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Las tarjetas navideñas fueron inventadas por Sir Henry Cole. En 1843, caballero británico, fundador del Museo Victoria & Albert, deseando llegar al corazón de sus amistades de un modo más original y debido a la gran cantidad de amigos que tenía, decidió crear un método masivo para hacerles llegar su cariño en las épocas de fiestas navideñas. Para tal efecto, encargó al artista John Calcott Horsley, su amigo personal, el diseño de una postal en la que pudiera escribir unos breves deseos de felicidad junto con su firma personal.
La industria de las tarjetas navideñas sigue creciendo. Suman su arte niños y niñas y, más allá de saludar a un ser querido, las tarjetas navideñas también tienen un fin benéfico ya que, en muchos casos, sirven para mejorar la calidad de vida de ancianos, niños, enfermos... Por eso, en estas fiestas elegí ayudar con estas tarjetas de Asoleu, una fundación que ayuda a niñas y niños con cáncer y leucemia; a Dequení, entidad que otorga ayuda a las personas más carenciadas del país, brindándoles oportunidades concretas; a Fe y Alegría, un movimiento de educación popular integral y promoción social, y a las Olimpiadas especiales (OEP). ¡Feliz Navidad!