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Aunque el 28 de julio Francisco sufrió una caída al subir los escalones del altar, durante la misa en el santuario de la Virgen de Jasna Góra, en Częstochowa (Polonia), la conocida como Virgen Negra le ofreció su apoyo y fuerzas, y su visita a Polonia fue todo un éxito de participación y objetivos.
Tras anunciar en la misa de clausura, en el palacio Episcopal de Cracovia, donde rezó el Ave María y bendijo a los asistentes, que la próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) será en Panamá, en el 2019, el papa Francisco agradeció en Cracovia la “calurosa acogida” durante estos días que ha durado la JMJ en Polonia y pidió a los fieles que no se olviden de rezar una oración por él.
Volcado en los niños
Han sido unas jornadas en las que jóvenes de todo el mundo se han volcado en acompañar al pontífice en diversas localidades del país europeo, y han quedado algunas imágenes que permanecerán mucho tiempo en la retina de los fieles, así como discursos importantes para el recuerdo de los católicos. También, confirmó la noticia de que el año que viene visitará Colombia.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando el papa argentino, siguiendo ya una costumbre, visitó el hospital pediátrico de Prokocim, en Cracovia, y comentó que le gustaría “poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, y abrazarlos uno a uno”.
Este es un hospital pediátrico en el que cada año son hospitalizados 30.000 niños y en el que dedicó a medio centenar de pequeños una caricia o palmadita afectuosa y besó a varios de los bebés. “Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos, como Jesús, con el silencio, una caricia, la oración”.
Gran emoción
Otro acto de gran emoción fue ver al papa andando por los campos de exterminio. Tras visitar Auschwitz-Birkenau, dijo que allí aún se sienten “el dolor y la crueldad de hace 70 años”, y se preguntó: “Pero ¿es posible que nosotros, los hombres, seamos capaces de hacer estas cosas?”. Y agregó: “No quiero amargaros, pero os tengo que decir la verdad. La crueldad no se ha terminado en Auschwitz, también existe hoy. Hoy se tortura a la gente. Tantos prisioneros son torturados para que hablen; es terrible. Hoy hay hombres y mujeres hacinados en las cárceles superpobladas, viviendo como animales. Hoy existe aún esta crueldad”.
El pontífice argentino, que hablaba en italiano y un sacerdote polaco traducía para los fieles, explicó que en Auschwitz murieron ahorcados, fusilados o con el gas, pero que “en muchos lugares en los que hay guerra sucede lo mismo”. Y después les invitó a rezar “por los hombres y mujeres torturados en tantos países del mundo”.
Especial para los jóvenes
Durante la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), repleta de miles y miles de jóvenes, también fue el momento que utilizó Francisco para alentarles a levantarse del sillón para construir un mundo mejor.
El pontífice también acuñó un nuevo término: “la sofá-felicidad”, del que dijo: “Hace que poco a poco, sin darnos cuenta, nos vayamos quedando dormidos, embobados y atontados mientras otros deciden el futuro por nosotros”.
Así matizó el concepto: “No vinimos a este mundo a vegetar. Hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes”.
Una de las ceremonias más simbólicas de las JMJ en Polonia se dio cuando Francisco caminó de la mano con seis chicos, representantes de los cinco continentes, y cruzó junto con ellos una simbólica puerta santa, en ocasión del Jubileo de la Misericordia.
Tras esto, todos subieron al papamóvil para saludar a los cientos de miles de jóvenes, de los que después pasaron la noche para asistir al día siguiente a la misa de clausura de la JMJ.
Los jóvenes siguieron con entusiasmo el espectáculo de música y canto, en el que se escenificó en clave moderna la vida de la santa Faustina Kowalska.
Final emotivo
Durante la misa con la que se clausuró la JMJ, Francisco animó a los jóvenes a creer “en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos ni ve las fronteras de los países como una barrera, y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento”.
También, recordó a los cientos de miles de jóvenes que Dios está siempre de su parte, “como el más acérrimo de los ‘hinchas’”, y a que Jesús “no podemos responderle con un pensamiento o simple mensajito”.
Otro de los consejos a los jóvenes fue decir un “no” fuerte “al doping del éxito a cualquier precio, y a la droga de pensar solo en sí mismo y la propia comodidad”.
Asimismo, les instó a que “entre tantos contactos y chats de cada día”, le puedan dedicar tiempo a la oración y que el Evangelio se convierta en el “navegador” del camino de sus vidas.
Las guerras también han estado muy presentes en los mensajes del papa hacia los jóvenes. “La solución no es vencer el odio con más odio, la violencia con más violencia, el terror con más terror. La respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, hermandad, comunión”, dijo.
En uno de los actos, el papa también rezó para convertir “los corazones de los terroristas para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o estatus social”.
Sobre el terrorismo
Precisamente sobre este tema, Francisco también tuvo palabras. En el avión de regreso a Roma, comentó: “No es justo y no es verdad identificar la violencia con el islam. Además, también hay violentos católicos”.
Mencionó que, por ejemplo, en Italia puede haber cada día casos de hombres que maten a la novia, la suegra y que se trate de “católicos bautizados”.
“Yo no hablo de violencia islámica o católica. Los islámicos no son violentos ni tampoco los católicos. Es como una macedonia; hay de todo”, comparó.
Consideró que se puede decir “que hay violentos en una región”, así como también “en todas las religiones hay un pequeño grupo fundamentalista”.
“Nosotros (los católicos) también los tenemos. Con el fundamentalismo se puede llegar a matar, y se puede asesinar con la lengua y el cuchillo, pero no es justo identificar al islam con la violencia. Esto no es justo y no es verdad”, dijo.
Recordó el largo discurso que mantuvo hace algunos meses en el Vaticano con el gran imán de la universidad islámica de El Cairo Al Azhar, Ahmed Al Tayeb, y que ahí pudo comprobar cómo desde el islam “buscan la paz y el encuentro”.