La era de los viaductos peatonales

Cuando la modernidad, la expansión urbana y el flujo vehicular se apoderaron de Asunción, sobrevino la fiebre de los viaductos peatonales como una solución. Era la última moda de los años 70. Poco tiempo duró el entusiasmo y el amor se convirtió en odio e

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La construcción de las pasarelas para peatones prendió fuertemente en Asunción a finales de la década del 70 y ya entrados los años 80. La capital paraguaya estaba experimentando por primera vez elementos urbanos que en otras partes del mundo hace tiempo se habían consolidado. Un ejemplo eran los semáforos, que en la Madre de Ciudades recalaron recién en mayo de 1974, siendo la última capital de Sudamérica que no contaba con estos ordenadores.

El 14 de mayo de 1975 también se había habilitado el primer viaducto del país en la avda. Eusebio Ayala y General Santos, y se había hablado de otros que quedaron en proyectos.

En este ambiente, las pasarelas peatonales vendrían a ser como complementos ideales y necesarios. Entre la curiosidad y el escepticismo por lo novedoso, el anuncio de los estudios para construir varios viaductos para la gente de a pie —en zonas de mayor densidad poblacional y de tal forma a evitar accidentes de tránsito— se hizo en mayo de 1977.

Efectivamente, al año siguiente se tomó la decisión de concretarlos con el objetivo de “salvar muchas vidas, porque habrá menos posibilidad de que ocurran accidentes de tránsito fatales que afectan fundamentalmente a los peatones”, según decía el entonces director de Desarrollo Urbano de la Comuna capitalina, Arq. Miguel Ángel Solís.

Entre las justificaciones sostenía que el peatón asunceno era “muy generoso” en cuanto a ofrecerse a cruzar una calle sin precaución alguna. “Además es impaciente, porque ni siquiera quiere aguardar el pantallazo de la luz roja para cruzar la calle, y si en ese momento no hay tránsito automotor, pasa a la otra vereda”, señalaba Solís.

Los semáforos, para entonces, todavía no habían prendido en la población y se prestaba poca o nula atención a esta señalización luminosa que, además, seguía siendo escasa: “Como el ser humano busca la línea del menor esfuerzo, prefiere arriesgarse y cruzar la calle aún cuando haya vía libre para los vehículos”, sostenían los expertos y defensores de los pasos peatonales a desnivel.

Llegó el primero

La primera construcción que se concretó fue la del viaducto peatonal frente al Colegio Nacional de la Capital, en la avda. Eusebio Ayala y Vicepresidente Sánchez. Había un pequeño supermercado y varios negocios en la zona, lo cual concentraba mucha gente.

Según datos de la Municipalidad, tal medida iba a “salvaguardar la seguridad de los 3500 alumnos que poseía entonces la institución”. Se mencionaba que, al término de las clases, los estudiantes se precipitaban en tropel sobre la avenida, poniendo muchas veces en peligro sus vidas en medio del tráfico de unos 1000 vehículos que circulaban por hora en el trecho. 

El puente aéreo estaba hecho en concreto armado de 4 m con 55 cm de altura y el costo de unos G. 2.000.000. Empezó a construirse en octubre de 1978, y cuando la obra llevaba dos meses, en diciembre, un camión de carga se llevó por delante una de las vigas transversales del encofrado, causando un gran revuelo que casi abortó la obra. Los constructores se quejaron de que nadie respetara los carteles de desvío y los usuarios decían que el viaducto era más bajo que el de la avda. General Santos, que apenas tenía tres años entonces.

Pese a los contratiempos, la obra estaba terminada para febrero de 1979, pero, al inicio de las clases, los estudiantes demostraron que seguían prefiriendo cruzar la calle sin tener que subir las escaleras del puente. Como el mal ejemplo cundía, los vecinos y clientes de comercios de la zona tampoco se esforzaban en utilizar la flamante pasarela. Incluso, muchos desubicados la utilizaban como baño en horas de poca luz.

Frente al ISE

Ese mismo mes se llevó a cabo la apertura de sobres para la construcción de un nuevo viaducto peatonal sobre la avda. Eusebio Ayala (Km 4,5) frente a la Escuela Nacional de Educación Física (hoy Instituto Superior de Educación), durante la administración del intendente Porfirio Pereira Ruiz Díaz. Sin embargo, la obra arrancó un año después, en febrero de 1980.

En agosto del mismo año comenzó la construcción del tercer viaducto peatonal sobre la avda. Eusebio Ayala y Choferes del Chaco. Lo novedoso de este paso a desnivel era que no llevaba pilar central en medio de la avenida. Se habilitó en diciembre. No mucha gente se acostumbró a utilizarlo, pese a la gran concurrencia que merodeaba la zona, donde eran muy características las enormes botellas de la entrada a la firma láctea EPA. Incluso, la Comuna debió colocar obstáculos en el paseo central de la avenida para obligar a los peatones a utilizar la pasarela para el cruce.

También, en diciembre de 1980, el Ministerio de Obras Públicas decidió colocar otra pasarela peatonal totalmente metálica frente al complejo educativo de la Universidad Nacional de Asunción en San Lorenzo, que sigue en pie. 

En noviembre de 1981 se habilitó otra flamante estructura metálica similar en la avda. Eusebio Ayala y Madame Lynch-Defensores del Chaco (ex Calle Última). Su condición metálica la convertía en una estructura desmontable que permitiría trasladarlo a otro sitio en caso necesario.

Olvido y deteriorada

Los viaductos peatonales de Asunción apenas habían superado los 10 años para que se convirtieran en blanco de toda crítica. Debido al poco uso, la Junta Municipal recomendó el retiro del último en ser colocado: el viaducto de Eusebio Ayala y Madame Lynch, en 1994. Pese a ser el más “nuevo”, era el más deteriorado y, además, reinaba la falta de higiene. Finalmente, fue desmantelado en mayo de 1995 tras unos meses de clausura y se lo reinstaló sobre la ruta Transchaco, en Loma Pytá, porque los vecinos habían clamado por el puente para cruzar la marea vehicular de la arteria. 

Como tampoco nadie utilizaba, las comisiones vecinales se habían comprometido a “educar” a los lugareños, pero no sirvió más que de “adorno”.

El fin del siglo y comienzo del milenio no le vino bien a los viaductos peatonales de Asunción. Así como sobrevino la fiebre de sus construcciones, se desencadenó una ola de desmantelamientos. El ubicado frente al CNC fue retirado en 1999 para la ampliación de la avda. Eusebio Ayala. Luego corrió la misma suerte el de Choferes del Chaco, en el 2000.

El último en desaparecer fue el ubicado frente al ISE en el 2015, tras años de reclamo de los frentistas y pese a haber marcado una presencia inconfundible en el lugar durante mucho tiempo.

Cultura del menor esfuerzo

Para el Arq. Gustavo Glavinich, el hecho de que la ciudadanía asuncena no se haya adaptado a los viaductos peatonales tiene que ver con la “cultura del menor esfuerzo del paraguayo, que no quiere subir escaleras para cruzar una calle”. Además, por el hecho de ser pasarelas cerradas, varias de hormigón, o tener enormes carteles publicitarios favorecía a que se convirtieran en baños públicos.

Es una falta de cultura de las buenas prácticas de convivencia en la ciudad. “Los peatones prefieren arriesgar sus vidas cruzando una calle en diagonal, a mitad de cuadra, sin ir hasta las franjas peatonales”, insiste Glavinich al destacar que habría que trabajar en el fortalecimiento y consolidación de una cultura urbana.

Solo así se explica que los viaductos peatonales, tan exitosos en cualquier otra ciudad civilizada, estuvieran de adorno y de paso por Asunción. Lo penoso es el gasto que representó instalarlos y también retirarlos.

EN LA VÍA FÉRREA

Al margen de la vida asuncena moderna, el primer puente peatonal del Paraguay fue el ubicado sobre la Vía Férrea, en las inmediaciones de la estación del Ferrocarril Central Carlos A. López. Se había construido en 1904 y la estructura era totalmente de hierro. La pasarela estaba destinada a los habitantes de la Chacarita, para que pudieran cruzar las vías del tren sin arriesgarse.

El uso de esta pasarela era obligatorio, pues estaba prohibido caminar sobre los rieles. Además, era un atractivo para la gente que subía al puente a observar el paso de los trenes de carga y pasajeros. Tal vez por eso haya resistido hasta los años 80. Lastimosamente, en lugar de ser parte de una pieza de museo abierto del Ferrocarril, fue vendido como chatarra.

PLAZA DE LA DEMOCRACIA

El 22 de abril de 1995 se inauguró el primer estacionamiento subterráneo de Asunción en uno de los sectores de la Plaza de los Héroes. Encima estaba la Plaza de la Democracia con un pergolado gigante, torres de enfriamiento y una pasarela metálica de llamativo diseño. Lo inauguraron el intendente Carlos Filizzola y el presidente Juan Carlos Wasmosy.

Poco después, durante un festival por el Día de la Madre y la Patria, la pasarela se derrumbó dejando varios heridos cuando la gente se agolpó encima para participar de la peña. Pese a los anuncios, nunca se reconstruyó y el lugar quedó a la deriva.

CIUDAD DEL ESTE, PIONERA

Pese a ser la capital de la República, Asunción no fue la pionera de los modernos pasadizos aéreos peatonales. La moda empezó en Ciudad del Este, entonces llamada Puerto Presidente Stroessner, que había sido proyectada como Ciudad Jardín. En la capital del Alto Paraná comenzó la construcción del primer viaducto peatonal, en 1976, y se hizo a la par de la pavimentación de la Ruta 7, en el tramo que conduce al Puente de la Amistad.

El segundo se construyó en 1980, también sobre la ruta 7, a la altura de la calle Boquerón para el tramo ya direccionado hacia Coronel Oviedo.

Ciudad del Este, al parecer, es la única ciudad donde se siguen utilizando y han tenido éxito.

pgomez@abc.com.py 

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