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Un artista que venció al tiempo. Toquinho sigue tan vigente como en la década del 70. Cuarenta y ocho años después sigue fascinando en los escenarios a los que sube. Su prolífica carrera es muy conocida, podríamos decir muchas cosas. Por ejemplo, que comenzó como guitarrista muy temprano y de instrumentista, rápidamente, pasó a otros escenarios. Cultivó una fuerte amistad con Chico Buarque, otro grande; con Vinicius de Moraes, figura capital de la música popular brasileña contemporánea, con la cantante María Creuza, entre otros.
La reunión profesional entre Vinicius y Toquinho duró 11 años y encantó al Brasil y al mundo con una productividad constante. Crearon cerca de 120 canciones, grabaron alrededor de 25 discos en el Brasil y el exterior, y realizaron más de 1000 actuaciones en escenarios brasileños, europeos y latinoamericanos. Esto y mucho más, todos marcados por el éxito, pero ¿qué hay del otro lado de su vida? “Busco siempre mi verdad, lo que me va a hacer bien. Decir no a lo que no quiero y hacer lo que me gusta, pero no de una forma dictatorial, sino delimitada para mi vida. Intento protegerme de esa forma. Profesionalmente, es lo mismo, además de estudiar siempre como si fuese el inicio de una carrera. La vida comienza hoy de una forma realista, claro”.
Rescata la generosidad como límite del no. “Esa flexibilidad es la gran sabiduría con mucha improvisación, porque la vida no es estática, sino dinámica. Para mí, la vejez es la rigidez. Muchos jóvenes son viejos porque son rígidos, con teorías implacables y uno debe tener su tirantez propia, pero con mucha flexibilidad, porque la vida te lleva de un lugar a otro sin darte cuenta”.
–Hablando de jóvenes, ¿cómo eras en ese tiempo?
–Yo creo que fui una persona feliz siempre. Por ejemplo, viví con Vinicius durante 11 años, tenía 23 años cuando comencé a trabajar con él. Ya era el gran Vinicius de Moraes, ¡él era el poeta y yo un joven! Si yo no hubiera tenido la materia prima que es la percepción humana, esa flexibilidad de la que hablamos, desde joven, ¡no hubiera vivido con él todos esos años! El lado humano es un 80 % de la vida, el respeto sin imposición es el juego de la vida. Podés tener talento, pero sin el complemento humano de nada sirve.
–¿Qué te impactó de Vinicius y qué aprendizaje te dejó?
–¡Ah!, mucho. Era joven cuando le conocí y comenzamos a componer de igual a igual; aprendí muchísimo. De los 23 a los 34 años tuve el privilegio de trabajar con él y me gané ese espacio. Hice camino para llegar a eso, de igual a igual, pero con mucho respeto.
–Fue una época dorada la de ustedes.
–Sí, para todos nosotros. La verdad, la época dorada fue en el pasado. Mi generación fue formada con el cimiento del Brasil, una con mucho talento, en la que todos hicieron música brasileña de manera fantástica. Ni la bossa nova tuvo tantos nombres como la de mi generación. Chico Buarque, Gilberto Gill, Caetano Veloso, Paulina Viola; venimos de un Brasil floreciente. Oscar Niemeyer en arquitectura, Glauber Rocha en el cine, la selección brasileña que jugaba como nunca y João Goulart como presidente. Ya teníamos esa base cuando enfrentamos la dictadura que fue un regalo malo que nos dieron, pero supimos controlarla bien, con arte, creatividad y esquivando la censura; por eso es que pasamos bien ese periodo.
El encuentro con Toquinho sirvió también para que contara el origen de una de las canciones más celebradas, A tonga da mironga do kabuletê, obra del propio guitarrista con Vinicius. “Teníamos ganas de mandar la situación militar de Brasil a la mierda y yo había escuchado en Bahía esta expresión, que es una cosa horrible. Entonces, le dije a Vinicius: ‘¡Tengo una idea fantástica!, ya tenemos la manera de mandar todo A tonga da mironga da kabuletê’. Fue un éxito impresionante, en la radio la tocaban y tocaban”.
Acuarela, otro éxito. “Grabé en Italia, en el Festival de San Remo y explotó. No tiene una explicación lógica el suceso, ya que los ingredientes que la componen no son para el éxito; sin embargo, así fue. Acuarela habla de la vida de una manera terrible, es fatalista. En el Brasil, desde el 84 es un suceso hasta hoy.
–Prueba de que las generaciones van pasando, pero tus canciones van quedando, ¿cuál de tus composiciones te gusta más?
–Todas son como hijos, pero hay una canción que hice para mi hija, no es muy conocida, pero es especial, se llama Canción para Yayi. Tardé dos años en terminar, quería dar consejos, pero es terrible dar consejos a una hija, ja, ja, ja. Es una canción muy bella.
–Una de las perlas de la sensibilidad de Toquinho es, sin duda, la parte de su obra que abarca el mundo de los pequeños. Lanzó el disco Canción para niños, los 10 derechos basados en los principios de la ONU, ¿qué le decís a ellos?
–Crezcan haciendo lo que les gusta, busquen siempre la verdad en todos los sentidos, en el amor, lo sexual, lo musical. La única manera de ser universal es siendo verdadero y cuando volvés a los valores de tu infancia es que te convertís en un gran hombre o una gran mujer. Esos valores que son tuyos es el nido de lo universal. Hay que buscar lo que es eterno y eso viene de la verdad. Busquen lo que les hace bien, no a sus padres y no se preocupen por lo que los otros dicen, ¡eso es fundamental! Sin tener en cuenta esto, no se puede ser feliz jamás.
–¿Cómo resumís tu carrera?
–Como una gran diversión, un juego. En los comienzos de mi carrera me ponía nervioso en el escenario y no tocaba muy bien, luego llegaba a casa y me salía todo perfecto. Decía: “Por qué me pongo nervioso si me hace mal”. Busqué el equilibrio entre la razón y la emoción. Me decía: “Tengo que ser irresponsable”. Entonces, comencé a ver el palco como un gran juego, una irresponsabilidad enorme, ja, ja, ja. Para mí, la vida es un juego muy bueno.
–¿Y en lo personal?
–Tengo dos hijos: una de 25 y otro de 35. Estoy separado, soy socio de mi exmujer. Vivimos juntos durante 26 años y estamos separados hace 15 años más o menos, pero siempre pasamos las Navidades. Vivimos cerca uno del otro: ella con mi hija y yo con mi hijo. Nos llevamos muy bien, tengo la libertad que cuesta cara y yo amo la libertad, pero para hacer nada.
–¿Está todo dicho en su vida?
–Tengo hijos, ya escribí un libro y planté un árbol. Creo que puedo decir ¡misión cumplida!
Misión cumplida también en el escenario, en el Teatro José Asunción Flores, del Banco Central del Paraguay, en el que junto con nuestra gran Berta Rojas y María Creuza hizo gala de su estilo. Toquinho invitó a recorrer cada punto del Brasil con sus canciones. Un viaje muy emotivo que tuvo su punto de llegada con los sonidos de uno de sus éxitos, Acuarela.
Con Berta Rojas
La querida Berta Rojas, anfitriona de lujo, expresa la grandeza de los invitados en el escenario. En un ambiente íntimo surgió la magia entre los dos guitarristas, quienes cautivaron al público. “Fue comunicación entre corazones”, dice Berta, quien sigue sumando. Una agenda llena le espera en el 2019, además de seguir transmitiendo sus conocimientos y continuar dejando huellas no solo en nuestro país, sino en el mundo. Es profesora del Berklee College of Music, la más grande del mundo. Nada más y nada menos. Un disco para el 2019 está contemplado entre sus proyectos. Nuestra virtuosa guitarrista, a poco de comenzar un nuevo año da gracias por la salud y las oportunidades que le brinda la vida para crecer y madurar. Una auténtica maestra, de un altísimo nivel, ¡qué riqueza para el país!
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