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En el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones estuvieron Carlos Facetti y Octavio Lamar; mientras que Juan Manuel Morales , Oscar Pacciello y Sebastián González Insfrán, en Justicia y Trabajo; Ubaldo Scavone y Atilio R. Fernández, en Industria y Comercio; Raúl Torres Segovia, Arsenio Vasconsellos, Juan Alfonso Borgognon y Cayo Franco, en Agricultura y Ganadería; Gustavo Díaz de Vivar, Atilio R. Fernández, Hugo Saguier Caballero y Juan Ernesto Villamayor, en Integración.
Su Gobierno estuvo marcado por numerosos actos de corrupción y constantes crisis políticas y financieras que llevaron a la desaparición de unas cuarenta entidades financieras, además de deprimir la industria y la producción. En este rubro, el algodón, tradicional producto de exportación, tuvo su peor crisis de venta y el país sufrió la caída de sus reservas internacionales. Por otra parte, se declararon numerosas huelgas sindicales, se reglamentaron las leyes de la Bolsa de Valores, de "leasing", fideicomiso y securitización. Se declararon privatizables numerosas empresas estatales, pero la única privatizada fue la compañía estatal de aviación. Se inició el proceso de descentralización y se realizaron varias obras públicas, como aeropuertos de elevado costo en zonas donde no eran necesarios. La ciudadanía sufrió los embates de una escalada delincuencial, a tal punto que el crimen organizado asesinó al principal jefe antidrogas del país, general Ramón Rosa Rodríguez .
El presidente Wasmosy nació en Asunción, el 15 de diciembre de 1938, hijo de Juan Bautista Wasmosy y Gregoria Monti. Son sus hermanos: Juan Bautista (casado con Teresa Dragotto) y Ernesto (casado con Dora Schmidt). Otros hermanos, de padre, son Oscar (casado con Ana Acosta) y María Ester (casada con Jacobo Galeano).
Casado con María Teresa Carrasco Dos Santos, es padre de Juan Carlos, Diego, Alvaro, Edgardo, Bruno. Tiene además una hija adoptiva: Estela Aguilera.
El ratoncito Pérez
Existe una tradición, un poco opacada en estos tiempos, que se refiere a un simpático personaje de ficción: el ratoncito Pérez, a quien se apela cuando al niño, en los primeros años de vida, se le caen los dientes de leche. Entonces, generalmente la madre, tratando de mitigar el dolor y el trauma que para un niño pequeño supone la caída de un dientecito, le dice que ponga el diente caído debajo de la almohada cuando se va a dormir, porque el ratoncito Pérez vendrá por la noche a llevarse el diente y en su lugar dejará un pequeño regalo.
No sabemos qué sentido tiene el hecho de que un ratón se lleve los dientes de los niños. Sería fácil explicar a los niños que el ratón es coleccionista de dientes de niños, pero no sabemos cómo caería la explicación entre los mayores. Tampoco sabemos por qué se llama Pérez (tal vez sea una tradición española o rioplatense). De todas formas, el niño no se hace estas preguntas y menos aún si el ratoncito Pérez es generoso con él. Para la siguiente ocasión en que se le caiga otro diente el trauma será mucho menor, que es de lo que se trata.
Para combatir el calor
En estos días en que va intensificándose la canícula, para combatirla sería bueno recurrir a un recurso muy en boga en la época de los abuelos.
Antiguamente, las casas eran construidas con altos techos y espaciosos corredores, con tal de obtener buena sombra y mejores aires.
Como no había ventiladores y, mucho menos, acondicionadores de aire, más o menos desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde las casas se mante-nían cerradas lo más posible para evitar el aire caliente y la resolana. Con este procedimiento se conseguía un pequeño alivio del intenso calor de los días de verano.