Entre la euforia y la depresión

Gracias a los avances de la medicina actual, que combinan tratamiento farmacológico, sicoterapéutico y sicosocial, el paciente con trastorno bipolar aprende a manejar su enfermedad y puede llevar una buena calidad de vida.

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Crear conciencia acerca de las enfermedades mentales y actualizar a los profesionales del área es el objetivo de la Asociación Paraguaya de Siquiatras, que organiza una serie de talleres. Al de mal de Alzheimer, siguió otro sobre trastorno bipolar, para lo cual convocaron a las doctoras Eliana Marengo y Ana Igoa —especialistas en siquiatría, graduadas de la Universidad de Buenos Aires (UBA)— junto con la sicóloga María Scápola Morán, quienes nos aclararon varios puntos sobre el tema.

El trastorno bipolar es una enfermedad crónica del estado de ánimo muy común en la población. “No abarca solo lo emocional, sino que trae aparejado cambios de conducta y ritmos biológicos, como en el apetito, sueño y deseos”, refiere la doctora Marengo.

Además se caracteriza por la sucesión de distintos episodios afectivos en los que el estado de ánimo de la persona varía. La Dra. Igoa indica que, gracias a los avances en cuanto a terapia, el paciente puede regular bastante su estado emocional con el tratamiento farmacológico. “Las ventajas son que el paciente puede estar bien con un tratamiento adecuado, por tiempo prolongado e, incluso, de por vida. Si bien no tiene cura, hay una forma de controlarla”.

Es una enfermedad crónica del estado de ánimo de origen desconocido, pero de causas biológicas con un componente hereditario fuerte y aparecen en distintos periodos, que pueden ser uno o dos por año, o muchísimos. “También pueden pasar muchos años sin ningún síntoma, y tener un episodio de depresión o manía, por lo que es importante la medicación para prevenir o tratar las recurrencias, para que no se despierte la enfermedad”, refiere la sicóloga Scápola.

La oscilación anímica es natural en los seres humanos, pues todos tenemos momentos, días, incluso hasta semanas, o un tiempo en el año en que estamos con menos energía o algún bajón por alguna situación adversa. “Pero para los que sufren el trastorno bipolar, lo que para otros es natural, en ellos es más acentuado e impacta en su funcionamiento a nivel social, laboral, familiar”, indica Marengo.

Cuando la alegría o tristeza comienzan a prolongarse en el tiempo e interfieren en la rutina diaria, entonces se debe consultar al médico. “La gente acostumbra decir: ‘Todos nos deprimimos’, y no es así. No todos nos deprimimos. La depresión es un trastorno siquiátrico frecuente, pero otra cosa es estar triste, que es una emoción normal si está asociada a situaciones que generan tristeza”, explica Igoa.

Todos nos ponemos tristes, pero no todos nos deprimimos; tenemos momentos de ciertas fluctuaciones: por ejemplo, en una crisis de pareja, uno no va un día a trabajar. “Pero cuando se prolonga por dos semanas esta situación, entonces algo está sucediendo y es el momento en que debe consultar con el médico”, enfatiza Marengo.

Aunque el tratamiento del trastorno bipolar es siquiátrico, pero no sicológico, la sicoterapia y siquiatría juntas pueden lograr que la persona esté mucho más estable, pero no puede haber un tratamiento sicológico sin uno siquiátrico, porque los cambios en el estado de ánimo son tan bruscos que el paciente no los puede manejar sin la terapia apropiada.

Aconsejan que si el paciente no puede acceder a un apoyo siquiátrico, debe consultar con un clínico o terapeuta. Lo importante es que lo orienten y consiga el tratamiento específico para su trastorno. Estos episodios también están asociados al consumo de sustancias y alcohol.

No se trata de una alegría o tristeza exacerbadas; uno puede estar deprimido y no sentirse triste. La tristeza puede estar presente en la depresión, pero no es lo único que hay que tener en cuenta. Con las crisis maniacas también es lo mismo; no es solamente una alegría enorme, sino también cambios en los patrones de conducta y las horas de sueño.

Las profesionales coinciden en que si bien se trata de una enfermedad que no tendría que estar sin tratamiento farmacológico y siquiátrico, de seguimiento, continuación y mantenimiento, también se sabe, hoy en día, que eso no es suficiente para que el paciente logre el funcionamiento adecuado de su vida. Necesita también una terapia sicoterapéutica y sicosocial que acompañe a la de la enfermedad, y que enseñe al paciente a manejarla, que incluye las normas de vida en general, como, por ejemplo, todas las actividades deportivas y recreativas, de trabajo, familiares, vínculos. “Es muy importante tener en cuenta todo el panorama del paciente para su recuperación”, concluye Igoa.

mpalacios@abc.com.py

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