La planta que cura

Está en todas partes. En la medicina alternativa, en la cosmética, en los alimentos. Sus poderes son curativos y benéficos. No hay quien deje de mencionar sus virtudes terapéuticas, y hasta sus atributos espirituales. Es el Áloe Vera, la planta protagonista de esta nota.

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La fama de la planta protagonista de esta nota, no es un hecho nuevo. Los primeros registros de sus cualidades curativas coinciden con los albores de la historia humana, y la gran variedad de nombres por los que fue y es conocida, todavía son un claro indicio de su amplia difusión y de su gran popularidad. Áloe, babosa, pulpo, cola de dragón, bilis de elefante, curandero silencioso, planta milagrosa, lirio del desierto, planta de la inmortalidad, son sólo algunos de los calificativos y nombres con que pueblos muy diversos la designaron a través de los tiempos.

Procedente de un pasado folklórico y misterioso, el áloe irrumpió con fuerza en la escena del mundo actual, conquistando espacios cada vez mayores en campos tan diversos como la investigación, la medicina, la cosmética, la alimentación y el comercio. Pero hagamos un poco de historia antes de explayarnos sobre sus propiedades. Para ello recurrimos al ingeniero agrónomo, Julio Spinzi, experto en esta planta y esencias de otras. Spinzi se remonta al antiguo Egipto cuando habla del áloe. "En ese tiempo se fabricaban elixires de larga vida que contenían zumo de áloe, de ahí el nombre de ?la planta de la inmortalidad?; también fueron encontrados dibujos de áloes en algunas tumbas de faraones. Algunos estudiosos creen que el jugo de esta planta formaba parte del ungüento utilizado por los antiguos egipcios para embalsamar los cadáveres de los nobles y faraones, explica. Muy probablemente, la reina de Saba, en el siglo X a.C., usaba aceites balsámicos con zumo de áloes de su país para cuidar la piel y cabellos, tan admirados precisamente por Salomón. El mismo Aristóteles convenció a Alejandro Magno para conquistar la isla de Socrota, y proveerse así más fácilmente de las hojas del áloe, que eran empleadas para sanar las heridas de los soldados. En el siglo I a.C., la famosa reina Cleopatra cuidaba su cutis, tan admirado por Marco Antonio, untándolo con gel de áloe. También en el siglo I de nuestra era, Dioscórides escribía en su famoso tratado "De materia médica" acerca de muchas virtudes del áloe, ya fuera en uso interno (insomnio, desórdenes estomacales, dolores localizados, estreñimiento, dolor de cabeza) como en uso externo (pérdida de cabello, heridas, dolor de riñones, enfermedades de la boca y encías, manchas y quemaduras del sol). En el siglo XIII, Marco Polo constató el uso y la admiración de los chinos por el Aloe chinensis.

Los nativos de Centroamérica -atendiendo al relato de Spinzi- utilizaron siempre las hojas del áloe para tratarse quemaduras y otros problemas cutáneos, así como para infecciones urinarias, prostatitis, disenterías, afecciones gástricas e intestinales, estomatitis, y para aumentar el ¡impulso sexual!
Los jesuitas españoles trasladaron el áloe desde el continente africano al Nuevo Mundo, probablemente a la isla de Barbados, de la que procedería su nombre científico -Áloe Barbadensis-, alrededor de 1590.
En el siglo XV, en época de los Reyes Católicos, fue muy cultivado en Andalucía, ya que era muy apreciado por los árabes. En la India se utiliza para tratar procesos inflamatorios, y es sabido que Mahatma Gandhi bebía a menudo zumo de áloe.
Si bien es cierto que se conservó su empleo casero a través de las generaciones y las culturas de los pueblos, hasta que finalizó la II Guerra Mundial no se redescubrió el valor real de la terapéutica del áloe vera.

Aplicaciones terapéuticas

Las enfermedades que supuestamente son curadas son muchas, y vale la pena mencionarlas.
Desórdenes cutáneos incluyendo quemaduras térmicas, químicas y por fricción, los escaldados, las quemaduras de sol, las quemaduras y úlceras producidas por el radio, por los rayos X y por otro tipo de radiaciones; las ampollas, los rozamientos de los pañales y los ocasionados por el calor; las quemaduras del viento caliente, los rasguños al afeitarse, las picaduras de avispas, abejas, moscas, mosquitos y otros insectos; las reacciones a la hiedra venenosa; las reacciones alérgicas y las erupciones generadas por enfermedades infantiles; las manchas y costras en la piel y en los labios; la caspa, los eccemas, la dermatitis, la seborrea, la psoriasis y la urticaria; las llagas corporales y las causadas por largas permanencias en cama; el olor corporal, el cáncer de piel, el herpes zoster, las grietas en los pezones de las madres que dan el pecho a sus hijos, las uñas encarnadas de los pies, el acné, los lunares sensibles, los fibromas, las verrugas, los cortes, las contusiones, las laceraciones, las lesiones secas o húmedas, las úlceras crónicas, los abscesos y los forúnculos; las llagas en la boca, las ampollas de fiebre, el herpes simple oral y labial; la irritación de la garganta y de la boca, la gingivitis, la amigdalitis, las enfermedades de la boca y las encías, las infecciones por estafilococos, la conjuntivitis, los orzuelos, las úlceras de la córnea, las cataratas, los agujeros de la oreja infectados; el pie de atleta, los hongos, el prurito anal y vulvar, las infecciones vaginales originadas por levaduras, las úlceras venéreas, los calambres musculares, los esguinces, las contusiones, la inflamación, la tendinitis y la bursitis, la caída del cabello. Tomado internamente, se dice que alivia los dolores de cabeza, el insomnio, el mal aliento, los desórdenes estomacales, la indigestión, la acidez de estómago, la gastritis, la úlcera péptica y duodenal, la colitis, las hemorroides, las infecciones de los riñones y el tracto urinario, la prostatitis, las fístulas y los quistes inflamados; la diabetes, la presión sanguínea alta, el reumatismo y la artritis. Elimina diferentes tipos de parásitos, corrige la infertilidad funcional causada por la amenorrea y revierte el desequilibrio originado por una excesiva ingestión de azúcar o de ácidos.

A esta larga lista, otro estudioso -Hill Cotas-, añade las úlceras ventriculares, la diverticulitis, los depósitos pulmonares, la sinusitis, las tricomonas, el esclerodermia, la piorrea, las úlceras oculares, la córnea nebulosa y hasta las mordeduras de serpientes. Además, manifiesta que el áloe es extraordinario como desodorante y como loción para después del afeitado; que elimina las pulgas en perros y gatos; que limpia los metales y conserva el cuero y la madera.


La cosmética
La cosmética no escapó de la "seducción" del áloe. Así, se lo puede encontrar en champúes, cremas de enjuagues, cremas para el cuerpo, las manos, los pies, mascarillas para el rostro. Indudablemente, su beneficio no tiene límites; tanto, que también llegó hasta la gastronomía. En nuestro país, ya se comercializan los yogures elaborados con esta planta. De esta forma, chicos y grandes se benefician con las propiedades del áloe y de una rica manera.

¿Hay algo para lo cual no sea útil?

Quizás se pregunte si hay algo para lo cual no sea útil esta planta. De hecho, al igual que muchas de sus aplicaciones terapéuticas tradicionales fueron ampliamente confirmadas por la medicina contemporánea, otras no resistieron los modernos métodos de análisis y experimentación. Por otro lado, también es necesario mencionar que el efecto terapéutico no siempre es el esperado, lo cual contribuyó a dificultar su aceptación por parte de la comunidad médica. ¿Por qué no funciona igual el áloe? ¿Cuál es la causa de esa irregularidad en los resultados?

La respuesta, según el estudioso Hill Cotas, es múltiple, entre ellas:

1-Porque se utiliza una especie de áloe que no es la adecuada.

2-Porque se utiliza una planta que no maduró lo suficiente o una hoja ya degenerada.

3-Porque la hoja ya está en descomposición, su pulpa está ya seca, oxidada o neutralizada.

4-Por utilizar un producto comercial de baja calidad.

5-Por no utilizar el producto adecuadamente.

6-Por las propias sutilezas y particularidades del áloe, cuya comprensión total, la ciencia contemporánea parece que está todavía lejos de alcanzar.


En fin, así como posee cualidades extraordinarias, también tiene sus limitaciones. Sus efectos benéficos pueden variar de unas personas a otras, y claro que también depende de la calidad del producto o de la hoja utilizada. Pero si cree que el áloe le puede ayudar, consulte antes con un médico naturista y expóngale sus razones. Realmente nada le impide utilizarlo, salvo caso que sea alérgico a ello. La maravillosa "planta que cura" sólo le puede brindar beneficios.

Fuente consultada: Áloe vera de Neil Stevens. Modelo: Vania Escauriza. Agradecemos a Osvaldo Bucci SPA.
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