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Los rebautizados de Piribebuy

Cuenta la conocida antropóloga Marilín Rehnfeldt sobre lo ocurrido en la ciudad de Piribebuy, en 1965, cuando se realizó una ceremonia religiosa frente a la iglesia local y ante la presencia de casi la totalidad de los habitantes del poblado.

El oficio, según testimonios, estuvo presidida por el sacerdote católico, entonces cura párroco de Piribebuy, Cantalicio Gauto.

En aquella ocasión, los acusados de ser activistas del comunismo criollo fueron llevados a participar de dicho oficio, para –luego de bárbaras torturas y vejaciones y una vez recuperados de dichas sesiones– renunciar públicamente de su “comunismo” y ser rebautizados en la religión católica.

Estuvieron presentes el ministro del Interior, Édgar Linneo Ynsfrán Doldán, y altos funcionarios policiales y autoridades locales, además, como ya dijimos, de gente de pueblo.

En aquella ocasión, el párroco Cantalicio Gauto tomó el juramento de los prisioneros, diciéndolos:“Juráis abjurar del comunismo con el cual fuisteis engañados” y uno a uno, con la mano sobre la Biblia y “como obedeciendo a un mandato de conciencia, con voz firme, fueron respondiendo:‘¡Sí, juro!’”.

Según testimonios de las víctimas, recogidos por la señora Rehnfeldt, dicho “juramento”, era “para que nos hagan pasar vergüenza, y la gente nos quería ver como si fuera que nosotros éramos animales extraños, por eso justamente es que había mucha gente”.

Otro protagonista comentó que “se le citó a la gente, pero solamente para que nos miren, porque nosotros éramos conceptuados los comunistas, los demonios, como si fuéramos animales, y nos subieron en el palco delante de la iglesia, para que la gente nos mire y nosotros le veamos a la gente. Estaba repleta. Y eso fue directamente, el sacerdote nos rebautizó como éramos comunista, como demonio, nos bautizó otra vez, e hizo nuevamente de nosotros cristianos. Se hizo otra vez el juramento: ‘Renuncio a Satanás’, para quedarnos otra vez como cristianos”.

Pero, se dormía con las ventanas abiertas…

El muerto del Splendid

Hace poco menos de 57 años, un episodio trágico conmocionó a la ciudadanía asunceña: el asesinato durante una balacera en pleno recinto del cine Splendid, sobre la calle Estrella, entre Chile y Alberdi.

En aquella ocasión fue asesinado el ciudadano de origen polaco Pedro J. Prokopchuk, un músico y policía nacido en la ciudad polaca de Sanowiny, el 17 de setiembre de 1906.

Sus estudios los había realizado en Moscú, Rusia, donde, además, estudió música y fue un destacado afinador de instrumentos musicales. Siguió estudios técnicos en las universidades alemanas de Bonn, Heidelberg y Tuebingen y de Varsovia, Polonia.

Trabajó en industrias de su país y siguió estudios universitarios de filosofía, filología y administración. Durante la Segunda Guerra Mundial fue movilizado por las fuerzas de ocupación alemanas y fue dueño de una fábrica de papel.

Vino al Paraguay, en 1950, y se radicó en la ciudad itapuense de Coronel Bogado, donde vivía su familia. Se trasladó a la capital del país, donde trabajó en una agencia de viajes y como agente especial de la policía paraguaya. Falleció asesinado en un oscuro episodio dentro del cine Splendid, el 23 de septiembre de 1961.

La medicina en la independencia y la dictadura

A los pocos médicos que se aventuraban por estas tierras, les era muy difícil vencer la competencia de frailes y curanderos, quienes les disputaban la clientela.

Además de las personas con conocimientos empíricos, herederos de la sabiduría indígena en materia de profilaxis y tratamiento de las afecciones, en los días en que el Paraguay se desembarazaba de la metrópoli española, varios eran los médicos que actuaban en el país.

Entre aquellos podemos mencionar a Domingo Carrera, médico español, llegado al Paraguay con las expediciones demarcadoras de 1785. Fue médico militar y como tal actuó integrando las fuerzas invasoras paraguayas del fuerte portugués Coimbra y en las batallas de la independencia y en el Cuartel General de Yaguarón.

Otro médico de esos días fue Vicente Verduc, español que actuó en el Paraguay a principios del siglo XIX; vino al país integrando la comitiva del demarcador Félix de Azara, en 1785; además de poseer una botica, fue cirujano militar.

Un importante médico que actuó a caballo de los siglos XVIII y XIX fue don Juan de Lorenzo y Gaona, español y precursor de la independencia nacional; vino al Paraguay en 1787 con el gobernador Joaquín Alós y Brú, y fue médico y secretario de este funcionario. Además de sus actividades profesionales, se dedicó al comercio, fue médico militar durante las batallas por la independencia nacional, además de médico del dictador Francia, pero, en 1821, fue encarcelado junto con 300 españoles y liberado luego del pago de un jugoso rescate, pero sufrió la confiscación de sus bienes, actuó hasta su muerte, en 1847.

surucua@abc.com.py

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