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Designado por el Congreso, una de sus primeras medidas de gobierno fue dictar una ley de amnistía política para pacificar el país, luego de la revolución de 1904; se creó el Estado General del Ejército; se unificó el Partido Liberal; se creó un curso militar para formar oficiales; se exoneró de impuestos la importación de automóviles; se autorizó la construcción del ferrocarril Pinasco, en el Chaco; se constituyó una comisión para determinar el brazo principal del río Pilcomayo, etc.
Juan Bautista Gaona Figueredo nació en Asunción, el 30 de junio de 1845.
Hijo de don Juan Pablo Gaona y doña Pastora Figueredo, fueron sus hermanos: Nicasio, Genaro, Isidro, Lázaro, Tránsito y Asunción Gaona Figueredo. Era medio hermano de Avelino, Carmen y Benigna Gaona (casada con José Tomás Sosa, padres del obispo Emilio Sosa Gaona).
Casado con doña Regina Corti Onetto, fue padre de una numerosa prole: Regina (casada con Juan Onetto), Juan Bautista (casado con Elodia Casal Ribeiro), María Elena (casada con José Filgueira Risso), Manuela (casada con Pedro Piccardo), Marta Ernestina (casada con Severiano Zubizarreta), suegros de Alberto Nogués, ex canciller nacional, César (casado con Estela Llames Massini), María Ester (casada con Atilio Peña), Enrique (casado con María Teresa Gondra), Sara (casada con Eduardo Caride), Oscar (casado con Elisa Caride), María Cristina y Roberto (casado con Hilda Leverato). El ex presidente Gaona falleció en su ciudad natal, el 18 de mayo de 1932, a los 86 años de edad.
Los inicios del Mercado 4
Hace unos 65 años, la zona del Mercado 4 era prácticamente las afueras de la ciudad capital, los suburbios, con calles y callejones arenosos, sin corriente eléctrica, sin agua corriente -a lo sumo aljibes, cuando no pozos-, o servidos por los carritos aguateros, hasta no hace mucho tiempo -y hasta ahora, en los loteamientos que vienen surgiendo en poblaciones cercanas-.
En su sabroso libro de recuerdos, el recientemente desaparecido dramaturgo Mario Halley Mora, menciona que en la esquina de la calle en esa época llamada Amambay -actual Dr. Rodríguez de Francia- y Battilana, tenía su negocio don Mbatuí. Era una propiedad de grandes dimensiones, bien arbolada; y en las inmediaciones existía una enorme planta de ombú. Todas las mañanas la esposa de don Mbatuí sacaba su vaca lechera, a la que ataba por el tronco del ombú y allí mismo la ordeñaba y vendía la leche al vecindario.
Algunos vecinos de la época en que Halley Mora vivía su niñez en dicho barrio, eran el sastre Julio Benítez, el joyero Juan Grange, padre del jugador del Olimpia Eulalio Grange; la familia Pizzurno, el padre del ajedrecista Ronald Cantero, los Ginés, don Toribio Vargas, Néstor Romero Valdovinos, Ernesto Báez.
En aquella época, el hoy desmesurado, abigarrado y colorido Mercado 4 no lo era tanto. Apenas era conocido como el "Mercadito Pettirossi". Una de sus aceras daba a la calle Pettirossi, donde una serie de maltrechas casillitas de madera y chapas de zinc hacían de puestos de venta de fragantes comestibles: chipá, tortilla, mbeju, quesos, yuyos medicinales, verduras y hortalizas, además de otros productos agrícolas.
Hacia el fondo de la plazoleta del Mercado 4, cuenta Halley Mora, había una enorme planta de yvapovö, donde doña Presenta -una gorda y morena mercadera-, tenía su comedor público. A la sombra del copudo árbol, una voluminosa olla de hierro renegrido de hollín, humeaba el menú del día: locro ipokue, o so?o josopy. Los comensales se servían dicho menú, sentados sobre cajones de jabón u otros productos, alrededor de una mesa, consistente en un largo tablón colocado sobre caballetes.
Cívicos y radicales
Dentro del propio Partido Liberal -a poco de fundado-, surgió un resquicio que, agrandándose con el paso del tiempo, enfrentó a dos sectores irreconciliables: uno de tendencia extremista, en tanto que el otro, más moderado.
Numerosos conflictos internos del Partido Liberal, sumados a la política electoral del presidente Eguzquiza (1894-1898) ocasionaron la escisión que llevó a la formación de los grupos antagónicos. El presidente deseaba la colaboración de los liberales en el Parlamento y algunos estamentos administrativos (fue el primero ensayo de cogobierno). Una de las facciones era participacionista, en tanto que la otra era totalmente contraria a esa posición.
La escisión llevó a la ruptura, formándose los sectores radicales, liderados por Cecilio Báez; y cívicos, liderados por Benigno Ferreira, y cuyo nombre lo tomaron del periódico que les servía de vocero: El Cívico.
Esta división se extendería por mucho tiempo, y sería la responsable de muchos sucesos dolorosos en la historia del país, como las revoluciones de 1908, 1912, 1922, y que recién se diluiría a finales de la tercera década del siglo XX. Luego de su restauración -había sido disuelto en 1942-, los liberales siguieron con su deporte nacional: la atomización.