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Qué tal, Emilio. ¿Cómo le tiene la vida? Ya ves, siempre detrás del trabajo. Cantando, que es lo que sé hacer.
Treinta años con la música no es poca cosa... Increíble como pasa el tiempo, como esa canción que dice veinte años no es nada, pero fueron treinta. Y nosotros los músicos somos privilegiados, porque la música alimenta el espíritu, la mente.
Pero el camino no habrá sido tan fácil. Para nada. Mucha gente dice: Qué gusto la vida de ustedes, suben al escenario, se divierten y ganan plata. Pero no es así. Al menos, porque cuando nos dimos cuenta de que esta era nuestra profesión, nosotros lo asumimos con profesionalismo.
Siempre que se habla de música se habla de sacrificios. ¿En qué sentido es sacrificado ser músico o artista? En el sentido que uno tiene que estar siempre expectante de que la fama que logra no se caiga. Mantenerse en el mercado 25 años, como hicimos nosotros, no es nada fácil. No es subirse al escenario y cantar nomás. Hay que estar detrás, componiendo, grabando, cambiando el repertorio, presentando cada cierto tiempo algo diferente.
En general las orquestas tocaban canciones en inglés, ¿cuesta más llegar con temas en español? En esa época sí. Lo que hacíamos era grabar temas en español, pero compuestos por nosotros. Queríamos lograr nuestros propios éxitos. Y eso no es fácil.
Pero les resultó, porque inclusive salieron al exterior. Sí, después empezaron los viajes a Estados Unidos, a partir del 85 y fueron 13 años seguidos.
¿Para quién actuaban en EE.UU.? Nos íbamos a cantar para la colectividad paraguaya. Y también latina.
Seguro ganaban sus buenos dólares. Y sí. No nos quejamos. Pasamos bien. Pero realmente toda esa plata invertíamos. Volvíamos con lo justo y necesario, porque allá comprábamos instrumentos y sí o sí teníamos que grabar un disco.
Volvían con algo nuevo. Siempre. Y fuimos los primeros en implementar aquello de En Concierto, cuando volvimos de Estados Unidos en 1985. Allá fuimos a escuchar Air Supply in concert y dijimos: a partir de ahora nosotros también vamos a presentar Hobbies en concierto.
De repente aparecieron las famosas discotecas con un ruido infernal y desplazaron a muchas orquestas. ¿Pasó lo mismo con Los Hobbies? No, no. Nosotros siempre estábamos en los bailes más grandes con todas las discotecas que en ese momento eran furor. El número puesto en vivo, siempre fue Los Hobbies. En una fiesta no podía faltar San Bernardino, Mi Paraguay, Una estúpida idea, Yo quiero el corazón de María o Ni frío ni calor.
¿Dónde fue la última actuación? En el Olimpia de Itá. En 1999 dijimos: hasta aquí llegamos.
El tiempo pasa y aunque duela decirlo todo tiene un final. El de Los Hobbies, ¿por qué razones se dio? Y creo, más que nada, por el agotamiento. Veinticinco años, te hablo de la nueva generación, porque Los Hobbies ya empezaron en la década del 60 y nosotros éramos la segunda generación. Y llegó a un nivel que nosotros mismos nos dimos cuenta que teníamos que dar el paso al costado como para que la historia no nos pase la factura.
Y dijeron adiós. Dijimos adiós, pero no hicimos ningún concierto de despedida. Es como que estábamos saturados. Chau, dijimos y no nos vimos más por mucho tiempo, entre los integrantes inclusive.
Empezaba a perfilarse la crisis económica y seguro disminuían los contratos. Sí, pero para las fiestas siempre había plata. En ese sentido no nos quejamos, porque la gente para divertirse tiene, hasta hoy. Claro, no se puede comparar con la década del 70 y comienzos del 80 que la situación del país era distinta.
Y ustedes eran jóvenes... Y estábamos allá arriba, éramos los ídolos máximos, hicimos toda una revolución con aquel maratón 24 horas a ritmo de corazón, en el parque Carlos Antonio López, después los jamboree musicales en el Jardín Botánico. Hemos hecho cosas...
Marcaron época. Marcamos una época muy grande. Hicimos la Cantata rock con Disidencias, con Luis Szarán, con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y Jesús Ruiz Nestosa. Cosas realmente revolucionarias en el ambiente de la música pop.
Lindos recuerdos. No creas. Hasta hoy la gente nos sigue preguntando por qué nunca hicimos un concierto de despedida. Y bueno, ya no lo hicimos ni lo vamos a hacer. Lo que sí tenemos pensado es juntarnos en algún momento y hacer Hobbies en concierto.
En realidad que usted no se alejó de los éxitos del ayer, puesto que a poco de desaparecer Los Hobbies formó la Retroband. Esa idea surgió después de quedarnos un año y poquito de no hacer nada; ya estábamos desesperados, especialmente yo. Buscaba el escenario y los otros ex integrantes también. Ya teníamos una idea, inclusive estando en Los Hobbies, de qué íbamos a hacer después de separarnos. Y siempre hablábamos de poner algún boliche, un pub, en donde podíamos tocar para que los amantes de la onda retro vengan a escucharnos.
Al final no se concretó. Estuvimos a punto de armar un pub. Pero no se dio. Entonces volvimos a reunirnos y encontramos un lugar ahí en el sótano del Hotel del Paraguay. Y empezamos a cantar. Pusimos el nombre de Retroband, pero así nomás, para darnos el gusto.
¿Por qué perduran los temas de antes? Por la calidad y creatividad de las canciones. Todo lo que vino después de Los Beatles fue una cosa realmente increíble. Se escucha hasta hoy a grupos como Bee Gees, The Police, Queen, Village People.
Hablando de tiempo, ¿cómo empezó a cantar? Y mi papá tocaba la guitarra. A mi mamá le gustaba muchísimo cantar. Creo que por ahí empieza mi historial. Yo agarraba la escoba y simulaba que era mi guitarra, cuando tenía cuatro o cinco años. Cantaba en los cumpleaños que se hacían en casa. Papá me hacía cantar y después no paraba más, me tenía que echar.
Y siguió en la escuela. Sí, en el Día del Maestro, el Día de la Bandera, primerito estaba yo. Y en el colegio cantaba temas de Los Beatles, de Sergio Denis, lo que estuviera de moda.
¿Cómo conoció a Pelusa Rubín? En una fiesta del Náutico, en San Bernardino. Nosotros estábamos tocando y ella se fue casualmente, porque estaba de vacaciones. Cuando eso ella vivía en Buenos Aires y justo se encontró con una amiga de años que resultó ser la esposa de nuestro baterista.
Y ella los presentó. Sí, Margarita, que era la esposa de Víctor, le dijo: te voy a presentar al cantante. Y Pelusa venía de allá, tenía su novio, no quería saber nada. Pero Margarita le insistió.
¿Fue un flechazo, tipo amor a primera vista o no tanto? A medias, vamos a decir en un 50%. Pero hubo una atracción de parte de los dos. Eso es innegable, ella lo reconoce, porque yo la saqué a bailar y todo el mundo ya estaba bailando suelto y nosotros seguíamos agarrados.
Atracción fatal, parece... Y bueno. A partir de ahí ella se quedó unas semanas más, yo la invité a ir a otras fiestas y después se fue a Buenos Aires, pero con la idea de volver.
Y volvió... Se fue a poner las cosas en regla, o sea le chutó al novio y vino a quedarse acá (risas).
¿Cuántos años de noviazgo? Cinco.
¿Facilita, complica, dificulta ser esposo de una diva de la televisión? No sé si dificulta. Uno se acostumbra. Y no sé como se dan las cosas, porque cuando la conocí ella era desconocida y yo un cantante famoso. Estaba en todas las fiestas de colegio, era una locura. Y ella, pobrecita, sufrió mucho también detrás mío. Se imaginarán lo que es ser novia de un cantante y de Los Hobbies, en esa época lo máximo. Después, un poquito antes de casarnos ella empezó en la televisión. Y comenzó a crecer, crecer, crecer y se hizo muy famosa. Pero es como que yo no siento eso de que mi esposa es famosa o mi esposo es famoso. Nunca sentimos eso entre los dos.
Lo complicado es ser yerno de Humberto Rubin. No sé si sí o no. Yo era tan joven cuando ingresé a la familia Rubin y el tiempo fue poniendo las cosas en su lugar. La radio fue creciendo y yo también fui parte de eso. Cuando me iba a visitarla a Pelu venía Palo y se sentaba en una de mis piernas, Leo en la otra. Eran chiquitos, parece que Humberto les mandaba para controlar a su hija. Y bueno aquí estamos, juntos y con una familia muy linda.
¿Cómo define su forma de ser? Bastante sumiso, un poco introvertido. Pero después con el escenario, la música, me fui destapando, soltando un poco más. Soy de carácter tranquilo. Pacífico, no acelerado, como es Pelusa, por ejemplo.
Se lo nota muy hogareño. Siempre me gustó. Estoy acá, con mi piano, mi guitarra. O, a veces, estoy con la computadora, trabajando. Es como mi oficina, la gente me llama, mando presupuestos, preparo contratos. Hago todo desde casa.
¿Sueños? Seguir con la música. Y morir con la música.
Identikit
Emilio García Giménez nació en Asunción el 31 de marzo de 1956. En su época de alumno del Colegio Nacional de la Capital, en 1973, tuvo su primer grupo musical, Los Gypsys. En el 74 fue incorporado a Los Hobbies, hasta 1999. Y desde el 2000 canta en la Retroband.
En 1982 se casó con la conductora de televisión Pelusa Rubin, y es papá de Ezequiel (21), Enmanuel (18), Laura Camila (17) y Lucía Alexandra (8).
Treinta años con la música no es poca cosa... Increíble como pasa el tiempo, como esa canción que dice veinte años no es nada, pero fueron treinta. Y nosotros los músicos somos privilegiados, porque la música alimenta el espíritu, la mente.
Pero el camino no habrá sido tan fácil. Para nada. Mucha gente dice: Qué gusto la vida de ustedes, suben al escenario, se divierten y ganan plata. Pero no es así. Al menos, porque cuando nos dimos cuenta de que esta era nuestra profesión, nosotros lo asumimos con profesionalismo.
Siempre que se habla de música se habla de sacrificios. ¿En qué sentido es sacrificado ser músico o artista? En el sentido que uno tiene que estar siempre expectante de que la fama que logra no se caiga. Mantenerse en el mercado 25 años, como hicimos nosotros, no es nada fácil. No es subirse al escenario y cantar nomás. Hay que estar detrás, componiendo, grabando, cambiando el repertorio, presentando cada cierto tiempo algo diferente.
En general las orquestas tocaban canciones en inglés, ¿cuesta más llegar con temas en español? En esa época sí. Lo que hacíamos era grabar temas en español, pero compuestos por nosotros. Queríamos lograr nuestros propios éxitos. Y eso no es fácil.
Pero les resultó, porque inclusive salieron al exterior. Sí, después empezaron los viajes a Estados Unidos, a partir del 85 y fueron 13 años seguidos.
¿Para quién actuaban en EE.UU.? Nos íbamos a cantar para la colectividad paraguaya. Y también latina.
Seguro ganaban sus buenos dólares. Y sí. No nos quejamos. Pasamos bien. Pero realmente toda esa plata invertíamos. Volvíamos con lo justo y necesario, porque allá comprábamos instrumentos y sí o sí teníamos que grabar un disco.
Volvían con algo nuevo. Siempre. Y fuimos los primeros en implementar aquello de En Concierto, cuando volvimos de Estados Unidos en 1985. Allá fuimos a escuchar Air Supply in concert y dijimos: a partir de ahora nosotros también vamos a presentar Hobbies en concierto.
De repente aparecieron las famosas discotecas con un ruido infernal y desplazaron a muchas orquestas. ¿Pasó lo mismo con Los Hobbies? No, no. Nosotros siempre estábamos en los bailes más grandes con todas las discotecas que en ese momento eran furor. El número puesto en vivo, siempre fue Los Hobbies. En una fiesta no podía faltar San Bernardino, Mi Paraguay, Una estúpida idea, Yo quiero el corazón de María o Ni frío ni calor.
¿Dónde fue la última actuación? En el Olimpia de Itá. En 1999 dijimos: hasta aquí llegamos.
El tiempo pasa y aunque duela decirlo todo tiene un final. El de Los Hobbies, ¿por qué razones se dio? Y creo, más que nada, por el agotamiento. Veinticinco años, te hablo de la nueva generación, porque Los Hobbies ya empezaron en la década del 60 y nosotros éramos la segunda generación. Y llegó a un nivel que nosotros mismos nos dimos cuenta que teníamos que dar el paso al costado como para que la historia no nos pase la factura.
Y dijeron adiós. Dijimos adiós, pero no hicimos ningún concierto de despedida. Es como que estábamos saturados. Chau, dijimos y no nos vimos más por mucho tiempo, entre los integrantes inclusive.
Empezaba a perfilarse la crisis económica y seguro disminuían los contratos. Sí, pero para las fiestas siempre había plata. En ese sentido no nos quejamos, porque la gente para divertirse tiene, hasta hoy. Claro, no se puede comparar con la década del 70 y comienzos del 80 que la situación del país era distinta.
Y ustedes eran jóvenes... Y estábamos allá arriba, éramos los ídolos máximos, hicimos toda una revolución con aquel maratón 24 horas a ritmo de corazón, en el parque Carlos Antonio López, después los jamboree musicales en el Jardín Botánico. Hemos hecho cosas...
Marcaron época. Marcamos una época muy grande. Hicimos la Cantata rock con Disidencias, con Luis Szarán, con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y Jesús Ruiz Nestosa. Cosas realmente revolucionarias en el ambiente de la música pop.
Lindos recuerdos. No creas. Hasta hoy la gente nos sigue preguntando por qué nunca hicimos un concierto de despedida. Y bueno, ya no lo hicimos ni lo vamos a hacer. Lo que sí tenemos pensado es juntarnos en algún momento y hacer Hobbies en concierto.
En realidad que usted no se alejó de los éxitos del ayer, puesto que a poco de desaparecer Los Hobbies formó la Retroband. Esa idea surgió después de quedarnos un año y poquito de no hacer nada; ya estábamos desesperados, especialmente yo. Buscaba el escenario y los otros ex integrantes también. Ya teníamos una idea, inclusive estando en Los Hobbies, de qué íbamos a hacer después de separarnos. Y siempre hablábamos de poner algún boliche, un pub, en donde podíamos tocar para que los amantes de la onda retro vengan a escucharnos.
Al final no se concretó. Estuvimos a punto de armar un pub. Pero no se dio. Entonces volvimos a reunirnos y encontramos un lugar ahí en el sótano del Hotel del Paraguay. Y empezamos a cantar. Pusimos el nombre de Retroband, pero así nomás, para darnos el gusto.
¿Por qué perduran los temas de antes? Por la calidad y creatividad de las canciones. Todo lo que vino después de Los Beatles fue una cosa realmente increíble. Se escucha hasta hoy a grupos como Bee Gees, The Police, Queen, Village People.
Hablando de tiempo, ¿cómo empezó a cantar? Y mi papá tocaba la guitarra. A mi mamá le gustaba muchísimo cantar. Creo que por ahí empieza mi historial. Yo agarraba la escoba y simulaba que era mi guitarra, cuando tenía cuatro o cinco años. Cantaba en los cumpleaños que se hacían en casa. Papá me hacía cantar y después no paraba más, me tenía que echar.
Y siguió en la escuela. Sí, en el Día del Maestro, el Día de la Bandera, primerito estaba yo. Y en el colegio cantaba temas de Los Beatles, de Sergio Denis, lo que estuviera de moda.
¿Cómo conoció a Pelusa Rubín? En una fiesta del Náutico, en San Bernardino. Nosotros estábamos tocando y ella se fue casualmente, porque estaba de vacaciones. Cuando eso ella vivía en Buenos Aires y justo se encontró con una amiga de años que resultó ser la esposa de nuestro baterista.
Y ella los presentó. Sí, Margarita, que era la esposa de Víctor, le dijo: te voy a presentar al cantante. Y Pelusa venía de allá, tenía su novio, no quería saber nada. Pero Margarita le insistió.
¿Fue un flechazo, tipo amor a primera vista o no tanto? A medias, vamos a decir en un 50%. Pero hubo una atracción de parte de los dos. Eso es innegable, ella lo reconoce, porque yo la saqué a bailar y todo el mundo ya estaba bailando suelto y nosotros seguíamos agarrados.
Atracción fatal, parece... Y bueno. A partir de ahí ella se quedó unas semanas más, yo la invité a ir a otras fiestas y después se fue a Buenos Aires, pero con la idea de volver.
Y volvió... Se fue a poner las cosas en regla, o sea le chutó al novio y vino a quedarse acá (risas).
¿Cuántos años de noviazgo? Cinco.
¿Facilita, complica, dificulta ser esposo de una diva de la televisión? No sé si dificulta. Uno se acostumbra. Y no sé como se dan las cosas, porque cuando la conocí ella era desconocida y yo un cantante famoso. Estaba en todas las fiestas de colegio, era una locura. Y ella, pobrecita, sufrió mucho también detrás mío. Se imaginarán lo que es ser novia de un cantante y de Los Hobbies, en esa época lo máximo. Después, un poquito antes de casarnos ella empezó en la televisión. Y comenzó a crecer, crecer, crecer y se hizo muy famosa. Pero es como que yo no siento eso de que mi esposa es famosa o mi esposo es famoso. Nunca sentimos eso entre los dos.
Lo complicado es ser yerno de Humberto Rubin. No sé si sí o no. Yo era tan joven cuando ingresé a la familia Rubin y el tiempo fue poniendo las cosas en su lugar. La radio fue creciendo y yo también fui parte de eso. Cuando me iba a visitarla a Pelu venía Palo y se sentaba en una de mis piernas, Leo en la otra. Eran chiquitos, parece que Humberto les mandaba para controlar a su hija. Y bueno aquí estamos, juntos y con una familia muy linda.
¿Cómo define su forma de ser? Bastante sumiso, un poco introvertido. Pero después con el escenario, la música, me fui destapando, soltando un poco más. Soy de carácter tranquilo. Pacífico, no acelerado, como es Pelusa, por ejemplo.
Se lo nota muy hogareño. Siempre me gustó. Estoy acá, con mi piano, mi guitarra. O, a veces, estoy con la computadora, trabajando. Es como mi oficina, la gente me llama, mando presupuestos, preparo contratos. Hago todo desde casa.
¿Sueños? Seguir con la música. Y morir con la música.
Identikit
Emilio García Giménez nació en Asunción el 31 de marzo de 1956. En su época de alumno del Colegio Nacional de la Capital, en 1973, tuvo su primer grupo musical, Los Gypsys. En el 74 fue incorporado a Los Hobbies, hasta 1999. Y desde el 2000 canta en la Retroband.
En 1982 se casó con la conductora de televisión Pelusa Rubin, y es papá de Ezequiel (21), Enmanuel (18), Laura Camila (17) y Lucía Alexandra (8).