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“Ya se llevó el de Recallate; llevaron los del Club Cerro Porteño. Vamos a hacer más”, responde al teléfono una mujer detrás del mostrador de La Luqueñita, un conocido negocio de venta de artefactos de pirotecnia ubicado en el corazón mismo de la ciudad de Luque. El local resulta pequeño para la cantidad de pedidos que están listos para ser entregados en una temporada en la que todos los pronósticos de venta son superados con comodidad.
“Cada año hacemos sin falta cien Judas kái, casi nunca sobra, y a veces nos quedamos cortos y tenemos que preparar más para poder cumplir”, dice María del Carmen Benítez, actual propietaria del local quien junto a su esposo Juan Vera llevan adelante esta empresa familiar que fue pasando de generación en generación dentro del clan Benítez.
Todo empezó cuando su abuelo Juan decidió incursionar en el rubro de la fabricación de explosivos artesanales, haciéndose rápidamente conocido por la variedad y calidad de elementos pirotécnicos que salían de su taller del centro de Luque.
“Luego de mi abuelo, se hizo cargo del local mi mamá, Fidelina, y ahora estoy yo desde hace más de 10 años. Prácticamente crecí en este lugar, acompañando a mis padres y viendo de cerca cómo era el trabajo artesanal de producción de bombas. Acá empezamos fabricando bombas caseras, pero después dejamos de hacer porque entraron fuerte los productos extranjeros; antes se hacían cebollones, mariscales, rompeportones, bombitas, buscapié, cohetes y los famosos 3x3”, explica María, quien aclara que hoy solo vende productos de origen chino y brasileño, principalmente.
Los personajes del año
Apenas entrado el mes de junio, el taller ubicado en el fondo del negocio toma la forma de un desopilante salón de la fama, en donde diferentes personajes de la política y el deporte, principalmente, adquieren forma en unos simpáticos muñecos cargados de abundante pólvora. “Los Judas kái más pedidos de este año son el Dipuchorro, Recallate y Calé. Pero también escuchamos en la radio que la gente está pidiendo el de (Carlos) Filizzola, estamos estudiando eso”, dice entre risas Juan Vera, quien se encarga de hacer las entregas de los muñecos y de ayudar en la confección de los mismos.
“Durante muchos años le tuvimos a don Anuncio, nuestro armador oficial de Judas kái, pero este año no pudo estar porque se enfermó y por eso le traje a mi sobrino David. Le enseñé la técnica de don Anuncio y ahora él ya está fabricando los muñecos solo”, cuenta Vera, mientras nos muestra las herramientas esparcidas por el lugar, en donde se pueden ver también retazos de telas y papel picado.
Terminar un Judas kái bien cargado no lleva más de dos horas. El muñeco lleva alambre en los brazos y en la parte inferior del cuerpo tiene una estructura de madera. Prácticamente la totalidad del cuerpo está cargada de petardos de distinta potencia, además de los retazos de tela y el papel en trozos. “A la gente sin experiencia le explicamos muy bien cómo se tiene que encender, porque hay que tener cuidado; primero se debe aplicar querosén en la parte de la rodilla y prender desde ahí, para que se queme de abajo para arriba, porque si no se deshace todo”, advierte Vera, quien aclara que solo se utilizan petardos que no salen disparados. “No se puede usar un 3x3, por ejemplo; se ponen bombas como caramelito, matafuegos, matabruja, pelotita y buscapié, que son los más seguros para estas cosas”.
Los muñecos más grandes tienen 1,65 m. de altura en promedio, pero también fabrican una versión más pequeña para evitar sustos a los niños. Los más grandes se consiguen desde G. 200. 000 y los más pequeños desde G. 120.000. Además, se puede adquirir una versión “light”, que no tiene explosivos en el interior.
Por lo general, la elección de los personajes a ser representados están íntimamente ligados al acontecer nacional, pero los clientes pueden solicitar el personaje de su preferencia. “El más pedido es Calé, cada año”, responde María sin dudar.
San Juan y Judas, hoy
Según el santoral, en la fecha se recuerda a San Juan. La parte pagana de esta festividad celebra al fuego conmemorando el solsticio de invierno, el 21 de junio. Cuenta la historia que la víspera del solsticio es considerada mágica y milagrosa, por lo cual se llevan a cabo innumerables ceremonias para adivinar el porvenir especialmente relacionado con las inquietudes sentimentales de las mujeres solteras. Dentro de esos rituales también está la conocida quema del Judas o Judas kái. En los últimos años, la quema del muñeco ha sido relacionada con personajes polémicos del deporte o la política nacional como una forma de desahogo colectivo incendiando la efigie del cuestionado de turno.