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Este único encuentro se basará en el nuevo libro de Pilar: Educar para sentir, sentir para educar. El contenido es el resultado de una investigación de cinco años que cuestiona toda la educación que recibimos, desde la infancia hasta el trabajo. Se centra en el valor de las emociones, en cómo se desarrollan las mal llamadas “habilidades blandas”. Pilar las denomina competencias personales, porque hoy en día uno puede tener habilidades técnicas, pero, a veces, sucede que se despide a la persona por no tener estas competencias personales, como la solidaridad, la empatía y el trabajo en equipo. “¿Qué pasa? Resulta que no las tuvo ni en la familia ni en la escuela”, señala la profesional chilena.
Pilar es tajante al decir que no se educa en la casa estas competencias personales. “El déficit está desde la casa. No hay demostración de emociones ni trabajo en equipo. En cierto modo, la tecnología parcializó esto. Llorar o el miedo son vistos como una debilidad, o la rabia como expresión. No hay espacio para hablar de lo que uno siente en la casa; con suerte, se habla de lo que se hace en el día”, detalla la especialista.
Ella sugiere que hay que hablar de lo que uno siente. “No se forma en la casa ni la escuela tampoco, porque está la supremacía de lo cognitivo. Se tiene como exitosa la formación, no el hecho de hacer buenas personas. El ser buena persona es visto como una estupidez. Se estudia la astucia, la mentira, que son la base de la corrupción, como hechos exitosos”, comenta.
Investigación
A partir de esta premisa, Pilar lleva la investigación de cinco años para profundizar en las competencias personales que, en la actualidad, las empresas y el mundo laboral demandan a sus trabajadores. Hoy se buscan personas empáticas, solidarias, sensibles y sin prejuicios, que sepan trabajar en equipo y resolver conflictos.
El bullying o acoso escolar es resultado de esa ausencia de educación en las emociones. “La falta de educación de la empatía, de ponerse en el lugar del otro. Es una problemática la falta de filtro en los hijos que digan: ‘Te odio. No te soporto’. Que esa agresión se normalice entre los hermanos. Obviamente, se traslada a otros ambientes, además del tema tecnológico que hace que se produzca la tensión escolar”, opina.
Los compromisos financieros han hecho que las prioridades dentro de la casa cambiaran y, también, los aparatos tecnológicos. “En vez de estar todos juntos, se sientan a ver Netflix o las noticias. Cada vez hay menos espacios de conversación”, comenta la profesional acerca de una realidad cada vez más común.
Apagar las máquinas
Pilar sugiere apagar todas las máquinas y volver a mirar a los ojos a las personas con las que uno convive en la casa. “Hay menos posibilidad de negociar y más televisores. En la casa, cada uno tiene su celular y está entretenido en su mundo individual. Hay poco espacio de ayuda colectiva. Se inhibe la conversación. No se mira a los ojos. Se pierde ese contacto ocular y se va deteriorando la comunicación”, refiere.
Para Pilar, la tecnología es una herramienta, pero no la sabemos administrar, entonces se pierden las funciones reales. Cada vez manejamos más información y nos perfeccionamos más a nivel profesional, pero, paradójicamente, nos estamos volviendo más ignorantes emocionalmente al perder la conexión con nosotros mismos. De estos temas viene a hablar en un único encuentro que será el domingo 17 de este mes, en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay.
La experta, como en sus anteriores conferencias, propone una charla divertida, con mucho humor, pero, al mismo tiempo, dura en la que resalta la importancia de las emociones en la educación. “Estoy agradecida por el cariño paraguayo y de poder estar allí nuevamente”, finalizó.
Única presentación
Educar para sentir, sentir para educar comenzará a las 19:00, el domingo 17 de junio, en el Gran Teatro del BCP. Las entradas se venden en Red UTS a G. 300.000 (vip), G. 250.000 (platea baja) y G. 220.000 (platea baja fondo).
Será un espacio especial para tratar las competencias personales que tienen que ver con la capacidad de generar equipos de trabajo, confianza y desarrollo de la paciencia, entre otras habilidades, para la buena convivencia personal y profesional.
Fotos: Gentileza.