Hay quienes se cruzan con él en los pasillos de los tribunales y lo llaman Adolfo Jorge Kronawetter, el abogado. Pero para nosotros será siempre Kike Krona, el de los boleros, el que lo hace todo a su manera. Nacido en Asunción, en 1941, desde temprana edad mostró interés por la música. Tanto es así que el año que viene celebrará sus 60 años con la música, seguramente rodeado de quienes lo acompañaron siempre y en distintos momentos de su carrera: desde la época de gloria de orquestas como la Habanna Jazz, pasando por el furor de los conjuntos bailables de los 70, hasta llegar a su faceta del Kike solista con sus boleros entrañables.
Si bien encontró su lugar como frontman entonando los himnos románticos de ayer, hoy y siempre, en sus inicios Kike Krona marcaba el ritmo de la música sentado detrás de una batería. “Me gustaba mucho la percusión. Yo tocaba el bongo en la orquesta de Alfredo Riquelme, la misma en la que cantaba mi primo Johnny Torales. Así fue como le agarré el pulso a la batería; inclusive empecé a estudiar con Nene y Papi (Barreto), y ahí aprendí a amar el jazz. Allí empezó todo mi amor por la música de verdad”, recuerda.
Como no podía ser de otra manera, Kike también pasó por la casa de los hermanos Barreto, ambos referentes y grandes conocedores del jazz en una época en la cual acceder a ese tipo de música demandaba gran esfuerzo y energía. Con una pequeña radio de largo alcance, se reunían para escuchar a la orquesta de Lalo Schifrin y otras en un programa de radio transmitido desde Buenos Aires.
“Escuchando esos programas pudimos conocer muchísimas orquestas. Allí aprendí a querer en serio a la música y a estudiar con doña Pepita Faella, la mamá de Oscar Faella, que fue la formadora de muchos músicos en teoría y solfeo, y después me tocó la oportunidad de tocar con el maestro Alfredo Riquelme y fui escalando de a poco. Así llegué a la orquesta de Alberto Evans, que fue la recordada Habanna Jazz, donde Palito Miranda tocaba el saxo alto y yo, la batería”, cuenta Kike.
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Pasó por orquestas que marcaron época, como la Harmony Club, entre 1959 y 1960, con la cual recorrieron la noche de Buenos Aires llevando su música a los locales nocturnos del microcentro porteño. “Imaginate que a la noche nos encontrábamos por allí con Los Bachilleres, orquesta que estaba integrada por Oscar Cardozo Ocampo. Allá habremos estado unos cuantos meses, volvimos y se desintegra la Harmony Club. Ahí me puse a pensar qué era lo que iba a hacer, porque la música yo la llevo en el alma desde siempre y es cuando surge la oportunidad de entrar a la Big Boy, Serenaders, una orquesta que marcó época también”, rememora sobre esta agrupación que integró entre los años 1960 y 1965.
De los palillos al micrófono
Un día, Kike Krona se cansó de todo. “Ya no quería ser músico, quería llevar la vida normal que llevaba un muchacho joven de mi edad en esa época, quería irme a las fiestas, quería hacer un poco de vida social con los perros, pero al final me iba a los bailes y les escuchaba a las orquestas otra vez”, dice entre risas.
Pero ese hartazgo no le duraría demasiado; enseguida se replanteó la situación y las ansias por pisar nuevamente un escenario lo invadieron. Luego de un viaje a Buenos Aires para ver jugar a la Albirroja ante la Selección argentina, se encontró con que otra orquesta que sonaba en las fiestas más convocantes de la ciudad lo aguardaba. Eran Los Jokers quienes buscaban su inclusión en la percusión. “Fuimos a actuar a Pedro Juan Caballero y yo empezaba ya a cantar temas melódicos; mientras el trompetista pasaba a la batería, yo me levantaba y cantaba boleros. Cuando eso estaba muy de moda Tito Rodríguez y su tema Inolvidable. Poco después nuestra cantante Gladys Cañete abandona el grupo y así fue como finalmente quedé en la voz”, refiere Kike sobre la orquesta en la que activó fuertemente entre 1965 y 1989. “Los Jokers sonaban muy bien, teníamos trompeta y saxo. Imaginate que éramos unos locos para tocar temas de Earth, Wind & Fire en esa época”, agrega.
Luego de esa primera etapa con Los Jokers, agrupación a la que volvería años después, Kike decidió formar el grupo Cristal, en el que activó hasta 1993 con mucha aceptación entre el público.
Se hizo de nombre interpretando grandes éxitos de Armando Manzanero, Chico Novarro y Charles Aznavour. Coqueteó con el contagioso ritmo tropical de los Wawancó y ostentó su poderoso registro vocal emulando a crooners como Bing Crosby o Frank Sinatra. “Lo mío siempre fue la música romántica y, ante todo, me considero un buen intérprete; componer no es mi fuerte. Me considero uno bueno porque siempre está en mí la fuerza por interpretar, por vivir la música”, asegura el abogado amigo de los músicos, considerado así por su solidaridad para con sus colegas cuando lo necesitan.
Una vida con la música
A través de los años, Kike Krona probó ser un prolífico artista y prueba de ello es su variada producción discográfica, siempre orientada a la música romántica. Así, se destacan los álbumes Solo para enamorados de 1978 y los materiales editados junto a sus compañeros de Los Jokers. También fue presidente del Sindicato de Músicos del Paraguay por diez años.
“Nosotros hacemos música en vivo, yo no estoy de acuerdo con que hoy se haga todo grabado, todo secuenciado. Es más, algunas voces ya vienen grabadas y los cantantes hacen mímica nomás, eso no tiene que ser así. Yo no soy el dueño de la verdad, pero esa es mi verdad. La música se tiene que cantar en vivo. En televisión se usa mucho el famoso playback, pero uno tiene que arriesgarse un poco y cantar en vivo; es lo que corresponde”, asevera y agrega que, para él, los músicos románticos son una especie de artistas de colección. “A esta altura de mi vida, hacer música es una gracia de Dios y un privilegio que muy pocos podemos darnos”..
70 años de amistad y música
El material que acompañará la edición de nuestro diario el viernes 28 está cargado de historia, anécdotas y algunos temas nuevos. El disco fue preparado en el estudio de Luis Álvarez y contiene canciones en vivo como Noelia con la Retroband y Mía con arreglo del recordado Lobito Martínez.
Se destacan también antiguas grabaciones como New York, New York de Frank Sinatra, en la voz de Kike Krona y Emilio García, y Mi carta, grabado con Los Bemoles, antes de su disolución. El nombre del disco está inspirado en su edad biológica.
david.messina@abc.com.py
Fotos ABC Color/Virgilio Vera
