La mujer de los dineros (II)

Días pasados, don Serafín Francia Campos, un erudito en cuestiones folclóricas, nos comentó que el verdadero nombre de la cantante Dora del Cerro, cuya efigie sería la que aparece en los nuevos billetes de G. 20.000 que antiguamente estaban en los de G. 5, era Petrona Adorno que vivía en las cercanías del Club Guaraní y que falleció hace unos años.

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Dora del Cerro, como es sabido, actuaba juntamente con su colega Elba del Cerro, animando las recordadas veladas, integrando el conjunto de don Diosnel Chase. Con respecto de doña Elba del Cerro, podemos decir que su verdadero nombre es Dorotea González; todavía vive y reside en la vecina ciudad de Lambaré. Debido a que utilizaban el apellido artístico Del Cerro, la gente -entre quienes nos contamos- creía que eran hermanas.

AYUDA OPORTUNA

Durante la guerra paraguayoboliviana, ingente fue la ayuda del Gobierno argentino al Paraguay, lo que posibilitó sobrellevar con cierta holgura la defensa del suelo chaqueño, entre 1932 y 1935. Algunos elementos conseguidos mediante esa ayuda de buena vecindad fueron: 32.500.000 cartuchos Mauser de guerra y accesorios; 29.000 granadas Schneider calibres 105 y 75; 100 ametralladoras Maxim; 2.900 balas de cañón de marina, calibre 120; bombas de avión, fulminantes, repuestos, etc.

También se obtuvieron seis mil cajones mensuales de nafta y 400 toneladas de fueloil, durante varios meses; elementos sanitarios, sueros antigangrenoso y antitetánico.

Además de todo ello, según el representante diplomático paraguayo ante el Gobierno argentino, doctor Vicente Rivarola Bogarín, hay que destacar "sinnúmero de facilidades y servicios recibidos del gobierno argentino presidido por el general Agustín P. Justo que no se pueden apreciar en dinero, pero que han contribuido poderosamente para el triunfo del Paraguay en la Guerra del Chaco".

Importantísima fue la gestión del Embajador de la Victoria durante aquellos difíciles días de la guerra, pero con la ingratitud con que nos caracteriza, nunca hemos hecho justicia con su memoria. Si no puede ser una calle, aunque sea una esquina o una vereda, bien valdría para homenajear su recuerdo.
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