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“Es la segunda vez que tocamos en nuestro país”, afirman los jóvenes al inicio de la entrevista realizada en la casa de Micaela, la pianista. La primera vez fue en el Instituto Cultural Paraguayo-Alemán y la experiencia fue gratificante.
Todos estudian en Buenos Aires, Argentina, en la Universidad Nacional de las Artes. A punto de concluir sus estudios, no pierden la oportunidad de demostrar sus cualidades artísticas. “Estando en la universidad, ya participamos de conciertos casi en forma mensual. Es una formalidad pasar por estas prácticas para evaluarnos”, cuenta Micaela.
También gestiona conciertos fuera de la casa de estudios. “Contactamos con otros músicos, creamos nuestros propios espacios y vamos adquiriendo experiencia. Esta actitud también nos va fortaleciendo como músicos”, afirma la joven, quien se va labrando, poco a poco, una solidísima carrera pianística de forma paciente, buscando pasar de ser una promesa a tocar en los mejores auditorios, las más prestigiosas temporadas y ciclos de conciertos del mundo.
Matías y Jessica apuntan a lo mismo. Matías ejecuta el violín y Jessica, el chelo. Los jóvenes ya se conocían antes de elegir Buenos Aires como punto de estudios superiores. “Micaela y Jessica viajaron antes, pero yo un par de años después, aunque finalmente coincidimos todos en la misma universidad y con un mismo profesor guía; nuestro mentor en la música de cámara”, relata Matías.
Todo está sucediendo de manera natural y paulatina en sus carreras. Están felices de poder desarrollar proyectos, participar en grandes ciclos, con extraordinarios compañeros de música de cámara. Y si bien el vecino país es una urbe cultural muy amplia, los jóvenes no descartan la posibilidad de abrirse a otros horizontes. “Siempre se puede aprender y seguir creciendo”, dice Jessica.
Micaela también quiere seguir cultivándose, para finalmente regresar al país y brindar grandes conciertos. Matías persigue el mismo sueño: seguir instruyéndose y luego regresar al Paraguay. “El hecho de salir afuera es un aliciente. Aquí en el Paraguay tenemos grandes maestros, pero también hay que salir fuera para conocer a otros”.
Con su música busca conmover y comunicar. “Porque en la música, si no se consigue transmitir o comunicar algo al que está escuchando, no sirve para nada”, expresa.
Jessica sostiene que aun si la vida les lleva por caminos diferentes en la meta de superación, van a continuar reuniéndose y realizando grandes conciertos. “Nuestras familias viven acá y siempre estamos viniendo, obviamente, así que seguiremos encontrándonos y organizando conciertos de cámara para mostrar nuestra música, para transmitir melodías, difundir y posicionar aún más este estilo”.
Por de pronto, uno de los conciertos de música de cámara tiene fecha para el 29 de enero, en la sala Baudilio Alió del Teatro Municipal Ignacio A. Pane. Las entradas tienen un costo de G. 25.000, y ya están a la venta en la Red UTS y en la boletería del teatro. Con su violín, chelo y piano quieren llenar de magia y melodías el teatro, desde las 20:30. “Estamos preparando un repertorio de música académica —Joseph Haydn y Dmitri Shostakóvich— y obras de compositores latinoamericanos —José Asunción Flores, Maneco Galeano, Herminio Giménez (Paraguay), Astor Piazzolla (Argentina)—. Vamos a mostrar un concierto con grandes pasajes”, asegura Micaela.
Saben que en este estilo se encuentra gran parte de los tesoros de la música clásica. Que amplían sus repertorios, pero, principalmente, saben que es una disciplina fundamental para cualquier músico. Y, con seguridad, van a lucir su virtuosismo. No aseguran que van a dejar con la boca abierta al espectador, pero sí impactar con sus técnicas y entregas. “Nuestra primera experiencia en el país fue gratificante. A sala llena. Tuvimos que conseguir más sillas por la cantidad de asistentes. Esperamos que se repita”, dice Matías.
Desde sus experiencias, sostienen que la música clásica está ganando cada vez más partidarios. “Vamos evolucionando, con Sonidos de la Tierra y otros espacios que abren un abanico de posibilidades a niños de todos los estratos sociales... Antes, a las salas acudía gente mayor, hoy esa realidad está cambiando. Vemos a niños ejecutando instrumentos, a jóvenes formando parte de orquestas, desarrollando un gusto por esta corriente”.
La música clásica es habitualmente definida como “tradición culta”. En ese sentido, la clásica se distingue de la popular y otras formas no europeas. “Lo bueno es que ahora pueden acceder todos los niños interesados en algunos instrumentos. No está limitado a cierto sector nada más”, indica Jessica.
Cuando está sobre el escenario siente y escucha los sonidos que emiten el chelo y busca llegar al corazón del público. Confiesa que desde chica desarrolló una atracción especial hacia este instrumento, aunque admite que pasó por varias otras disciplinas. Micaela asegura que no se ve haciendo otra cosa. “Desde chiquita sentí que la música era lo mío… Cuando estoy en concierto solo fluye pasión”. Matías revela que llegó al conservatorio por imposición de sus padres, pero le fue tomando el gusto y la música terminó siendo la carrera elegida para sobresalir. Tres jóvenes que apuntan a la innovación y creación, y dedican horas de entusiasmo a sus instrumentos para mostrar sus potenciales adonde sus músicas les lleve.
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