La era de Melania Trump

Es un papel que viene dado, nadie se inscribe, pero ser la primera dama de los Estados Unidos imprime carácter, siempre en función de la propia personalidad. Melania Trump ha recogido el testimonio de Michelle Obama y se estrena como anfitriona de la Casa Blanca.

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Con Melania, esposa del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, 45 mujeres de distinta procedencia y origen han pasado como inquilinas por la Casa Blanca, y todas ellas, de una forma u otra, han ejercido un papel importante en la política social del país.

Algunas de las más recordadas fueron Jacqueline Kennedy, Michelle Obama, Hillary Clinton o Nancy Reagan.

El papel de primera dama nadie lo pide, se asume y en función de la personalidad, valores y actitudes se desarrolla con mayor o menor carisma. Según indica Rafael García, director del Grado en Diseño de Moda de ESNE –Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología de Madrid, España–, “la labor de estas mujeres sirve para hacer más cercano al líder político”.

Al igual que hicieran sus antecesoras, Melania, quien ahora se enfrenta a las inevitables comparaciones, ya sabe que acaparar miradas, sonrisas y ganarse el cariño de los americanos empieza por su forma de vestir y mostrarse ante los demás.

Melania Trump, de momento, apuesta por diseños que cubren la piel, con lazadas al cuello, tejidos naturales y opacos, decisión que no extraña, dado que su imagen siempre ha estado asociada a su profesión de modelo, “por lo que se deduce que en su forma de vestir no va a haber discurso, en el sentido de que será más contenida que su antecesora”, indica García.

“Cada una con su particular estilo, todas han coincidido en lucir pocos complementos y no han querido llamar la atención para que brillaran sus maridos”, puntualiza García.

Melania, en el acto de juramento de su esposo, lució un modelo en azul pastel, con manga hasta el antebrazo y con el complemento, muy comentado, de unos guantes en el mismo tono. Su marido hizo lo habitual en los presidentes, portando un traje de chaqueta clásico en tono oscuro con la corbata roja.

Para el habitual baile después de la ceremonia, Melania Trump apostó por un vestido blanco del diseñador francés Hervé Pierre, de líneas rectas y sencillas con unos interesantes volúmenes en organza, color blanco.

Las primeras damas antes de Melania se habían decantado por teñir sus vestidos con los colores de la bandera de los Estados Unidos –azul, rojo y blanco– como gesto de patriotismo y cercanía. “Hillary Clinton y Laura Bush eligieron el azul y blanco, respectivamente, para acudir a la toma de posesión de día”.

El tono rojo va ligado a la valentía y la fuerza, el azul a la justicia y el blanco a la pureza, sinceridad e inocencia, color que eligió Melania Trump el día que su esposo, Donald Trump, se proclamó vencedor en las elecciones presidenciales.

El estilo de Jacqueline

La esposa de John F. Kennedy, quien habitó la Casa Blanca siendo muy joven, con solo 31 años, fue criticada por vestir diseños europeos. Por su parte, Nancy Reagan prefirió para ese solemne acto un modelo con un hombro al descubierto, creado por James Galanos. Al principio, la jovencísima Jacqueline Kennedy se aburría en la Casa Blanca, pero, al poco tiempo, hizo política a su manera y con sus armas: el vestuario y la nueva decoración de la residencia presidencial en Washington. Bárbara Bush, la abuela más elegante de la Casa Blanca, apareció en el baile inaugural de 1989 con un vestido azul, con corpiño de terciopelo y falda de seda de raso drapeado asimétrico.

Tras los “reinados” de Jacqueline Kennedy y Nancy Reagan llegó el momento de Hillary Clinton, una mujer de carácter, que tras el escándalo de su esposo, Bill Clinton, con la becaria Mónica Lewinsky, tomó un papel más activo en la política.

Con esta infidelidad llegaron los cambios en los estilismos de Hillary, que para la primera jura de su esposo como presidente se decantó por un conjunto salmón, a juego con la corbata, de su marido. “Para la segunda optó por un total look azul, color americano, sombrero y pendientes a juego, con la intención de cambiar su estrategia y tomar mayor protagonismo en política”, recuerda García.

Laura Bush, para el gran baile de la toma de posesión de la segunda legislatura de su esposo, lució un vestido en tono plata cuajado de cristales austríacos, firmado por Óscar de la Renta.

Por su parte, Michelle Obama mostró desde el primer momento su personalidad arrolladora, cuando lució un conjunto amarillo-verdoso con hilos dorados firmado por la diseñadora Isabel Toledo, americana de origen cubano.

“Quizá la elección de ese color fue el avance del papel que iba a desempeñar”, cuenta García, quien recuerda que en el segundo mandato, la mujer de Obama cambió de estrategia y apostó por un abrigo en tonos azules y guantes malvas.

Michelle Obama, al igual que Jacqueline Kennedy, rompió moldes y apostó por un tono poco usado; sin embargo, le favorecía e iluminaba su piel, al igual que el arrebatador modelo de chifón de seda con flores de organza y cristales de Swarovski de Jason Wa, que lució en su primer baile presidencial. Una anécdota relevante es también la que puso Rosalynn Carter, elegante, discreta y muy sencilla, quien el día que su marido Jimmy Carter asumió la presidencia, en 1977, portó el mismo vestido que estrenó cuando nombraron gobernador de Georgia a su esposo.

Sin duda alguna, Michelle Obama, la primera afroamericana en ser la anfitriona de la Casa Blanca, ha sido una mujer con carisma, cariñosa y de personalidad arrolladora que ha emocionado con sus discursos. Durante los ocho años que su marido, Barack Obama, ocupó el puesto de presidente de los Estados Unidos, su elocuencia, espontaneidad, don de gente y simpatía en el momento de presentarse ante el público ha cautivado a todo el mundo.

Por su parte, Betty Ford, esposa del presidente Gerald Ford, desde 1974 a 1977, participó activamente en causas de política social y fue reconocida como una de las mujeres con mayor impacto en la cultura e historia de los Estados Unidos.

Pat Nixon, mujer del presidente Richard Nixon quien ocupó la presidencia entre 1969 y 1974, fue profesora y tiene en común con Melania que también fue modelo, una profesión que en aquella época no estaba bien vista, aunque hoy es diferente.

Los tiempos han cambiado y con esa ventaja se presenta Melania Trump como anfitriona de la Casa Blanca, quien a sus 46 años, y a la sombra de su marido, comienza una andadura como primera dama de los Estados Unidos de América.

EFE/Reportajes

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