Entre dos orillas

Un grupo de siquiatras locales implementará el “Programa de Psicoeducación Grupal para el Tratamiento de los Trastornos Bipolares”, que combina terapia farmacológica y sicológica para mejorar la evolución de los pacientes y la calidad de vida de las personas de su entorno.

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En la última década se han empezado a llevar a cabo estudios metodológicamente rigurosos de los que se desprenden resultados prometedores sobre la eficacia de la sicoeducación, la terapia interpersonal y de ritmos sociales, y la intervención familiar en los trastornos bipolares. En este sentido, el tratamiento sicoeducativo grupal de los pacientes ha determinado una revolución terapéutica y conceptual en el campo de los trastornos afectivos. Presenta una gran efectividad para la prevención de episodios y una excelente relación costo beneficio probada en numerosos estudios randomizados.

“Además, la sicoeducación funciona como un puente conceptual entre las terapias farmacológicas y sicoterapéuticas, y es la mejor herramienta para combatir el estigma que producen estas enfermedades”, refiere el médico siquiatra Dr. Sergio Strejilevich*, quien visitó nuestro país para dictar talleres y participar del lanzamiento de un “Programa de Psicoeducación Grupal para el Tratamiento de los Trastornos Bipolares”.

Esta es una iniciativa de un grupo de médicos integrado por ambas asociaciones de psiquiatras del Paraguay (Sociedad Paraguaya de siquiatría y la Asociación Paraguaya de siquiatras) para el lanzamiento del programa, que consiste en un tratamiento psicoterapéutico que se monta sobre el farmacológico y permite a la persona afectada —por el trastorno bipolar— tener una mejor comprensión de su enfermedad, adquirir estrategias para afrontarlas cuando tiene la crisis, ayudar al médico a detectarlas tempranamente y, por ende, prevenirlas. “Y, por otra parte, le permite tener una mejor relación con el tratamiento farmacológico, lo cual favorece en una reducción significativa el número de episodios y de días en los que se sufren los síntomas de la enfermedad”.

Los fármacos

El profesional señaló que en cuanto a tratamientos farmacológicos, en los últimos años, se han agregado un par de drogas para el tratamiento del trastorno bipolar: la quetiapina, como novedad en tratamiento antisicótico y, más recientemente, la lurasidona. “Pero, probablemente, lo que estamos haciendo es averiguar cómo utilizar estas herramientas farmacológicas y cómo integrarlas en una terapia que incluya estas maniobras que se llaman sicosociales, en las cuales no solo se le indica cómo ingerir el fármaco, sino también se lo entrena para colaborar activamente con el tratamiento, lo que redunda en una mayor adherencia al tratamiento y, a la vez, una mejor calidad de vida”.

Enfatizó, asimismo, en la importancia de la práctica de ejercicios físicos sistemáticos como maniobra inicial para el control de los episodios sicóticos depresivos. “Pero eso se debe realizar de manera supervisada, porque a los pacientes depresivos les cuesta muchísimo realizar por propia iniciativa ejercicio físico”.

Las personas que pasan por este tratamiento sicoeducativo tienen la capacidad de detectar de manera muy temprana, el inicio de la crisis y, aun antes de que se presente, aprenden a buscar síntomas mínimos. Cada paciente tiene una señal muy específica, casi una huella, que le indica que está por tener un episodio. “Si aprende esto y se da cuenta de que está por deprimirse, puede comenzar a aumentar la carga de ejercicio, y eso ayuda a prevenir el episodio, o, por el contrario, si nota que está por sobrevenir una manía, baja la carga de actividad física, de estímulo, y eso ayuda a prevenir el episodio o a que sea más benévolo”.

Síntomas

El Dr. Strejilevich señala que las fluctuaciones anímicas son las más comunes y eso tiene un eco en el núcleo allegado: trabajo, pareja y familia. “Las conductas de los seres humanos tienen que ver cómo se relacionan unos con otros. Uno, lo primero que nota son estas fluctuaciones. La persona lo puede notar, pero muchas veces, aun hoy, todavía hay una baja conciencia entre los profesionales de la salud de la enorme prevalencia de este trastorno”.

Y no solo en Latinoamérica, sino también en los países más desarrollados, más de la mitad de las personas con trastorno bipolar sufren un retraso considerable en lograr un diagnóstico adecuado. Se calcula un promedio de ocho años de retraso hasta el momento de recibir el diagnóstico y esto trae aparejado más complicaciones, y, como todas las enfermedades, cuanto más tarda en diagnosticarse, más cuesta recuperarse”.

El galeno destaca el papel fundamental del clínico para la detección del trastorno, porque, normalmente, el número de siquiatras en muchos países es reducido, y es él quien observa o recibe las primeras consultas acerca de cualquier posible padecimiento. “Y por su formación, no siempre perciben el trastorno bipolar, a diferencia del trastorno depresivo”.

En referencia a perspectivas de cura, resalta que la medicina está construida sobre la esperanza. Se está trabajando arduamente para lograr una cura o un control definitivo de la enfermedad. “Actualmente, hay posibilidad de controlar y reducir el sufrimiento por la enfermedad. Casi la mitad de las personas en tratamiento tiene un control absoluto sobre la enfermedad, y lleva una vida plena y feliz tomando su medicación, y asistiendo a los grupos sicológicos. Ahora hay más chance de llevar una vida larga, plena y feliz”, finaliza.

El trastorno bipolar

Denominado clásicamente sicosis maníaco-depresiva, es una enfermedad genética, crónica y recurrente, caracterizada por la presencia de episodios hipomaníacos, maníacos o mixtos que, generalmente, se alternan con episodios depresivos. Es hereditaria, como la diabetes o la hipertensión. “Lo que uno adquiere es una vulnerabilidad; es decir, es muy susceptible a determinados estresores. El porcentaje hereditario se da en un 60 o 70 %. Si uno observa el árbol genealógico, en dos o tres generaciones atrás, se encuentra a algún pariente que padeció alcoholismo, depresión, entre otros”.

* Presidente actual del capítulo argentino de la Sociedad Internacional de Trastornos Bipolares y jefe del Programa de Trastornos Bipolares del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, de Buenos Aires.

mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Archivo.

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