“La música me llena el alma”

Néstor Damián Girett celebra 50 años con la música. Su trayectoria, con inicios difíciles, se vio coronada por el éxito con el Trío Misioneros Paraguayos, conjunto con el que se alzó el Premio Revelación en 1986. Orgulloso, repasa su historia.

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Nacido en la Cordillera y afincado desde los 15 días de vida en Misiones, actualmente reside en Fernando de la Mora, zona norte, en el barrio Santa Teresa. En las paredes de su casa cuelgan pergaminos que respaldan las distinciones que recibió a lo largo de su carrera. “Tengo muchísimas fotos y cuadros de mi trayectoria como cantante, pero refaccionamos la casa y todavía no ordenamos como se debe”, explica.

Ahí ostenta los reconocimientos como fundador del Trío Misioneros Paraguayos, con el que se presentó en varias ocasiones en el Festival de Cosquín, Argentina, obteniendo en 1986 el Premio Revelación. Grabó 20 LP y entre sus canciones más conocidas se encuentran: Misiones Che Guataha, Isla Maleta, Salud Che Paraje Kue, Ahakuetévo aescribita y otras.

“Recuerdo que llegué a Asunción a bordo de La Misionera, con mi pequeño bolso, sin conocer nada de la vida capitalina; tenía 16 años... Mi mamá, María Ignacia Chaparro, me había dicho que el guarda me iba a indicar la última parada y era ahí donde debía bajarme. Pero me equivoqué y quedé en San Lorenzo, en la Curva Meyer. Por esa zona comencé a cantar en los bares. Luego, cuando me instalé en la capital, llegué a actuar en un bar muy famoso llamado El Rubio, ubicado en Colón y General Díaz. También llegué a cantar en un cabaré. Después de un año de estar en la capital, volví a Misiones, pero tampoco pasó mucho tiempo para retornar a Asunción”, dice riendo el cantante.

Una vez afianzado, pasó a integrar varios grupos; uno de ellos, el dúo Pérez Peralta, “bien campesino”. Formó parte de este durante cuatro años y grabó cuatro LP, con varias canciones suyas incluidas. “Hablaba muy poco el castellano en ese entonces y tenía ya algunas composiciones... Estuve como contrabajista, cantante y compositor hasta que me separé del grupo para armar uno propio: el Trío Misioneros Paraguayos. Esto fue en 1982 y ya no paré”, rememora el cantante.

Con este conjunto se alzó el Premio Revelación en 1986. Ahakuetévo aescribita es su composición más conocida. Tiene escritas como 800 canciones y si algo se destaca en las obras de este artista misionero es el mensaje en sus letras. En algunas le canta al amor, al despecho y otras tienen un profundo mensaje.

De sus mejores tiempos recuerda los encuentros artísticos con bailes de por medio. “Ya no se realizan este tipo de eventos”, lamenta.

También rescata los grandes festivales, las letras que brotan del alma de genios músicos y hacen a la cultura nacional. “Nuestro país tiene grandes compositores, cantantes que dejaron y continúan dejando el nombre del Paraguay en alto”, añade.

El artista tampoco olvida sus raíces y se siente muy orgulloso de lo que la música le dio: “Vengo de una familia muy humilde y me tocó pedirle ayuda a todo el que se me atravesaba en el camino, pero la suerte me sonrió afortunadamente. Desde mis comienzos me dediqué a cantar música popular, brindando serenatas, shows... Todo me ayudó a encontrar mi camino, uno que sigo transitando hasta la fecha con el Trío Los Misioneros, con un espectáculo muy variado, temas propios y adaptaciones de otros intérpretes”. Su disco más vendido fue el vinilo Néstor Damián Girett, El Trovador del Alma, que grabó con Los Súper Luminosos durante un breve alejamiento del Trío Misioneros Paraguayos.

Fuera del escenario, nos cuenta que es padre de cuatro hijos (Darcy Marlene, Alma Valeria, Junior Néstor Damián y Geraldine) y “vive muy bien”.

Los planes futuros incluyen seguir grabando más materiales discográficos. Continuar editando y aportando a la cultura nacional. Estos 50 años con la música le encuentran contento, satisfecho, agradecido con su público, con los aplausos recibidos y con muchas ganas de ir transitando por donde su música le lleve. Los elogios hacia él no faltan: “Paradigma de soñadores, hecho canto y poesía”, dicen algunos. “Símbolo de sacrificio y dedicación a la música”, dicen otros.

Es así, porque con las provistas preparadas por su madre y G. 1500 en el bolsillo salió de Misiones para volver después de unos años consagrado como un artista.

Hoy, con 68 años, sigue sumando. Su distinción es la perseverancia. Pone corazón y alma en la música, y el premio más valioso es el cariño de su público y su voz. Aconseja a quienes quieran transitar el camino del arte, luchar por sus sueños sin importar los obstáculos que se interpongan. Ese pensamiento le lleva a celebrar 50 años de canciones, composiciones de vibrar y hacer vibrar; 50 años de satisfacción.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Roberto Zarza/Gentileza

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