El autor de un monumento de futuro incierto
El monumento que corona la cima del cerro Lambaré, polémico desde su propia construcción, fue concebido y creado por el escultor español Juan de Ávalos y García y Taborda, un artista con importantes obras esparcidas en muchas ciudades españolas y en diversos lugares del mundo.
Había nacido en Mérida, España, el 21 de octubre de 1911. Monumentalista y figurativo, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Badajoz y se dedicó a la enseñanza artística. Alcanzó notoriedad por la realización del complejo escultórico del Valle de los Caídos, encargado por el régimen franquista español. También es autor de esculturas vanguardistas.
Su nombre se relacionó con nuestro país debido a la concepción, diseño y realización del Monumento a la Paz Victoriosa, que corona el cerro Lambaré, e inaugurado el 28 de abril de 1982. Falleció en Madrid, España, el 6 de julio de 2006.
Hoy, más de 30 años después, un desatinado proyecto propiciado por la Municipalidad de Asunción, el Arzobispado y un conocido estudioso de la historia paraguaya busca desnaturalizar y destruir dicho monumento, llevando adelante todo un crimen de lesa urbanidad.
Nuevo nombre
El 2 de marzo de 1943, hace poco más de 70 años, el Gobierno del presidente Higinio Morínigo dispuso el cambio del nombre del distrito de Tabapy por el de Beato Roque González de Santa Cruz, actualmente ascendido a santo, desde hace un cuarto de siglo.
El mencionado decreto dice: “Visto: La presentación hecha por el vecindario de Tabapy al Ministerio del Interior, en la que se solicita que el pueblo, sea denominado en lo sucesivo Beato Roque González de Santa Cruz, honrando la memoria del insigne mártir paraguayo y el dictamen del Sr. Jefe de la Sección Municipalidades, el presidente de la República, decreta: Art. 1.º Denomínase con el nombre de Beato Roque Alonso González (de Santa Cruz) al llamado actualmente Tabapy. Art. 2.º Comuníquese, publíquese y dése al Archivo Oficial. Firmado: Higinio Morínigo M., Amancio Pampliega”.
El rancho que camina
Antaño, en la construcción de carretas –con sus ejes, pértigos, pecho, limones y frisos–, los rayos y los ejes iban dentro de unas masas de madera dura. La madera entre el eje y la masa era más blanda para evitar el recalentamiento. En movimiento, la carreta producía un sonido que se oía desde lejos.
Las paredes de las carretas eran quinchadas con madera de mistol; las toldas, de cuero vacuno con el pelo para afuera, que las hacía impermeables; los yugos, de madera de ceibo, por ser fuerte y liviana.
Las picanas, para tenerlas derechas, debían ser como una vela, las enderezaban con grasa caliente y las ponían en el suelo clavándolas para que no se torcieran.
Las coyundas eran de cuero de vaca bien sobado para que no lastimaran a los bueyes; las cuartas, trenzadas de cuero e iban unidas por gemelos de madera dura.
Vidrios americanos
La fabricación de vidrio en la región rioplatense es muy antigua. El caso pionero registrado estuvo a cargo de los vidrieros Juan de Soria, Jaime Valle, Marco Antonio y Andrés López, quienes instalaron la primera fábrica de vidrio que proveía objetos de dicho material a lugares tan distantes como Chile, Potosí y Paraguay.
La fábrica había sido instalada en Córdoba en 1592. Según los estudiosos, se supone que en esta fábrica se trabajaban vidrios gruesos, semitransparentes. Estos vidrios permitían el paso de la luz, pero apenas posibilitaban percibir las cosas del lado contrario del que miraba.
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