensual”: era alguien que amaba la vida, la libertad y las mujeres.

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Albert Camus se casó dos veces y tuvo varias amantes, pero a nadie quiso tanto el Premio Nobel de Literatura como a su madre: “(...) y su madre tal como era seguía siendo lo que más amaba en el mundo, aunque la amara desesperadamente”, escribió en su libro El primer hombre.

Su madre era casi sordomuda, analfabeta. Se llamaba Catherine Sintès. Nació en Argelia y era de origen español, concretamente de Menorca, de las Islas Baleares. “Los mudos. Eran y son mejores que yo”, decía Camus, quien también nació en el país magrebí, entonces colonia francesa.

“Tenía el rostro dulce y simétrico, los cabellos de española, muy ondulados y negros, una naricita recta, y una hermosa y cálida mirada castaña”. Así describió el autor de La Peste a su progenitora en El primer hombre, su obra póstuma de carácter autobiográfico.

Un retrato que, en lo psicológico, completa la hija de Camus: “Mi abuela es la persona a la que más he querido en el mundo, destacaba por su dulzura; era alguien que no conocía la maldad, era buena e incapaz de hacer daño”.

Y además trabajó “mucho limpiando casas” para sacar a sus dos hijos adelante después de que su marido, de origen alsaciano, muriese en el frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial.

“Movilización. Cuando a mi padre lo llamaron a filas, jamás había visto Francia. La vio y lo mataron. (Eso es lo que una familia humilde como la mía dio a Francia).”. Camus aún no tenía un año.

Y, aunque francés por documentación, Camus intentó “infatigablemente” durante toda su vida “recuperar lo que había de España” en su “sangre”, pues para él “era la verdad”, escribió en Carnets, 1949-1959.

“Su lado español, la sobriedad y la sensualidad, la energía y la nada”. Lo grabó, blanco sobre negro, en El primer hombre, cuyo manuscrito llevaba consigo cuando falleció el 4 de enero de 1960 en un accidente de tráfico a las afueras de París. Tenía 47 años y solo tres antes, en 1947, la Academia Sueca le había concedido el más prestigioso galardón de las letras: el Nobel de Literatura.

La mujer de su vida

Ese gusto intenso por la vida lo encontró Camus en la legendaria actriz María Casares, también de origen español. Camus, según su hija, se sentía muy unido a Casares, a quien ella conoció al final de su vida, y dice que la quiso “mucho”. “Estaba llena de vida y de alegría”, recuerda y desvela que “la mujer que corre por la playa al final de El primer hombre es ella”.

Con Casares, hija de Santiago Casares Quiroga, jefe de Gobierno bajo la presidencia de Manuel Azaña, el autor de La Peste llevó a las tablas muchas de sus obras teatrales y de otros. Se conocieron en 1945 y, desde entonces, mantuvieron una relación íntima.

“Mi madre siempre me habló de María con mucho respeto”, asegura Catherine Camus, tras sentenciar que “nadie” fue “la mujer de Camus infinitamente” ni siquiera Francine Faura, pianista y matemática, con quien se casó en segundas nupcias en 1940, en Orán, con quien tuvo a sus gemelos Jean y Catherine en setiembre de 1945 y de quien nunca se divorció.

“Eran muy amigos, pero para una mujer eso (la infidelidad) no debía ser fácil”, concede Catherine, quien recuerda que su madre era “muy depresiva, tenía muchas dificultades para vivir, era su carácter”. “Mientras que María se comía la vida. Comprendo a mi padre”, confiesa y subraya que, para ella, “todas las mujeres a las que amó su padre y que le amaron verdaderamente eran destacables”.

Incluso Simone Hié, una joven morfinómana de familia bien que fue la primera esposa de Camus y de quien se divorció tras descubrir que le era infiel con un médico que le proporcionaba sus dosis. Otra de las mujeres que marcaron la vida del filósofo y literato fue su abuela materna, una señora “ignorante y obstinada” que “al menos siempre fue ajena a la resignación”. Con ella fueron a vivir su madre, su hermano y él a la muerte de su padre.
Única albacea de la obra de su padre desde que tenía 34 años (ahora tiene 66), Catherine completa, por dedicación y amor, el abanico de “mujeres de Camus”.

“Tengo mucha suerte de trabajar sobre papá”, dice en conversación telefónica desde Francia con motivo de la publicación en español Albert Camus. Solitario y solidario (Plataforma), una suerte de álbum de fotos de gran formato que ofrece una excepcional visión panorámica y cronológica de este novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo francés cuyos textos, dice, dan “oxigeno” a quien los lee.

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