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Libertad, aventura y un toque de espontaneidad parecen ser la fórmula perfecta que acompaña a los “rodanteros” o personas que viajan en casas rodantes. Este tipo de turismo, altamente extendido en Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, llega a Paraguay por segunda vez de la mano del brasileño Cassio Henrique Jorge Bobra, mentor de los encuentros de “rodanteros” en nuestro país. Ya en setiembre de 2012 estuvieron por la ciudad de San Bernardino y “estacionaron” en el Hotel Brisas del Mediterráneo. La experiencia les resultó sumamente grata, por lo que decidieron repetir la aventura.
ABC Revista se reunió con ellos para conocer más sobre este estilo de vida, en el que los protagonistas son dueños absolutos de su tiempo, no necesitan realizar reservas de hoteles, están lejos de los horarios de check in y muy cerca de la naturaleza, de los imponentes paisajes. Viajar en este tipo de vehículos, sin duda alguna, te asegura un paseo placentero, sin prisas ni preocupaciones, porque estos fanáticos no necesitan parar, necesariamente, en un camping. Allí donde les agarra la noche cierran las cortinas y se van a dormir. A la mañana, se levantan y se dan el lujo de salir y tomar un desayuno en el mejor paisaje. “Y no solo eso —nos dice el matrimonio conformado por el abogado Marco Antonio Franco Bueno y la bancaria Elisete Franco Bueno—. En nuestro motorhome comemos, nos aseamos y nos desplazamos durante las vacaciones, y con todos los objetos personales a mano”. Ya recorrieron casi todo el litoral del Brasil. Viajan ocho veces al año, aproximadamente. Llegaron hasta Ciudad del Este cuando todavía era conocida como ciudad Presidente Stroessner. De aquel tiempo a esta parte, encontraron mucho progreso. El matrimonio, gentilmente, nos dejó fotografiar sus espacios. A simple vista se ven confortables y bien decorados. Dormitorio con todas las comodidades, living con mesa que funciona perfectamente como comedor y escritorio. Cocina con repisa y estantes donde están colocados todos los enseres con protectores antideslizantes. El baño es pequeño pero coqueto. No falta nada: heladera, zapatero, lavadero. Y en este punto de lavar, la higiene no es problema. El agua se carga en cualquier estación de servicio o en alguna canilla amiga, y se usa para la cocina y el baño. Además, se calienta con un pequeño calefón automático que llevan a bordo. Es importante saber administrar el agua a la hora de ducharse. Se trata de un modelo conveniente a nivel económico, especialmente cuando los tripulantes son cuatro pasajeros o más. Pero en el caso que nos ocupa, los “rodanteros” que viajan casi en su totalidad son dos: marido y mujer, en su mayoría “aposentados”; es decir, jubilados. Algunos con hijos ya mayores, otros sin hijos. Cassio Enrique, el responsable de los encuentros entre “rodanteros”, es la excepción. Viaja con su esposa, Regiane Zerbetto Jorge, y sus pequeños hijos: Vítor Hugo y Pedro Henrique. Todas sus vacaciones eligen hacerlas en este medio y no dejan nada, ni bicicletas, ni pizarras ni peluches, para que los querubines se sientan como “en casa”.
Edgar Treicher y su esposa, Edith, son oriundos de Campo 9, también fanáticos de las casas rodantes. La suya compraron a través de internet, y en ella viajan desde hace un año y medio. “Siempre veía en las películas americanas y me gustaba mucho”, confiesa el señor Treicher. Hizo su sueño realidad y ya llegó hasta Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, Argentina y Paraguay. Los destinos más elegidos o preferidos cuando van por Chile o Argentina son Ushuaia, El Calafate, El Chaltén y, en Chile, Torres del Paine. “El viaje es cómodo”, dice Edith. “Son pequeños departamentos sobre ruedas”, añade.
Viajar en motorhome ofrece ventajas: tenés tu ritmo de viaje, parás donde querés, dormís donde querés, podés cocinar sin depender de restaurantes ni del clima. “La casa es pequeña, pero el patio trasero es grande”, expresa Denize Vogas, quien viaja con su suegra María Elisa Vogas y su esposo, Carlos Vogas. El viaje más largo que realizaron fue por el norte del Brasil. “Duró 82 días”, cuenta Carlos. “El año pasado fuimos a Perú e hicimos 14.000 km; a Paraguay es la primera vez que venimos y nos gustó mucho”. Para ellos, los mejores destinos para ir son absolutamente todos. “Pasamos por grandes ciudades, parques, pequeños pueblos, playas y montañas”, detalla María Elisa. Según el caso, duermen en campings, calles, plazas de pueblos, cerca de estaciones de bomberos o de la policía en grandes ciudades o en medio de la nada cuando el paisaje lo predispone. Es el segundo vehículo que adquieren, y cuentan con cocina externa e interna y televisor también en interior y exterior. Llevan una moto para pasear con mayor comodidad en los lugares donde deciden “anclar”. Marilia y Eduardo Cardozo de Souza son otra pareja que lleva tres años viajando. Son de Goias, estado de Goiana, también son “aposentados” o jubilados, al igual que Beatriz y Claudio Abenzoado Gomes. “Ya recorrimos todo el Mercosur”, dice Beatriz. Vienen de Rio Grande do Sul y ya es el tercer motorhome que tienen.
Todos los “rodanteros” coinciden en que no experimentaron peligro alguno en sus viajes. “Siempre todo muy tranquilo”. En nuestro país, fueron escoltados por la Policía Caminera hasta sus salidas. Quedaron contentos durante su estadía y prometieron volver a fines de este año.
Definitivamente, para muchos, viajar en este tipo de vehículos significa ser dueño absoluto de sus tiempos. Toman la decisión y piensan en un viaje de este tipo con la idea de “probar algo diferente”. Antes de arrancar es importante elegir el motorhome que se ajusta a sus necesidades, tener el seguro y los permisos de cruces fronterizos en regla, además de los documentos personales, claro. Hay modelos para andar por ruta, más tranquilo, o 4x4 para los aventureros que planean ingresar por caminos agrestes de ripio, montañas, arena hasta nieve... Viendo estos remolques, uno se pone a pensar si la cantidad de espacios y muebles que se tiene en las casas es realmente necesaria.
Las primeras
Las primeras casas rodantes aparecieron por los años 40, como una alternativa para que los surfistas californianos puedan desplazarse con comodidad y, al mismo tiempo, mantenerse en un lugar determinado a bajo costo. Con el paso del tiempo, familias que deseaban hacer viajes por carretera de manera cómoda y con un presupuesto bajo empezaron a adoptarlas. Al principio, estos remolques contaban con una cama y cocina; posteriormente, se les agregaron baño, comedor, aire acondicionado, televisor, heladera, GPS y otras comodidades de la vida moderna.
ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Guido Carvallo.