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Juan y María se conocieron en una reunión de amigos. Al verse se sintieron atraídos, y al rato estaban conversando y riendo como si se conocieran de toda la vida. No pasó un año y ya estaban dándose el “sí, quiero”. Pero esa pasión desenfrenada, con los años, fue apagándose. Ellos mismos habían admitido la “falta de emoción”. ¿Será que ante una situación así el final es irreversible?
La sicóloga María Adela Quevedo expresa que, cuando la chispa se prende a primera vista, eso es simplemente la chispa de Cupido, que clavó en el corazón a raíz de una atracción que generalmente es física o sexual y que los arrebatos de pasión no duran para siempre. En esto coinciden también los científicos, entre ellos Cindy Hazan, investigadora de la Universidad de Cornell (Nueva York), que manifiesta que los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses.
Esto quiere decir entonces que, en el mejor de los casos, dos personas se sienten mfervientemente atraídas por poco más de dos años. ¿Qué hay detrás de tan frágil sensación? Nada relacionado con el romántico corazón. “El enamoramiento es un proceso en el que están involucradas muchas sustancias químicas y hormonas segregadas por el hipotálamo, una importante glándula que se ubica en la corteza cerebral. Sin embargo, estas solo actúan durante un tiempo determinado”, apunta un artículo publicado en www.universia.edu.pe. La dopamina, la feniletilamina y las feromonas son algunas de las sustancias que libera el cerebro a todo el organismo durante el proceso de flechazo y la ilusión inicial.
La antropóloga Helen Fisher, investigadora de la Rutgers University de Estados Unidos, identifica tres etapas químicas relacionadas con el amor, de las cuales dos están vinculadas con los primeros tiempos de acercamiento en una relación de pareja: la lujuria y la atracción. “La lujuria es el deseo ardiente de sexo y cuando se manifiesta es porque el organismo está produciendo testosterona. La atracción se manifiesta a través de euforia, exaltación, falta de sueño o apetito, y es producto de la segregación de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del cerebro”, se lee en www.buenasalud.com. “Además, esa cumbre de químicos corporales disminuye a medida que pasa el tiempo, probablemente porque el cerebro produce menos sustancias o debido que los receptores del organismo se adormecen. Es por eso que las parejas que se unen por un impulso físico, generalmente, una vez saciado el interés, decae y muere la pasión”, señala la sicóloga paraguaya María Adela Quevedo.
Ante esta situación, ¿podemos afirmar, entonces, que el ser humano está condenado a caer en el desamor? Para nada. La relación de pareja no es un asunto meramente animal o biológico. Quevedo señala que el amor tiene otras cosas importantes como el compromiso, el respeto, el afecto, la identificación de virtudes en el otro para tenerlo cerca. “Cuando una persona tiene una relación armoniosa, sin sobresaltos, puede comunicarse adecuadamente con su pareja, se siente querida y emocionalmente llena, pues puede decir que está enamorada, aun cuando el hormigueo de la atracción física inicial haya bajado”.
Los científicos de la química corporal creen que en la etapa menos apasionada el cuerpo produce otras hormonas que ayudan a afianzar los afectos. “Según Gareth Leng, de la Universidad de Edimburgo, la oxitocina ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes tras la primera oleada de emoción. La oxitocina está involucrada en muchos aspectos del amor, desde el maternal hasta el hecho de que algunos logren permanecer felices por décadas con la misma pareja, o que otros sean incapaces de forjar una relación duradera”, se lee en www.consumer.es.
Para Quevedo, el compromiso, cariño, respeto, la diversión y comunicación son esenciales. “El amor que mantiene unida a la pareja es el que perdura en el tiempo y no el hormonal. Si se acaba por la pérdida de atracción física, entonces no es amor y nunca lo fue”, afirma tajante.
El amor, para ella, mientras exista en una pareja, puede ayudar a reavivar la llama. Así de optimista es la sicóloga Quevedo Gatti, para quien la química de los primeros años de relación es absolutamente recuperable. “Hay que utilizar la inteligencia erótica, lo que significa aumentar la comunicación en ese ámbito. La gente tiene que decirle a su pareja qué le gusta hacer, cómo y dónde, qué le causa placer, qué fantasía tiene. Además, las personas deben procurar acariciarse afectivamente, decirles a sus parejas lo que les atrae física y emocionalmente de ellas. También debe estimularse la creatividad, que va desde hacer un baile hasta colocar velitas, cambiar de ambiente, hacer un viaje, romper la rutina o cumplir una fantasía conjunta. Allí está el secreto: cultivar esta creatividad desde el principio de la relación, porque esto, definitivamente, incide en la producción de esos químicos que producen placer”.
Además de gustarse y disfrutarse físicamente, Quevedo insiste en la consolidación de una relación en la que ambos puedan crecer. “Incluso cuando el hormigueo pasa, muchas parejas son felices con el pasar de los años porque se sienten bien emocionalmente, porque se sienten correspondidos en sus necesidades, porque tienen un proyecto individual que pudo ser compaginado con un proyecto de pareja, y van realizándose individualmente y como dúo. Eso es lo que nosotros proponemos como terapeutas: la consolidación de parejas interpersonales, porque el cuento del macho proveedor y la mujer sumisa ya no va. Lo sano es construir un proyecto de vida en conjunto, con afecto y respeto mutuos. De lo contrario, no habrá química”.
Quevedo dice también que actualmente hay muchas terapias cortas, como ser las sistémicas trasgeneracionales que traen rápidas soluciones y en las que se puede revisar sin muchas sesiones el concepto de pareja y analizar la pareja ancestral, cuyo modelo más cercano es el de nuestros padres.
Finalmente aconseja que, antes de emprender una relación, se debe realizar una reflexión sobre cuánto estamos preparados para dar, no solo para recibir. “La conciencia de recibir sin dar lleva, tarde o temprano, a la ruptura del vínculo por más amor que se tenga. El amor de verdad debe ser alimentado, día a día. La verdadera conciencia debe ser: hoy te vuelvo a elegir, te elijo y te cuido con todos tus defectos y virtudes. En esta frase está el éxito, y deben pronunciarla y concretarla ambas partes”.
El amor no está destinado a morir ante los ciclos de desamor/amor, ya que cumple una función biológica, fundamental, como ser la propagación de la especie humana.
En el árbol genealógico está todo: divorcios, separaciones, infidelidades, sufrimiento y como diría Alejandro Jodorowsky: "La familia es una trampa mortal", en el sentido que tendemos a repetir los modelos de nuestro árbol.
Modelos: Gabriel Cacavelos y Ana Belén González.
Agradecimientos: Hotel del Lago de San Bernardino, Boheme Flores, Unicentro y Nueva Americana.
Peinado y Maquillaje: Mario Cantero.
Producción y Estilismo: María Elisa Acosta.
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