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Cuando nace una niña, como todo bebé, su mundo gira alrededor de su madre, por el vínculo que establece con ella a través de la lactancia. Pero llega un momento en el que el padre incursiona en su mundo y rompe ese vínculo. Este fenómeno casi siempre dura un tiempo y, luego, la niña retorna al círculo de su madre y adquiere los rasgos femeninos que desarrollará a lo largo de su vida.
Pero algunas veces, por algún motivo en el camino, se queda estancada en el círculo paterno, comienza a dejar de lado a su madre, se identifica más con su padre y desarrolla más, por ende, su lado masculino o se convierte en la “nena de papá”.
“Esta situación suele darse con frecuencia a partir de los tres años de edad e, incluso, llega a pasar inadvertida”, explica la sicóloga Nena Zelada. Si bien esta etapa de enamoramiento de la niña hacia el padre es normal, debe ser superada en forma natural en un periodo máximo de unos dos a tres años cuando la niña es capaz de ver al hombre de la casa como padre y no como un enamorado. “Esto se reafirma en la adolescencia, cuando la joven comienza a tener nuevas experiencias y construir nuevas relaciones. Sin embargo, en ocasiones, esto no es resuelto e inconscientemente se crean patrones muy destructivos en el vínculo afectivo con el padre y se acentúa la rivalidad con la madre”.
Generalmente, la “nena de papá” encuentra dificultad a la hora de formar una familia, ocupar el rol de esposa y pareja, tener hijos y criarlos, porque nunca deja de ser niña o es sobreprotegida o extremadamente caprichosa, dominante, autoritaria y muy competitiva. “En ambos casos les resulta difícil vincularse, porque para las que son aniñadas, nadie podría estar a la altura de papá, y las que son fuertes se sienten siempre superiores a los hombres y les cuesta recibir protección y, mucho menos, someterse”, expresa.
Por lo general, ellas escogen justificar a sus padres antes que criticarlos. Pero hay veces, también, que este no es un rol elegido, sino que se adquiere para compensar un vacío dentro de su propio sistema familiar. Al respecto, Zelada señala que todos somos fruto de una historia. “Muchas veces, estos vacíos del sistema familiar se dan por las propias carencias afectivas de los padres o porque sus experiencias vividas les produjeron ciertas frustraciones, lo que, evidentemente, contribuye a que descarguen todas sus neurosis en los hijos, lo cual crea efectos sumamente negativos en ellos”.
Entonces, ¿qué hacer si una mujer toma conciencia de que es una “hija de papá”? Y si no, ¿cómo ayudarla? “Lo importante es buscar la ayuda de un profesional que le oriente a situarle como mujer en los diferentes roles femeninos. Este es el primer paso y el principal de todos”, asegura.
Cómo enfrentar este síndrome
*Estar en comunión en todo, porque cuando existen diferencias, no hay consenso y desautorizaciones; hacen que exista una brecha en la familia y allí se da lugar a que los chicos confundan el papel de los padres, así como su propio rol dentro del ámbito familiar.
*Tanto mamá como papá deben tener una sola voz siempre, aunque disientan sobre algunos puntos, pues son los pilares afectivos y psíquicos de sus hijos, y eso les ayudará a tener seguridad y confianza en sí mismos.
*El padre tiene una representación muy importante en todo esto. Al otorgar a su esposa el papel que le corresponde en la familia, logrará poner siempre un límite y que cada cual ocupe el rol que le corresponde.
*Las madres, a su vez, deben asumir su rol de mamá y acompañar con cariño el proceso de crecimiento de sus hijos, lo cual les dará seguridad emocional y afectiva dentro del seno de la familia.
Características de la “nena de papá”
Generalmente, se pueden manifestar de dos maneras muy marcadas:
La niña mujer:
• Es incapaz de asumir su rol de mujer y se muestra siempre adolescente.
• Necesita siempre protección.
• No puede dar, solo recibir.
• Es aniñada y sumisa, incapaz de tomar decisiones o asumir sus errores.
La arrogante:
• Mantiene siempre una actitud crítica para con los varones.
• Es fuerte, autoritaria, altiva y líder.
• No deja que la cuiden.
• Es autosuficiente.
En ambos casos se desarrollan y amparan bajo la figura paterna.
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