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La máster en Museología y directora del Museo de Arte Indígena del Centro de Artes Visuales Museo del Barro, Lía Colombino, comenta a ABC Revista los detalles de la expedición que surge de un proyecto de la Red de Centros Culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), más específicamente de los centros de Paraguay, Bolivia y Argentina.
Se trata de una expedición científico-cultural por el gran Chaco. “Ya en el 2010 se llevó a cabo el proyecto Paraná Ra’anga, una expedición que fue prensada por Martín Prieto, del Centro Parque España de Rosario. Fui parte del mismo como asistente de la editora Graciela Silvestri. Recorrimos los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay, desde la ciudad de La Plata (Argentina) hasta Asunción (Paraguay). Ahora, se plantea este viaje científico-cultural por la zona de Chaco. El objetivo es tratar de pensar en el valor de la zona y su importancia natural, histórica, antropológica, cultural y lingüística. Asimismo, este viaje intentará poner en diálogo un montón de cuestiones, a la vez que territorios. Ahora está abierta la convocatoria para que se presenten los expedicionarios. El viaje está previsto en mayo. Luego habrá una exposición que parece será itinerante y que intentará dar cuenta de la propia expedición, con la colaboración de las personas que formen parte de la experiencia. Se prevén también una publicación, una plataforma transmedia y un simposio”, explica Colombino.
—¿Tu trabajo en qué se centra, qué lineamientos va a tomar?
—Mucho de mi trabajo para el proyecto se centrará en lo que se produzca durante y luego del viaje. Cierto que hay algunas líneas que no pueden dejarse de lado y que de hecho son centrales en el propio proyecto. Mi labor consistirá en vincular esos ejes, el trabajo de los expedicionarios y colaboradores, para que la muestra dé cuenta de una experiencia muy concreta.
Va a haber de todo. Algún representante de cada una de las disciplinas que se busca en la convocatoria. Esto es un grupo bastante diverso que tiene una aproximación diferente a las cuestiones que plantea el propio territorio y lo que se da en él, además del viaje en sí.
—¿Asegurás el éxito de esta iniciativa?
—La palabra éxito me hace ruido. Creo que toda experiencia que realmente nos atraviese, trae consigo un montón de resultantes. El desafío consiste en que las cosas que surjan puedan dialogar entre sí y entregar a otros un poco de la experiencia a la cual nos expondremos en mayo durante el viaje.
—¿Estás especializada en una rama del arte? ¿Cuál es tu formación?
—Tengo un posgrado en Museología y estoy terminando mi tesis para un magíster en Estudios Culturales. No tengo una titulación en arte. Considero mi mayor instancia de formación en un seminario que tomé con Ticio Escobar, lo hice desde el año 2001 hasta el 2008, empecé con Identidades en Tránsito y luego pasé por Estudios sobre Crítica Cultural. Por supuesto, el trabajo en el Museo del Barro también es una gran escuela. Estoy allí hace 15 años. Por otro lado, otra instancia de aprendizaje fue un taller de escritura en el cual estuve en Buenos Aires con una gran maestra para mí, Gabriela Yocco.
—En una misma exposición, ¿pueden trabajar dos o más curadores?
—Claro. A veces hay un curador general y curadores adjuntos, y, en otras, varios curadores que trabajan en conjunto.
—¿Trabajás en equipo con otras personas que no sean curadores?
—Tengo pocos trabajos de curaduría, pero he hecho muchas asistencias. He trabajado con Osvaldo Salerno, que para mí es excelente como curador y expógrafo. Con él hicimos una muestra que se llamó Carne, que fue un ejercicio conjunto. Fui asistente de Ticio Escobar por varios años, aunque no en su trabajo curatorial. Había escrito para muchas exposiciones, pero eso no es una curatoría.
—¿Qué es una curatoría?
—Una curatoría es como el trabajo de un editor. Puedo decir que hice dos trabajos curatoriales, Paragua’u: Ficciones y contraficciones. Esta muestra la curamos con Claudia Casarino, por ejemplo. Luego, fui parte del equipo de una expo enorme que se llamó Perder la forma humana: una imagen sísmica de los ochenta en América Latina. Fue un trabajo de la Red Conceptualismos del Sur, la cual integro desde el 2009. La expo estuvo en el Museo Reina Sofía de Madrid, y luego fue a Lima y Buenos Aires. Este trabajo fue el resultado de una investigación que reunió a 25 personas, coordinado por un grupo curatorial más pequeño.
—¿Cuáles son tus referentes curatoriales?
—En la escena local, Ticio Escobar y Adriana Almada. Afuera, el trabajo que hizo Didi-Huberman en Atlas, él es en realidad un filósofo que hace curadorías. Luego me parece importantísimo el trabajo que hacen algunos investigadores y que no es que sean curadores en sí, sino cumplen las tareas del curador para construir muestras que tienen una base muy sólida.
—¿Es posible modificar su obra?
—Como lo hace un editor con la obra del escritor, puede hacer un trabajo junto con el artista en el cual se trabajen ideas, formas, maneras. Por ejemplo, puede indagar el detrás de la obra y, si el artista se siente cómodo, convocado puede salir algo genial. Así, el trabajo del arte se convierte en una especie de laboratorio.
Finalmente, visibilizar el Chaco como parte del colectivo nacional y posicionar los temas chaqueños ante la opinión pública forman parte de los objetivos de este proyecto. Los expedicionarios interesados… ¡a alistar equipajes! Serán días maravillosos para descubrir el extraordinario Chaco paraguayo y su excepcional belleza. Su biodiversidad de plantas y animales es comparable a la del Amazonas.
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