Cargando...
Sube a escena La duda, del autor norteamericano John Patrick Shanley, quien también adaptó y dirigió la película protagonizada por Meryl Streep. La obra trata de la sospecha de la madre superiora, directora de un colegio católico de Nueva York, de que el padre Fernando, el párroco, mantiene relaciones impropias con un alumno y los vanos intentos del cura de defenderse de esa acusación. Dirigida por José Luis Ardissone, componen el elenco Alicia Guerra, Hernán Melgarejo, Julieta Portillo y Laura Ferreira.
“Conocí la obra estando en Buenos Aires y empecé a perseguirla. Tratamos de conseguir los derechos a través de la Embajada de EE.UU., pero nos los negaron”, comenta José Luis Ardissone. El inconveniente era que no podían representarla mientras estuviera en cartelera en Buenos Aires. “Afortunadamente, a fines de 2012, nos comunicaron que teníamos el permiso gracias a las gestiones del Departamento Cultural de la Embajada de los EE. UU.”, prosigue.
Mientras Ardissone esperaba la autorización, empezó a trabajar en la traducción de la obra. “Un trabajo largo y S complicado”, refiere. Desde el comienzo, tenía una idea del reparto, pero no quiso convocar a nadie hasta tener la certeza de que podía representarla. “Pero ni bien obtuve los derechos, hablé con cada uno de ellos y formamos este elenco”, cuenta.
Según el director, La duda no es precisamente una obra sobre la pedofilia. Es una lucha contra nuestra propia conciencia, porque muchas veces juzgamos actos como si fuéramos los absolutos jueces y no vemos el otro lado de las cosas. “Es sobre todo una lucha entre los valores morales tradicionales y nuevas ideas”, explica.
Para Alicia Guerra —la madre superiora—, su aceptación para participar en la obra fue el sí más espontáneo en muchos años, porque la conocía a través de la película. “Sabía que estaba basada en una obra de teatro, pero nunca la había leído. Son uno de esos personajes soñados que, cuando uno los ve, piensa: ‘Qué divino poder interpretarlo alguna vez’”, revela.
Alicia manifiesta que, actoralmente, se presentan desafíos cada día que ensayan. “Estoy muy satisfecha con la obra”, afirma.
Hernán Melgarejo —el padre Fernando— comenta que aceptó ser parte del elenco porque estaba seguro de que iba a ser una gran obra, más aún luego de leer el libreto. “Este dramaturgo me parece genial, cómo expone todos estos temas y te mantiene pendiente durante toda la obra”, refiere y asegura que su personaje es maravilloso. “Representa al ser humano en sus contradicciones, así como esa nueva visión, al contrario de la madre superiora, quien es más tradicional, por lo cual ambos chocan desde el principio”, cuenta.
Julieta Portillo —la joven hermana Julia— quedó encantada con la historia, el elenco y su personaje. “Un ser muy inocente y de buen corazón, que está en medio de la madre superiora y el cura, y gira en torno a toda esa duda que se va creando a lo largo de la puesta”, indica. “Es también la que, inocentemente, plantea el tema de la obra”, acota Ardissone.
Laura Ferreira —la señora Müller, la madre del niño— revela que la propuesta del director la tomó por sorpresa y en un momento clave de su vida, dado que quería regresar a las tablas y estaba en busca de sus raíces. “José Luis me plantea ser una madre negra. No conocía la obra, pero en sí representaba un desafío y coincidió con mi búsqueda. Me siento muy dichosa de poder trabajar este personaje y más con un director como él”, manifiesta.
El director confiesa que se emociona en cada ensayo cuando ve cómo el actor va esculpiendo su personaje y de una masa bruta van surgiendo los caracteres de cada uno de ellos. “Trato de contenerme para poder trabajar con más libertad, porque el trabajo que está haciendo cada uno de ellos es sorprendente”, expone y cuenta que, a pesar de que la obra no está estrenada, tienen ya invitaciones para viajar al exterior. “Así que esperamos lucirnos”, concluye.
La duda se estrena el viernes 12 de abril y seguirá en cartelera hasta el domingo 12 de mayo, de viernes a domingo.
Argumento
La madre superiora, directora una escuela primaria católica, cree descubrir actitudes sospechosas entre un sacerdote y un alumno del sétimo grado. La monja comienza una implacable investigación, incluso sin contar con pruebas. El cura, consciente de esta persecución, trata inútilmente de defenderse, para lo cual recurre a una joven novicia.
Pero la madre superiora está decidida a obligar al sacerdote a confesar la verdad y ambos se enfrentan en una tremenda disputa moral, y es entonces que se plantea el dilema: ¿es culpable el cura?, ¿tiene razón la directora en acusarlo de un delito sin estar segura de su culpabilidad?, ¿está permitido mentir para hacer el bien? Llegar a la verdad no es fácil. Solo una cosa es segura: la duda.
mpalacios@abc.com.py