Jugar es vivir

Para el niño, el juego es todo. Le permite desarrollarse en lo físico, psíquico y social. Jugar es una actividad innata y esencial. Desde que nace, mientras juega, explora la realidad, tiene la oportunidad de conocer el mundo que le rodea y a sí mismo.

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El juego es el motor de la vida del niño. Los juguetes son instrumentos para su desarrollo y felicidad. También, son un medio de socialización primario. A través de estos se establecen las primeras interacciones con el adulto, primero, y con sus iguales, después. “El juego es lo más importante para el desarrollo del niño. Uno que no juega es un niño que preocupa”, explica la Lic. Rosario Franco, sicóloga clínica.

El trabajo del infante es jugar. Para él, es algo muy serio, que desarrolla absolutamente todo. A través del juego recrea situaciones de la vida diaria; acomoda, asimila, explora y desarrolla su pensamiento simbólico, que es muy importante. “Los niños no necesitan juguetes tan sofisticados. Cuanto menos haga un juguete, más va a hacer un chico. Uno que juega va a tener más imaginación; por lo tanto, es mucho más inteligente y creativo. Va a poder adaptarse al juego social con sus pares”, comenta.

Interacción

El niño hace su interacción lúdica con sus pares a partir de los cuatro años. Obviamente, hay chicos que van temprano al jardín y otros que tienen hermanitos. Hasta ese momento, comparten el mismo espacio, pero a partir de los cuatro años descubren que hay otro. “Es decir, se descubre en sociedad. Entonces, empieza a jugar, a ensayar el compartir y ser un ser social”.

Es tan importante el juego porque a través de él recrea su propio mundo. Lo que para la madre es un desorden, para él es parte de su creatividad y construcción. 

Según la profesional, muchas madres se escandalizan porque los pequeños hablan solos o les hacen hablar a sus autitos. “¡Eso es sanísimo!, porque están recreando su imaginación. Esos muñecos son sus papás que tienen diálogos. A través del juego liberan tensiones y angustias. Nunca hay que menospreciar el juego de un niño”, enfatiza. 

Así también, cuando invita a jugar, hay que hacerlo con sus reglas y condicionantes. Cuanto más libre sea, más posibilidades tiene de explorar, conocer y ver sus posibilidades, el asombro. “Cuantas menos cosas tenga un juguete, mejor le va a hacer al chico”, detalla. Eso hasta que tenga la edad para aprender que hay juegos con reglas, como la Oca, por ejemplo. 

Últimamente, se puso muy de moda la estimulación temprana. Al respecto, la profesional señala que un niño sin necesidades especiales no tiene por qué tener estimulación más que la que él mismo se provea. Cuando lo estimulamos, le robamos lo mejor que tiene: el asombro. “Solo los que tienen algún tipo de necesidad especial en la que haya que estimular determinadas zonas; por ejemplo, motrices, motoras o neurológicas. Es lo mismo que estos juguetes que ya hacen todo por los niños, como una tableta o un teléfono. Es lo peor que se le puede dar a un menor de seis años”, puntualiza.

No necesariamente el juguete más caro es el mejor

El juguete es muy importante para el infante, porque le desarrolla el pensamiento simbólico. Es lo que él quiere que sea. Por ejemplo, un palo es un micrófono o un caballito en ese momento. “El niño que juega va a ser un adulto que va a poder trabajar sin ningún problema y tener recursos. A veces, los padres piensan que cuanto más caro es el juguete, mejor, pero no es así. Si hace todo, le resta imaginación. Son los menos recomendables”, afirma.

Los de madera, aquellos en los que tiene que subir y bajar, los bloques, las muñecas son los más aconsejables. O tan solo un simple tubo de papel higiénico, en el que el niño vaya guardando pequeños tesoros, o ruleros, cepillos, lana; todo eso despierta su imaginación. 

Los electrónicos son dañinos, porque hacen que ellos tengan una conexión irreal; no se desarrollan las habilidades sociales, porque están absortos en las pantallas. “Es más, hoy se ve que a los niños que tuvieron acceso desde muy temprana edad a las pantallas táctiles les cuesta mucho tomar el lápiz, porque no tienen ese pensamiento pulgar-índice. Están acostumbrados a usar mucho el índice”, refiere. 

Actualmente, estudios científicos, como el Manual de Diagnóstico de Salud Mental, tienen un apartado en el que los juegos electrónicos, de internet o celulares están dentro del tipo de adicciones. Porque el pequeño se retrae y no desarrolla habilidades sociales que el juego libre le proporciona. No trabaja lo simbólico, porque está todo hecho y no hay nada que escenificar. “Hasta los seis años, lo peor que se puede hacer es que el niño pase mucho tiempo frente a la tele, la computadora, los jueguitos electrónicos, como la Play o cualquiera de estas consolas. Incluso, el tiempo de atención se ve perjudicado”, insiste y agrega que estos no tienen las mismas habilidades que otros que socializan a la hora de jugar.

Dinosaurios vs. tabletas

Muchos padres, para no estar corriendo detrás de sus hijos, o no cargar con dinosaurios o autitos, les dan el celular para que estén quietos. Esto da la pauta de que si no salta, ni explora, ni curiosea ni está en movimiento, algo no está bien. “Los niños sanos son inquietos por naturaleza”, asegura. 

Los juegos al aire libre son sumamente recomendables, porque se puede ver lo que se llama movimiento libre. Esto hace posible que los chicos descubran sus habilidades motoras; por ejemplo, todo lo que sea escalar y subir. La naturaleza ofrece múltiples posibilidades, como palitos, charcos. “A veces, las mamás no quieren que se ensucien, mojen o enfríen, y les privan de mucho. El contacto con la naturaleza es lo mejor que les podemos dar”, acentúa. 

Todo lo que para nosotros es desechable, para el pequeño es magnífico. Lo que haya en la casa es una oportunidad para él: una cacerola puede convertirse en un casco o baterías, una cajita puede ser un celular, etc. “El juego es algo serio y que hay que respetar. Lastimosamente, cada vez tienen menos tiempo de jugar. Como somos una sociedad exitista, con el afán de que se preparen para el futuro, les robamos su presente y saltamos pasos que mañana van a construir su personalidad”, concluye. Para los niños, hay todo un mundo que crear y recrear si les permitimos. Dejémosles ser; ya habrá tiempo para lo demás.

Detalles

• Los juguetes desarrollan el pensamiento simbólico del niño. 

• Los electrónicos son dañinos porque hacen que el infante tenga una conexión irreal.

• Los que hacen todo, hacen que el chico no haga nada.

• Los juegos electrónicos, de internet o celular están dentro del tipo de adicciones.

• El juego les permite desarrollarse en lo físico, psíquico y social.

• Además, les posibilitan las primeras interacciones con el adulto, primero, y con sus iguales, después.

Niños y niñas: Emiliano Sáenz, Amelie y Sophie Merens, Teo Tomás Ovelar Ayala.

Prendas: Unicentro. 

Locación: Chiqui Chic.

mpalacios@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.

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