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María Eugenia Garay se hizo acreedora del tercer puesto en el concurso literario “Hérib Campos Cervera” con su obra La insurrección de Perséfone, en la cual utiliza un mito grecolatino para contarnos en versos cómo una valiente mujer pudo vencer a su destino. Aquí, el mito se transforma y adquiere un final absolutamente diferente.
La autora narra la historia de Perséfone, hija de Ceres, diosa de la agricultura, y de Júpiter, el dios de los dioses. Un día, la ninfa fue raptada por Plutón, dios del infierno, quien la lleva a su morada. Ceres, madre de Perséfone, la busca por todos lados. Una vez enterada en dónde está, ruega a Júpiter su retorno y él accede, pero con la condición de que la joven no coma nada en el infierno. Lastimosamente, ya había probado un pedazo de la granada sacra que crece en esa abominable región y la joven sufre los caprichos de dos dioses masculinos.
“Entonces se hace un juicio: viene Plutón, Zeus es el juez; es decir, dos hombres, y Perséfone no tiene ni voz ni voto; nadie la escucha. Por lo tanto, Ceres le dice a Zeus: ‘¿No la vas a soltar? Bien, voy a matar de hambre a la humanidad’”, cuenta la escritora acerca de la obra.
Júpiter dice que Plutón ama a Perséfone y que no puede quedarse solo. Entonces decide que la ninfa viva seis meses con su marido en el averno (otoño e invierno) y los otros seis (primavera y verano) con su madre en la Tierra. “Yo reescribo el mito, y Perséfone dice: ‘Pero ¿por qué me tengo que someter? Un hombre me raptó y otro me juzgó. Nadie me consultó. Yo quiero los besos de otras bocas, los abrazos sobre la gramilla bajo las estrellas. A mí no me gusta este lugar; cierto, soy la reina, pero me lo impusieron. Yo no lo amo. Y tengo derecho al amor’”, asegura la autora.
Entonces surge el argumento del libro de Garay. “Por eso fue que les agradó a las autoridades del Ministerio de la Mujer —prosigue—, porque no puede haber un destino predeterminado. Muchas mujeres se resignan y dicen: ‘Es el destino, qué voy a hacer, los hombres son así’. Pero no”.
La escritora afirma que la mujer es la que transmite las pautas culturales porque es la que cría a los hijos, pero es la que perpetúa el machismo. “Por eso, somos nosotras las que tenemos que transmitir valores de equidad y armonía a nuestros hijos e hijas, porque no tiene que haber una lucha hombre vs. mujer, sino una armonía entre ambos. Uno al lado del otro, no enfrentados. Ni uno con la violencia ni la otra con la apatía”, insiste.
Garay sostiene que, como la existencia es muy breve, debemos vivir en paz, en armonía. “No tiene que haber guerra de los sexos. Las mujeres debemos formar hombres que sean luces para el país; que cada ladrillito que se aporte con nuestras acciones vayan construyendo la muralla de una patria firme y armónica”, exhorta y añade que no tenemos por qué estar luchando los unos contra otros. “Tenemos que marchar hacia un futuro todos, hombro con hombro”, insta.
El libro también está dedicado a Hipatia de Alejandría. “Porque es la primera mujer de la que se tiene noticia que se dedica a las ciencias”, refiere y añade que en un principio se perseguía a los cristianos, pero luego se revierte la situación: los cristianos persiguen a los ateos. “Había mucho fanatismo. Por ello, los turcos queman la biblioteca de Alejandría, porque dijeron que si está en el Corán ya no hace falta y si no está es sacrílego”, explica y asegura que el fanatismo es producto de la ignorancia. “Todos eran intransigentes y fanáticos porque eran ignorantes. Hipatia es la primera mujer científica y, al final, la matan, la despellejan viva”, asevera.
Respecto al premio, la escritora refiere que Hérib Campos Cervera fue uno de los más brillantes poetas paraguayos. “Murió joven en el exilio, lastimosamente, y ahora un familiar suyo, el Dr. Rodrigo Campos Cervera, una bellísima persona, es el mecenas de esta premiación, y yo me siento muy halagada porque este libro —que es un grito de la mujer diciendo: ‘¡Escuchen mi voz!’— se acaba de lanzar, se presenta a un concurso en el que todos los jurados son hombres y gana un premio; por ello, para mí, tiene un doble valor: primero porque fue seleccionado por el Ministerio de la Mujer para ser lanzado por el Día de la Mujer Paraguaya y, segundo, porque me parece importante que una persona se transforme en mecenas y otorgue un premio que incentive la cultura”, apunta.
María Eugenia manifiesta estar muy contenta con el galardón, que es la placa. “Y quiero compartirlo y dedicárselo a todas las mujeres de mi país como un mensaje de esperanza y que no nos dejemos abatir por circunstancias adversas que siempre existen”, asegura y arguye que la vida es como ir caminando por una vereda: hay un lado soleado y uno con sombra. “Elijamos caminar por el lado donde da el brillo del sol y tracémonos metas alcanzables y, sobre todo, cultivemos el espíritu porque cuando partimos, nuestras manos van a ir vacías de cosas materiales, pero repletas de lo que el espíritu tiene”, concluye.
La insurrección de Perséfone se lanzó el martes 26 de febrero en la Casa Bicentenario de la Literatura “Augusto Roa Bastos” como un homenaje a la mujer paraguaya, dentro de la colección Kuña Reko, que presentan en conjunto el Ministerio de la Mujer, la Editorial Servilibro y el Comité de Equidad de Género de la Itaipú Binacional.
El galardón, que le fue concedido junto con Victorio Suárez y José Carlos Martínez, ganadores del primer y segundo premio, respectivamente, fue entregado el 25 de marzo en la sede de la Sociedad de Escritores del Paraguay.
Este premio para mí tiene un doble valor: primero porque fue seleccionado por el Ministerio de la Mujer para ser lanzado por el Día de la Mujer Paraguaya y, segundo, porque es importante que se otorgue un premio que incentive la cultura.
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