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Durante su gobierno, Juan Sinforiano Bogarín fue nombrado obispo de la diócesis del Paraguay; se introdujeron los coches de alquiler; se fundó la Escuela de Agricultura, dirigida por Moisés Bertoni; se fundó el Instituto Paraguayo, etc. Desde el Gobierno, Eguzquiza propugnó la pacificación política del país, con la participación en el Gobierno de hombres de las diversas corrientes políticas (el primer intento de convivencia política democrática); se crearon varias localidades (Ayolas, Irala y Hernandarias); se creó la Escuela Normal de Maestros y de Maestras; se creó la Caja de Conversión; la Guardia Nacional; se reabrió la Facultad de Medicina, etc.
Juan Bautista Egusquiza nació en Asunción el 25 de agosto de 1845, y murió en la misma ciudad, el 24 de agosto de 1902, a los 57 años de edad.
Sus padres fueron Juan Bautista Egusquiza y Juana Isabel Isasi, sus hermanos fueron María Josefa Egusquiza Isasi (casada con Carlos Miers) y María Isabel Egusquiza Isasi. Se había casado con Casiana Isasi, con quien fueron padres de Juan Bautista (casado con Dora Esquivel), Rodolfo Salvador (casado con Sara Carmen Velázquez), Petrona (casada con Samuel Aguínaga) y Artemio Egusquiza (casado con Teodolina Gómez).
Escuela de locutores
La emisora radial católica Cáritas, fundada el 21 de noviembre de 1936 está considerada por muchos como la escuela de numerosos profesionales radialistas.
Aunque muchos no quieran reconocerlo, allí se formaron los grandes locutores que tuvo la radiofonía nacional. En esta emisora se iniciaron en la locución radial gente como Luis G. Benítez, Jacinto Herrera, Mario Schaerer, Gerardo Halley Mora, Gerónimo Gunset, César Bogarín, Juanita Díaz de Vivar, Ida Quintana de Barrios, Wilfrido Sanabria, Osvaldo Palacios, Manuel González Godoy, Ernesto Garabano, creador y conductor de uno de los programas más exitosos que tuvo la radio: "La Casilla del Aire"; Quintín Sanabria, Antonio Montórfano, Víctor Barrios, Adolfo Brudner, Arístides Rojas, Alcibiades Báez, Myriam Monte, Carlos Ruiz Díaz, Mary Carmen Marbán, Osvaldo Ferreiro, José Tito González, Carlos Argüello, Sergio Enrique Dacak, Humberto Rubin, Fernando Cazenave, con sus comentarios "dirigidos" a su "incorpóreo amigo Gabriel"; Horacio Pusineri, Julio Maldonado, José María Troche, Juan Ortiz Juvinel, Carlos Penayo, Lilian Colmán, Arnaldo Pacuá (Arnaldo André, actor de fama internacional), Beba Bosch, Blanca Navarro, Arsenio Urbieta, entre muchos otros.
Atletismo en el Paraguay
En nuestro país, el atletismo se practica en forma sistemática desde 1909, cuando la Municipalidad de Asunción organizó unos torneos deportivos de diversas modalidades. Desde entonces fueron frecuentes las competencias atléticas, especialmente torneos pedestres en Asunción y ciudades vecinas. Estas competencias eran organizadas por instituciones oficiales -Escuela Militar- o clubes deportivos, como el Guaraní, Cerro porteño, Olimpia, Sport Sastre, Boys Scouts, Deportivo Alemán, Libertad, Nacional, etc. Con el transcurso de los años, fueron apareciendo más entidades auspiciadoras de las competencias atléticas. También fueron apareciendo nombres señeros, como los de Juan Pablo Gorostiaga, Rosendo Inchausti, entre otros. En 1929 se iniciaron las competencias deportivas estudiantiles con la inclusión del atletismo. Cuando aparecieron los juegos universitarios, el atletismo tuvo un lugar preponderante.
La entidad matriz del atletismo paraguayo es la Federación Paraguaya de Atletismo, fundada el 12 de diciembre de 1947, y reconocida por el Consejo Nacional de Deportes, el 2 de febrero de 1950. Los fundadores de la Federación Paraguaya de Atletismo fueron: Celso González Brizuela (Presidente Hayes), Enrique Sella (Libertad), Mariano Bordas (Alumni), César Conigliaro (Sajonia), Eugenio Oge de Morvil (Asociación Cristiana de Jóvenes), Luis Pampliega (Nacional), Pedro Gavilán (Ciudad Nueva), Rosendo Inchausti (Olimpia), entre otros.
La participación femenina en el atletismo paraguayo data de 1952, y algunas que se destacaron fueron: Cira Escudero, Digna Escurra, Norma Schaerer, Edith von Eckarbert.
Abortivos populares
Según el folclorólogo argentino Félix Coluccio, para provocar un aborto es corriente el uso del perejil, el té de calaguala, el té de molle y de tramontana, etc. Para que los abortivos sean más efectivos, se deben pronunciar algunas oraciones o tomar medida del vientre de la mujer con un hilo colorado y hervido con una moneda de plata, y un puñado de trigo cuyo zumo debe beber. Otro método para obtener el efecto deseado es raspando un ladrillo, agregando hollín de cacerola, y después de desleír la mezcla en agua hervida, colarla y darla de tomar a la interesada en abortar. También se estila -dice- beber durante tres días consecutivos tres vasos de vino hervido con ruda y sal.