La muerte de un tribuno

Mañana se recuerda el 130 aniversario de la muerte de uno de los ciudadanos más prestigiosos de la posguerra de la Triple Alianza, el doctor Facundo Machaín.

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Nacido en Asunción en 1847, se doctoró en Derecho en la Universidad Central de Santiago de Chile, donde fue alumno del célebre intelectual Andrés Bello.

Regresó al Paraguay en los días finales de la contienda contra la Tríplice y se sumó a la actividad política, presidiendo una de las facciones políticas, el Gran Club del Pueblo. Actuó en la Asamblea Nacional Constituyente, formando parte de la comisión redactora del proyecto de Constitución.

Al iniciarse la vida política de nuestro país, bajo la batuta de las fuerzas aliadas, se había conformado un triunvirato para hacerse cargo del gobierno provisional (15 de agosto de 1869); este triunvirato, con la renuncia de dos de sus miembros (Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya), se convirtió en un unicato, ejercido por Cirilo Antonio Rivarola. Ante esta situación, la Asamblea Constituyente declaró cesante a Rivarola el 31 de agosto de 1870, designando para ejercer la presidencia provisional al doctor Machaín.

Ese mismo día, Facundo Machaín juró ejercer la Presidencia provisional de la República, pero una astuta maniobra realizada por Cirilo Antonio Rivarola evitó que asumiera el cargo y antes del amanecer del 1 de septiembre, ya estaba nuevamente bien apoltronado en el sillón presidencial.

El hecho de habérsele arrebatado la primera magistratura no fue óbice para que siguiera prestando servicios a su país desde importantes cargos públicos, como el de miembro del Superior Tribunal de Justicia; ministro de Relaciones Exteriores, de brillante actuación ante los leoninos tratados de límites que querían ser impuestos al Paraguay.

El doctor Machaín también se dedicó a la cátedra, ya como profesor, ya como director del Colegio Nacional asunceño. En 1877, ejerció la defensa de los encausados por la muerte del presidente Juan Bautista Gill. Las pasiones políticas, a raíz de sus gestiones profesionales en el citado asunto, le hicieron víctima. Fue encarcelado y ocupó la misma celda que sus defendidos.

En el fatídico día del 29 de octubre de 1877, el doctor Facundo Machaín fue muerto en su propia celda por los esbirros que le servían de custodia. Su muerte produjo hondo sentimiento de pesar.

Un francés en el Paraguay

Un científico francés, cuyo nombre está muy ligado a América y, especialmente, al Paraguay, es Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland, famoso botánico y médico.

Nacido en Saint-Maurice, cerca del puerto francés de La Rochelle, el 28 de agosto de 1773, sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal y, luego, en París, adonde fue a estudiar Medicina. Además de la medicina, se dedicó también a estudiar botánica.

En 1798 conoció al naturalista alemán Alejandro von Humboldt, a quien acompañó, en 1799, en su viaje a América.

En Venezuela se internaron en la cuenca del Orinoco, siguiendo las huellas del sueco Pedro Loefling, primer especialista en Botánica que estudió la flora de Venezuela y discípulo de su compatriota Carlos Linneo, célebre naturalista y padre de la nomenclatura sistemática en Botánica y Zoología.

Durante el viaje, Bonpland recolectó y diseñó figuras de numerosos géneros y 6.000 especies de plantas tropicales acompañadas de sus descripciones y propiedades, además de la entomología. En aquella oportunidad, Bonpland reunió un herbario de 60.000 plantas -del cual la décima parte correspondía a especies descubiertas por él- que entregó al Jardín de Plantas de París.
En 1808, Bonpland fue designado -por la emperatriz Josefina Bonaparte- Intendente de la Malmaison, famosa residencia de campo rodeada de numerosas plantas exóticas. Allí permaneció hasta 1814, año de la muerte de la emperatriz. En Londres conoció a los próceres argentinos Bernardino Rivadavia, Sarratea y Belgrano, quienes lo invitaron a venir a Buenos Aires, donde llegó el 29 de enero de 1817, acompañado por su esposa, dos jardineros, libros, gran cantidad de semillas y dos mil plantas (medicinales, frutales, hortalizas). Se propuso fundar el Jardín Botánico y, de esa manera, echar las bases de un Museo de Historia Nacional, pero cuestiones políticas dificultaron sus propósitos.

Realizó diversas expediciones por el interior del país volviendo siempre con mamíferos, peces, plantas, reptiles, fósiles y flores. Viajó al norte argentino, con la idea de explorar y de establecer colonias agrícolas para la explotación de la yerba mate.
En la noche del 8 de diciembre de 1821, las tropas del dictador Francia penetraron en el territorio en litigio con Argentina, destruyeron el establecimiento agrícola de Bonpland y mataron a humildes habitantes e hirieron y secuestraron a Bonpland, quien fue confinado en el pueblito de Santa María de Fe. Bonpland estuvo cautivo del dictador durante diez años, pero se le permitió dedicarse a labores agropecuarias y a ejercer la medicina entre los lugareños.

Recién el 8 de febrero de 1831 le fue permitido salir del país, estableciéndose en San Borja, Brasil. Regresó a Europa y fue honrado por varios gobiernos. Regresó a Suramérica, radicándose en Santa Ana, Misiones, donde murió a los 85 años de edad, el 10 de mayo de 1858 y fue enterrado en Paso de los Libres, Corrientes (Argentina).

La marca es el producto

Un apreciado lector, don Daniel Burt Artaza, nos hizo llegar días pasados unos datos muy interesantes y pintorescos. Se refieren a nuestros muy paraguayos “championes”, un nombre utilizado en nuestro país para designar a los calzados deportivos.

Según don Daniel, en las primeras décadas del siglo pasado, Artaza Hnos. S.A. representaba en nuestro país a la U.S. Rubber Company, creadora de los calzados de tela y goma “bajo un nuevo proceso de fabricación llamado vulcanización, descubierto y patentado por Charles Goodyear.

“Aquel innovador calzado -cuenta el señor Burt Artaza- fue lanzado al mercado norteamericano en 1917, bajo la denominación de Keds Champion, identificado como ‘el calzado de los campeones’”.

La primera vez que una fotografía de ese novedoso calzado se publicó por la prensa local, diarios El Orden y Crítica, fue en marzo de 1930, cuando un muñeco “Michelín” hizo un salto en paracaídas, calzado con los ya afamados “championes”.
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