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¿Hostia sin gluten y vino en vez de hostia?
Esta respuesta nos dejó aún más curiosos, por lo cual decidimos “ir a las fuentes” y consultar con los curas. El padre José María Zubizarreta, de la iglesia San Francisco, nos comenta que entre su feligresía no hay celiacos. “Pero sí, durante mi vida sacerdotal, he tenido algunos. En esos casos, así como en la comunión se consagran las hostias y se tiene el sagrario, el sacerdote no toma todo el vino y deja un poquito para los casos de celiacos”, comenta y explica que la eucaristía se imparte bajo las dos especies: pan y vino. “Pero normalmente la gente toma solo la hostia, el pan, aunque el vino también, porque es la sangre de Cristo, y en la hostia está Cristo completo, pero es lo mismo con el vino; ya ha participado de la eucaristía”, agrega.
El sacerdote exhorta a los feligreses que padecen de esa enfermedad a que se acerquen a la iglesia, “pero que avisen antes, obviamente, para reservarles el vino, que en ese momento no es vino, sino la sangre de Cristo”.
Hostia de arroz
En la iglesia San Roque, el cura Carlos Alborno o padre “Lalo”, como todos lo conocen, nos cuenta que algunos feligreses, sobre todo niños, se acercaron para preguntarle cómo podían comulgar porque son celiacos. “No pueden consumir la hostia tradicional, porque está hecha con harina de trigo; es decir, tiene gluten. Entonces, al comienzo yo colocaba un cáliz pequeño y, en el momento de la fracción del pan, una puntita de la hostia se tira dentro del cáliz para que signifique el cuerpo y la sangre de Cristo. Eso quedaba sin ser tocado para nada; entonces, al final venían y comulgaban solo con el vino”.
El párroco comenta que tuvo la suerte de trabajar en la Universidad de Suiza y en una parroquia de lengua española en Berna. “Un día, el sacristán me dijo que ellos tenían hostias para celiacos. Entonces llamé al monasterio y me entregaron las hostias, y con todas las recomendaciones”, menciona y explica que las hostias están guardadas en una caja aparte; cuando se van a cargar en el pequeño sagrario donde se consagran, se limpia absolutamente bien, no están en contacto con ninguna otra cosa y se toca con guantes para colocarlas dentro del hostiario; se consagran y se guardan en el sagrario. Luego se trae un mantelito y se destapa. “Nosotros no la tocamos; solo el que comulga. Eso nos dio la oportunidad para que más gente venga porque se siente integrada, querida, respetada en su diversidad. En promedio, tenemos entre seis y diez personas que comulgan y, más adelante, dos niños que van a recibir la primera comunión”, refiere.
Según el sacerdote, la hostia está hecha a base de harina de arroz y está certificada en el monasterio. “También hay en Buenos Aires; las benedictinas las tienen. Cuando se acaban las de Suiza, las hago traer de allí, con unos amigos. He visto que en otras parroquias los celiacos van con su copita para que le pongan el vino, pero con los niños es más delicado. Aquí yo tengo una familia completa con personas mayores y otras adolescentes que son celiacos”.
El párroco comenta, además, que cuando anunciaron que tenían hostias para celiacos vino el médico de la Fupacel para analizarlas, porque son muy estrictos. “Yo le expliqué todos los recaudos que ponemos para que no se contaminen; luego lo pongo todo en manos de Dios”.
El padre Alborno explica que en nuestro país no se pueden elaborar porque las máquinas son caras. “Y las hermanas que producen hostias en los monasterios deberían tener una máquina y una pieza libres, donde no haya ningún resto de polvo de harina, porque hasta el más pequeño puede causar daño al celiaco, según me explicó el médico de la Fundación Paraguaya de Celiacos (Fupacel). Y nunca tuvimos problemas hasta hoy”.
En cuanto a la gente que sostiene que la hostia solo debe ser de trigo y por eso solo comulga con el vino, el padre Alborno afirma que la hostia en la Biblia no existe como tal, porque Jesús consagró pan ácimo, sin levadura, que se comía en la Pascua judía. “No es fácil celebrar con pan ácimo, porque no se puede guardar después en el sagrario para poder atender a enfermos y demás. Tenemos que tener hostias reservadas para estos casos. La Iglesia tiene en cuenta incluso a los alcohólicos que están en recuperación, y esto puede suceder incluso con los sacerdotes que fueron alcohólicos, por eso la comunión para ellos es vino sin alcohol: es jugo de uva puro. Eso es lo que consagra, porque el sacerdote no puede consumir alcohol. Eso está previsto en la disposición de la administración de los sacramentos, porque lo que se busca es el bien de las personas”.
Solo el vino
Roque Campos, de 60 años, supo que era celiaco en octubre 2007; antes de eso, le trataban los síntomas como úlcera, hasta que luego de unos estudios le encontraron las vellocidades del intestino totalmente atrofiadas. Católico practicante, Campos no puede consumir la hostia, por lo que lleva su propia copita para la comunión. “No se puede usar el cáliz del sacerdote porque está contaminado con la hostia”, refiere. Antes de la misa, Campos habla con el párroco y pide que le consagren el cáliz. “Suelo asistir a misa en las iglesias Perpetuo Socorro, San Pedro y San Pablo, las Mercedes, Capellanía de los migrantes (ex Seminario Metropolitano), entre otras”, comenta.
Campos, miembro de la comisión directiva de la Fupacel, sostiene que hay un documento emitido por el monseñor Cuquejo en el que autoriza dar el vino en vez de la hostia en la comunión. “Sabemos que en la iglesia San Roque imparten una hostia de arroz, pero Fupacel no pudo analizarla, por ser muy fina, por lo que no recomienda su consumo”, revela.
La celiaquía
Esta enfermedad produce una reacción inflamatoria de la mucosa del intestino delgado, lo que dificulta la absorción de los nutrientes, y pueden padecerla tanto niños como adultos. “Actualmente, la incidencia es mayor en mujeres que en varones”, resalta la licenciada Stefanía Mena.
Respecto a si es hereditaria, la profesional comenta que si bien existe una predisposición hereditaria para la enfermedad, no se conoce exactamente en qué forma se transmite. “Una persona puede sospechar que es celiaca si tiene los siguientes síntomas: dolor abdominal, diarrea crónica, vómitos reiterados, pérdida de peso, descalcificación, anemia ferropénica, estreñimiento, colon irritable y varios más”, explica.
La enfermedad celiaca se parece a otras afecciones digestivas, por lo que para detectarla, el médico debe dar un diagnóstico exacto al paciente, teniendo en cuenta los síntomas que presenta, el grupo de riesgo en el que se encuentra y los estudios realizados. “Si un médico sospecha que se trata de enfermedad celiaca, probablemente indicará la realización de un análisis de sangre para la identificación de marcadores asociados a la enfermedad”, comenta.
Si los resultados de la prueba de sangre indican que la persona tiene un nivel alto de anticuerpos contra ciertas proteínas en el revestimiento intestinal y el gluten (una señal de que la persona podría tener enfermedad celiaca), el médico recomendará una biopsia del intestino delgado y, de acuerdo a la existencia de lesiones propias de la enfermedad, puede confirmar el diagnóstico.
La profesional asegura que, si bien la celiaquía no tiene cura, es tratable. “El único tratamiento eficaz contra la enfermedad es una dieta estricta exenta de gluten (sin trigo, avena, cebada, centeno) durante toda la vida. Con ella se consigue la mejoría de los síntomas a partir de las dos semanas, la normalización de los marcadores en sangre entre seis y doce meses, y la recuperación de las vellosidades intestinales en torno al año”, explica.
¿Qué alimentos se deben evitar?
El gluten puede hallarse en muchos alimentos, en especial en los procesados y horneados a base de harina de trigo, postres que usan espesantes, bebidas destiladas o fermentadas a partir de cereales: cerveza, whisky, agua de cebada, algunos licores, etcétera; cereales y pastas. “Para conseguir una dieta sin gluten es necesario recurrir a un consumo preferente de alimentos naturales: carnes, huevos, leches, pescado, legumbres, frutas, verduras y cereales sin gluten como el maíz o el arroz”, resalta.
No obstante, el celiaco puede llevar una vida normal, ya que en la actualidad existe una amplia variedad de productos especiales sin gluten: harinas de cereales para la elaboración doméstica, panes precocinados, pastas, pizzas, dulces, galletas, bizcochos, etcétera. “Pero siempre deben estar atentos y leer las etiquetas para determinar si un alimento contiene o no gluten y encontrar nuevas alternativas para la harina y otros ingredientes a base de cereales en las recetas”, advierte finalmente la nutricionista.