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Ya pasaron 17 años de aquel proyecto inicial de llevar música a todos los rincones del país. Fueron niños y adolescentes los que se beneficiaron con la idea de conformar una orquesta e influir en sus vidas, sus desarrollos, a largo plazo. No fue solamente aprender los acordes, sino llevar un mensaje a través de ellos. Se concretaron grandes emprendimientos con el fin de impactar en la sociedad, hasta que el maestro Luis Szarán tuvo la oportunidad de participar de un foro sobre el agua en Oxford, Inglaterra, y traer ideas que prendieron de la mano de Tierra Nuestra. “Discutimos la posibilidad de crear una orquesta para difundir mensajes sobre la importancia del agua. Surgieron varios nombres, hasta que Gustavo Barrientos tuvo la idea de ponerle H2O y quedó. Salió de pasillo”, recuerda el maestro.
El plan era ambicioso. “Conformar una agrupación musical en todo el territorio nacional lleva tiempo y esfuerzo; con instrumentos reciclados del agua, mucho más. Pero se logró gracias al trabajo en equipo impulsado por Carolina Fernández, la directora de desarrollo comunitario, y se instaló la causa”, añade.
Es que la música motiva, alegra, une. Entonces, Carolina plateó: “Usemos para las mingas, para las causas”. Las comunidades eligieron problemas ambientales para solucionar, arroyos, tajamares, nacientes, como el caso de Tacuatí, en el que un yvu, ya de los tiempos de los bisabuelos, fue recuperado, y hoy es un lugar de encuentro y conciertos. “Este proyecto les abre los ojos a las autoridades políticas. Por dar un ejemplo, el arroyo Paso Naranja, de Misiones, San Juan Bautista, era el patio trasero de la ciudad, un basurero. Comenzaron a limpiar físicamente e instalaron la conciencia, hasta que las autoridades decidieron incluir en su presupuesto y llegar a más ciudades. Es interesante y motivador ver cómo las causas iniciadas por las ciudadanías se convierten en políticas públicas”, afirma Szarán.
Con la música llevaron mensajes; despertaron y desarrollaron diversas emociones, compromisos, responsabilidades, conciencia y, como el mismo Szarán expresa, “construyeron belleza”. No en balde fueron declarados artistas para la paz del mundo por la Unesco, a la altura de Celine Dion, Shakira y otros. Definitivamente, un faro inspirador.
Este año, el lema elegido es “Más agua, más vida”. “Pretendemos generar conciencia sobre el uso racional del agua, esto incide en el control y la gestión de consumo. Además, reducir el uso del plástico en los supermercados y restaurantes, analizar cuánta agua se gasta al lavar el auto con la manguera y cuánta con el balde. Pequeños detalles que marcan la diferencia”, dice Carolina.
Szarán sustenta la charla y cuenta una experiencia vivida en el Chaco, con los menonitas. “Me muestran un vasito para el cepillado de los dientes, un poco para mojar y el resto para enjuagar, sin la necesidad de dejar la canilla abierta mientras se realiza la higiene bucal. Esto desperdicia miles y miles de litros de agua. ¡Vos sabés que me quedó! Ya no puedo dejar más la canilla abierta. Hasta para afeitarme hago mbokuchu y ya está”, bromea y, ya más serio, resalta que con estas simples acciones se ayuda a vigilar el uso y cuidado del agua. “Se deben aprovechar los recursos, en este caso del agua, de manera eficiente y garantizar su calidad, evitando su degradación con el objeto de no comprometer ni poner en riesgo su disponibilidad futura”.
Definitivamente, la música es un recurso y ellos aprovechan. William Aguayo, fundador del grupo, insiste en que el uso responsable es una actividad más fácil de lo que parece y abarca todas las facetas de nuestra vida diaria. “Así que es cuestión de cambiar de perspectiva y ser muy responsable con las acciones”, indica.
Óscar Escurra, al igual que sus compañeros, integra el ensamble desde sus comienzos y es un entusiasta comprometido en la educación para la sostenibilidad. “Viajé mucho por el interior del país y pude conocer de cerca la problemática del agua, principalmente en el Chaco. En las colonias cuentan con un temporizador para el lavado de manos, por ejemplo. O reciclan el agua; es decir, con lo que lavaron los cubiertos lo utilizan para regar las plantas. De hecho, el reciclaje es lo nuestro: bidones convertidos. Estoy contento porque desde la orquesta buscamos la concienciación a través de la música, con mensajes directos que queden en la memoria de los niños y jóvenes. Eso se puede lograr con la música. En el interior del país es donde más se cuida. Acá en la ciudad todavía nos falta; seguimos lavando el auto por horas en la calle, pero es cuestión de tiempo ver cambios en las conductas, entender que no es un bien infinito y hacer uso responsable del agua”.
Escurra expresa su contento por vivir de la música. “Tenía otro camino para mi vida, pero afloró mi veta artística sin que tenga un linaje de músicos... En mi familia ni el timbre saben tocar”, bromea.
Él enseña en instituciones educativas, un conservatorio privado y Sonidos de la Tierra. “Puedo decir que vivo de la música y no siento el peso de lo que hago. Es muy cierto eso de que cuando te gusta lo que hacés, no es trabajo. Disfruto, me divierto y, a la vez, estoy modificando conductas”.
Clara Valenzuela está en la orquesta de la Policía Nacional y H2O. Se siente feliz por vivir de la música y, además, transformar vidas. “Poder llevar mensajes a través de la música es bueno. Reciclar nos ayuda en el cuidado del medioambiente, así que aportar nuestro grano de arena nos impulsa a seguir perfeccionando”, señala.
Para José Fleitas es preocupante la contaminación del ecosistema y ayudar desde la orquesta es una motivación gigante. En tal sentido, menciona la actividad realizada en Ñemby con el objetivo de impulsar diversas iniciativas para la protección de la cuenca hídrica del arroyo de esa ciudad, a través de la música y la participación ciudadana.
Mauro Figueredo es de Carapeguá e integrante de la orquesta. Menciona una frase muy significativa para él que resume su sentir: “Tomar agua nos da vida, tomar conciencia nos da agua”. Nada que agregar.
Nadia López aboga por los pequeños actos que se van asentando en el hogar y creando una base sólida para una sociedad mejor. “La música me cambió la vida. Antes era peluquera; dejé el salón por la música y estoy feliz. Tocar y, a la vez, luchar por la educación que redunda en un país mejor es un privilegio”.
Gustavo Barrientos siempre se dedicó a la música. Es miembro fundador del grupo y responsable del nombre H2O. Dice que el agua es el recurso más importante y, por lo tanto, cuidarla les corresponde a todas las personas que habitan el planeta. “Nosotros llevamos mensajes con la música a las personas, niños, adolescentes, para que pongan en práctica y cambien su entorno. No olvidemos que el cambio comienza por uno mismo”.
La música permite eso. Expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. Es otra forma de comunicarse donde no llegan las palabras.
Gran logro
La Orquesta de Cámara de Ñemby con el acompañamiento de la Orquesta H2O Sonidos de la Tierra ofrecieron un concierto con mensajes de concienciación. “Elegimos la recuperación del cauce hídrico Pa’i Ñu. Requirió de mucho esfuerzo y logramos el objetivo, a pesar de los inconvenientes que tuvimos que sortear”, expresa Irma Orrego.
Este año realizaron charlas ambientales y talleres de construcción de instrumentos sustentables, con más de 1000 alumnos de la escuela Carlos Antonio López, escuela Soldados Mártires, colegio Paz del Chaco, escuela Cerrito y colegio Pablo Patricio Bogarín. “Es un gran logro contar con la adherencia de 11 colegios, con más de 1000 jóvenes y eso nos empuja a seguir con la causa”. ¿Y cuál es el canal? La música. El tema ambiental resuena en todo el país.
ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Arcenio Acuña.