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Ciudadana del Bicentenario
Nuestra ciudadana del Bicentenario de esta semana es una dama pilarense cuya acción y prestigio trascendieron las fronteras y brillaron con luz propia en el exigente mundo artístico europeo. Se trata de doña Rosalía Alliana de Montroni, pintora y restauradora de obras de arte. Nació en Pilar. Estudió pintura en su ciudad natal y tomó cursos de perfeccionamiento en Buenos Aires e Italia.
Rosalía Alliana se distinguió por su habilidad de restaurar piezas antiguas y, en Italia, se especializó en Historia Clásica Romana y en Restauración de Obras de Arte. Participó en los trabajos de mantenimiento de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, y fue tasadora de obras antiguas de importantes museos europeos. Estaba considerada como una de las mejores miniaturistas de Italia.
Tortuguitas letales
Un arma muy útil durante la guerra chaqueña de 1932 a 1935 fue una granada de mano que, por su forma, fue conocida como karumbe’i. Esta arma de fabricación nacional fue creada por el ingeniero Gustavo Crovatto, jefe de la Oficina Química Municipal.
La fundición de esos materiales bélicos se realizó en el establecimiento del señor Gaspar Gadea, quien contó con la colaboración del señor Emilio Volpe, el ingeniero Zimowsky, además de otros funcionarios de la Oficina Química Municipal.
Hechas las pruebas en los Arsenales de Marina, que resultaron exitosas, fueron fabricados en gran cantidad para el Ejército en Campaña.
Las bombachas son cosas de hombres
Quién más, quién menos alguna vez vio a gente de campo vistiendo la bombacha, ese amplio y abuchonado calzón de uso muy común en zonas de tradicional actividad ganadera de nuestro país y algunas regiones limítrofes.
Esta indumentaria campera fue introducida en la región por el Ejército brasileño, que adquirió el remanente de trajes de fajina del Ejército francés, que había apoyado a los turcos en la guerra de Crimea, a principios de la segunda mitad del siglo XIX, el conflicto que llevó a Rusia a enfrentar a Turquía, Reino Unido, Francia y el Reino del Piamonte.
Los soldados brasileños, especialmente los de la región riograndense, una vez dados de baja, siguieron usándola, pues la encontraron muy cómoda para las faenas a caballo, adoptándola en reemplazo del más autóctono chiripá. El ejemplo cundió y, hoy, la bombacha es típica en toda la región del Cono Sur.
En nuestro país, la bombacha ingresó siguiendo un itinerario más o menos establecido: Río Grande do Sul, Uruguay, Entre Ríos, Corrientes y de allí a Misiones e Itapúa, en la posguerra de la Triple Alianza, con la llegada de hacendados entrerrianos y correntinos. Años después, pasó al Chaco, con la fundación de las primeras estancias en ese territorio.
Nuestra ciudadana del Bicentenario de esta semana es una dama pilarense cuya acción y prestigio trascendieron las fronteras y brillaron con luz propia en el exigente mundo artístico europeo. Se trata de doña Rosalía Alliana de Montroni, pintora y restauradora de obras de arte. Nació en Pilar. Estudió pintura en su ciudad natal y tomó cursos de perfeccionamiento en Buenos Aires e Italia.
Rosalía Alliana se distinguió por su habilidad de restaurar piezas antiguas y, en Italia, se especializó en Historia Clásica Romana y en Restauración de Obras de Arte. Participó en los trabajos de mantenimiento de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, y fue tasadora de obras antiguas de importantes museos europeos. Estaba considerada como una de las mejores miniaturistas de Italia.
Tortuguitas letales
Un arma muy útil durante la guerra chaqueña de 1932 a 1935 fue una granada de mano que, por su forma, fue conocida como karumbe’i. Esta arma de fabricación nacional fue creada por el ingeniero Gustavo Crovatto, jefe de la Oficina Química Municipal.
La fundición de esos materiales bélicos se realizó en el establecimiento del señor Gaspar Gadea, quien contó con la colaboración del señor Emilio Volpe, el ingeniero Zimowsky, además de otros funcionarios de la Oficina Química Municipal.
Hechas las pruebas en los Arsenales de Marina, que resultaron exitosas, fueron fabricados en gran cantidad para el Ejército en Campaña.
Las bombachas son cosas de hombres
Quién más, quién menos alguna vez vio a gente de campo vistiendo la bombacha, ese amplio y abuchonado calzón de uso muy común en zonas de tradicional actividad ganadera de nuestro país y algunas regiones limítrofes.
Esta indumentaria campera fue introducida en la región por el Ejército brasileño, que adquirió el remanente de trajes de fajina del Ejército francés, que había apoyado a los turcos en la guerra de Crimea, a principios de la segunda mitad del siglo XIX, el conflicto que llevó a Rusia a enfrentar a Turquía, Reino Unido, Francia y el Reino del Piamonte.
Los soldados brasileños, especialmente los de la región riograndense, una vez dados de baja, siguieron usándola, pues la encontraron muy cómoda para las faenas a caballo, adoptándola en reemplazo del más autóctono chiripá. El ejemplo cundió y, hoy, la bombacha es típica en toda la región del Cono Sur.
En nuestro país, la bombacha ingresó siguiendo un itinerario más o menos establecido: Río Grande do Sul, Uruguay, Entre Ríos, Corrientes y de allí a Misiones e Itapúa, en la posguerra de la Triple Alianza, con la llegada de hacendados entrerrianos y correntinos. Años después, pasó al Chaco, con la fundación de las primeras estancias en ese territorio.