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Amsterdam es bastante diferente a cualquier ciudad del mundo. Exuberantemente verde, limpia y hermosa por donde se la mire. El principal medio de transporte son la bicicleta y los tranvías. En las vidrieras de la zona roja se ofrecen mujeres de la profesión más antigua del mundo, y en los coffee shops se vende marihuana...
Exótica, extravagante, liberal, mágica... son algunos de los calificativos que caracterizan a la ciudad de Amsterdam. De hecho, es uno de los destinos preferidos por cualquier turista, sea cual fuere su nacionalidad. "Si vas al Viejo Mundo y no llegas a Amsterdam, no estuviste en Europa", es un dicho extendido entre los fanáticos de esta ciudad. Divertida, culta y cosmopolita. Lejos de ser una gran urbe europea, la capital holandesa tiene personalidad y se distingue de los demás por su atractivo cultural y desenfado. Llegamos a Amsterdam en coche luego de haber conducido unas cinco horas desde París. En las rutas nacionales ya se nota un punto diferencial, pues existe una vía exclusiva para las bicicletas, el medio de locomoción por excelencia en todo el país.
A ambos lados de la carretera, hasta ingresar a la ciudad, conviven los antiguos molinos de viento con los nuevos que producen energía eólica. También se observa en la quietud de la gran planicie a las vacas y sus becerros de piel negra y blanca, tan característicos, pastando sin parar. A unos metros de ellas se encuentran las construcciones más modernas y de vanguardia. "Amsterdam es una ciudad aparte, no se puede comparar con ninguna otra. Es una ciudad que conserva su aspecto clásico y a la vez es la más moderna del mundo", dice sin dudar el tenor compatriota Jorge Castro, quien lleva 22 años viviendo en Holanda.
"Yo vivo en Rotterdam, pero voy muchísimo a Amsterdam y, de hecho, hago todas las conexiones desde el aeropuerto de Schiphol, uno de los más grandes y modernos del mundo", explica. La limpieza y el orden que imperan en las calles de Amsterdam son también una característica de esta ciudad europea: "La gente puede andar cargada de joyas en las calles sin problemas. Es una ciudad bastante especial que le gusta mucho al turista porque es muy emblemática y peculiar".
Las calles están llenas de flores y de vitalidad. La gran mayoría de los turistas son jóvenes que llenan de bullicio la vía pública. De hecho, podría ser una ciudad muy "libertina y tolerante" para los visitantes de edad más avanzada. La iluminación también es una de las condiciones de Amsterdam; toda la autopista se muestra reluciente por las noches, tanto en autovías como en ciclovías. "Es una ciudad que no duerme, un país completo y avanzado que a lo largo y ancho de sus 33.000 kilómetros cuadrados parece un jardín", insisten quienes la conocen bien.
Las autopistas de Holanda están liberadas del pago de peajes y todo está en armonía con la naturaleza. Los canales que se entrecruzan en la ciudad, y la movilidad de la gente es la más diversa: Desde el coche que son los menos las bicicletas, los botes para los canales que conforman el río Amstel para atravesar la ciudad, los carros tirados por caballos hasta el tranvía. En cuanto al hospedaje, se pueden encontrar hoteles y hostales de todos los precios, con mucha comodidad y todo bien céntrico. Incluso existe la posibilidad de alquilar una de las tantas casas flotantes que existen a lo largo y ancho de los canales.
La zona roja
De Wallen es el distrito rojo, ubicado en el casco antiguo de Amsterdam. Es uno de los sectores más populares y visitados por los curiosos, puritanos o no. Mojigatos y gente que se considera de mente abierta. No dejan de llamar la atención los locales dedicados a la venta de artículos sexuales, junto con las tiendas de suvenires donde predominan objetos con diseños vacunos, los típicos calzados rojos, los jarrones para tulipanes y los molinos. Hablar de variedad y cantidad es redundancia.
La revolución sexual empezó en los años 60 en Holanda. Entonces su capital ya era una de las más importantes ciudades de los hippies, junto con Londres y San Francisco. Según datos recabados de la web site, "muchos tabúes quedaron atrás por esa época". Era intensa la lucha por usar preservativos, inseminación artificial para mujeres solteras y más adelante también temas peliagudos como el aborto y la eutanasia se hicieron comunes aquí.
Para mucha gente es difícil entender cómo la zona roja de Amsterdam es un barrio más, donde hay gente que vive normalmente. El distrito existe aproximadamente desde el año 1200 y es el lugar donde se ejerce sin problemas ni reparos la profesión más antigua del mundo: la prostitución, que es legal desde el año 1911. Las mujeres se exponen en vitrinas en ropa íntima y allí reciben a sus huéspedes. Estos salones son por lo general pequeños y se puede ver en el fondo una camilla, ducha y todo artículo necesario para el placer del cliente. Obviamente una cortina se cierra cuando se va a prestar el servicio y todo se hace muy discretamente.
No diga frente a las vidrieras que algunas son feas ni tampoco se debe quedar a mirarlas inquisitoriamente por algunos minutos. Puede ser regañado porque escuchan todo lo que pasa y se dice afuera. Al parecer, hay un sistema que les permite oír. Algunas toman con humor y le sacan la lengua, otras le pueden regañar o llamar a la policía. Por curiosidad preguntamos el costo. El servicio va desde unos 50 euros, durante 20 minutos, hasta montos mucho más elevados, según el pedido del interesado.
¿Por qué en Holanda es así? La respuesta es que se busca evitar la trata de blancas, la explotación sexual de menores y la transmisión de enfermedades venéreas, aunque se deben tomar todas las precauciones. Cada prostituta es una profesional independiente que trabaja por su cuenta y sin "cafichos". Sencillamente, la dueña de casa abre su propia vidriera para exponerse o alquila una para ofrecerse. En síntesis, cada una de estas mujeres está considerada ante la legislación y sociedad holandesa como una "emprendedora independiente a cargo de una microempresa".
¡Ah!, se van a quedar con ganas de ver las fotografías. No está permitido, aunque después ya me contaron que "mientras no te pille la policía" o "no te arme un escándalo" una de las afectadas, todo está bien y se podría tomar fotos a escondidas.
La ciudad de la bicicleta
La ciudad de Amsterdam es famosa por la gran cantidad de bicicletas y es el centro mundial de la cultura de la bicicleta. Hay lugares y vías exclusivas para ellas en todos lados. Según datos recabados de sitios de Internet (Wikipedia y otros), se calcula que existen 700.000 ciclistas, más de 7 millones de bicicletas y 750.000 habitantes. Cada año, alrededor de 80.000 bicis son robadas y 25.000 acaban en los canales de la ciudad. Muchas de las calles son peatonales o exclusivas para biciclos. La red de ciclovías cubre todo el país y no es raro ver a algún famoso o millonario recorriendo la ciudad en una bicicleta.
Coffee shops
Cuando usted habla de coffee shops en Amsterdam debe tener en cuenta que no es solo una tienda donde encontrará todo tipo de cafés o tés de distintas partes del mundo. Es un local habilitado legalmente para la venta y consumo de marihuana que también está permitida en Holanda, aunque existen límites muy severos. Además únicamente se puede hacer dentro de las terrazas de estos locales donde el ingreso es sólo permitido para mayores de edad. No está admitida la venta de bebidas alcohólicas en estos locales para evitar la mezcla de su consumo con el cannabis. Sí se puede comprar un yogur, un vaso de leche e incluso una bebida energizante. Pero hay que tener cuidado porque en algunos lugares también se ofrecen trufas y champiñones alucinógenos que lo pueden mandar a la luna o uno de los canales de la ciudad. Si viaja a Amsterdam, está más que advertido.
Texto y fotos Pedro Gómez Silgueira - pgomez@abc.com.py