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Todo ocurrió muy rápido esa fría mañana del 25 de diciembre de 2014. Hugo López, quien trabajaba al servicio de Trifón Abad Martínez, de 94 años, en Archena, una localidad de la comunidad autónoma de Murcia, España, estaba sentado en la cocina cuando oyó una explosión.
Tras el estruendo, López se percató de que la explosión se produjo en la chimenea, y que los vestigios de brasas habían alcanzado el sofá y la mesa en la que estaba el hombre a quien cuidaba. “El abuelo gritaba y yo estaba sentado en la cocina”, contó el compatriota, quien relató que rápidamente fue a socorrer a Trifón para bajarlo del sofá y salvarle la vida.
En el intento por rescatar al hombre, quien ya no podía caminar, López se quemó el 90 % del cuerpo, siendo la espalda y las extremidades las partes más afectadas. “Me di una ducha para apagar las llamas y salí a pedir auxilio. Pensaba que si el abuelo se quedaba ahí, iba a morir carbonizado”, recordó el héroe, quien con las heridas del cuerpo y la adrenalina del momento, sumadas a la desesperación por sobrevivir, salió a la calle.
Al llegar la ambulancia, los socorristas le preguntaron su identidad, Hugo les respondió e inmediatamente lo trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Virgen de la Arrixaca. “Después ya no recuerdo nada”, dijo López, quien hasta ese momento ya llevaba cinco años viviendo con Trifón.
Durante un mes estuvo internado y sedado en la UCI del hospital, lapso en el cual fue sometido a 25 intervenciones quirúrgicas para injertarle piel en las zonas del cuerpo más afectadas por las llamas. “Parecía una momia”, indicó el compatriota, que tras los 30 días abandonó la unidad y fue trasladado a una sala común, en la que siguió recibiendo tratamiento médico y en la que, poco a poco, le iban retirando el vendaje.
¿Qué pasó de Trifón? Luego de que López haya sido derivado al centro asistencial, el hombre de 94 años fue a una residencia para personas de la tercera edad. El vínculo personal entre el nonagenario y el compatriota se rompió bruscamente tras el siniestro, pero los lazos afectivos siguieron intactos.
“En la residencia, el abuelo todos los días lloraba. Quería estar conmigo”, recordó López y, con angustia, apuntó que, el 2 de mayo, su querido abuelo del corazón perdió la vida. “Lo cuidaba todos los días y le hacía la comida y cena. Los hijos venían solo los sábados”, indicó.
El 30 de abril, el paraguayo abandonó el hospital y fue a vivir con sus primos a Puente Álamo, de Murcia. Hasta hoy, el compatriota recibe tratamiento en el hospital, en el que un equipo de médicos le realiza chequeos periódicos para avanzar en su recuperación. Con alegría, contó que el 24 de junio empezó su rehabilitación de las piernas, para recuperar la movilidad, ya que hoy en día se desplaza aún con ayuda de muletas.
La condecoración
El jueves 11 de junio sonó uno de los teléfonos de Puente Álamo. La llamada provenía de la misma casa real de España. “‘Tú has sido elegido para recibir la medalla del mérito’, me dijeron. Le conté a mi esposa, Miriam Anzoategui, pero ella me dijo que soy un mentiroso y que no me creía”, dijo López.
Luego de que ambos hayan logrado convencerse de que la condecoración era algo real, el jueves 18 de junio llegó un vehículo con un chofer que lo trasladó a él y su esposa por los 400 km de ruta que separan a Puente Álamo, de Murcia, de Madrid.
Por el camino, López intentaba convencerse de que ese hombre de Cerrito, Capiatá —padre de tres hijos: Rodrigo (12), Pamela (11) y Adamaris (5), quien a los 26 años fue a España luego de haber trabajado en una huerta y que hace menos de un año estuvo al borde de la muerte— iba a ser condecorado por el propio rey de España con la Orden del Mérito Civil, instituida por su majestad, el rey Don Alfonso XIII.
Ese día, la esposa de Hugo estaba muy nerviosa. El lujoso palacio real de España recibía a 38 personas que iban a ser condecoradas, entre las cuales estaba nuestro compatriota. “Me llamó a mí y pasé con mi mujer quien estaba llorando. El rey me pasó la mano, y me dijo: ‘Tú eres un héroe, felicitaciones’ y me entregó la condecoración. Luego, cuando una periodista me preguntó si lo volvería a hacer, le dije que sí”, contó López quien —de forma oficial— se convertía en un hombre destacado.
Recibir una condecoración oficial es un acontecimiento destacable en cualquier parte del mundo. Sin embargo, Hugo Daniel López recibió esta distinción por arriesgar su vida y permitir que un hombre de 94 años termine sus días en una cama y no en llamas, como pudo haber ocurrido aquella mañana del 25 de diciembre.
Piden por sus hijos
Miriam Anzoategui recibió la noticia de que su marido estaba debatiéndose entre la vida y la muerte, cuando estaba en su casa, en el km 17 de la ruta 1, en Capiatá, cuidando a sus tres hijos. Al enterarse, rápidamente fue a España para acompañar al héroe.
Ya que su marido está siendo sometido a un delicado tratamiento para recuperarse de las quemaduras y adoptar la movilidad que antes tenía, ella no puede volver al Paraguay. Por ello, pidió a las autoridades paraguayas o a personas de buen corazón que les ayuden a traer a sus hijos a la Madre Patria.
El mismo pedido lo realizó Hugo López al rey de España, en el cóctel posterior a la condecoración. Felipe VI le dijo al compatriota que iba a ver la forma de ayudarles para que los cinco puedan estar reunidos nuevamente.
Se estima que hay cerca de 200.000 paraguayos viviendo en distintas comunidades autónomas de España. La gran mayoría cruzó el Atlántico en búsqueda de mejores horizontes y, pese a vivir en un país en el que las personas de escasos recursos tienen mejor calidad de vida que en el Paraguay, luchan todos los días contra la incesante añoranza.
Muchos paraguayos que viven en España guardan un dinerito para sobrevivir y el resto lo envían a nuestro país, soñando con retornar algún día en mejores condiciones. Pese al escaso y casi nulo interés del Gobierno en la situación de los compatriotas en la Madre Patria, surgen historias como la de Hugo López, quien sorteó una gran dificultad, en representación de un país que exporta héroes.
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Fotos Agencia/Gentileza.