Cargando...
¿Por qué el día tiene 24 horas? ¿Quiénes establecieron esta forma de medición? ¿Cuál fue el primer reloj utilizado por la civilización? ABC Revista conversó con el astrónomo Blas Servín para responder estas y otras preguntas.Por David Messina - david.messina@abc.com.py
Hablar de la evolución del tiempo significa sumergirse, irremediablemente, en el campo de la física, ciencia que supo encontrar las respuestas a las más grandes incógnitas surgidas de ilustres pensadores universales, y otros no tanto. Craig Callender, estudioso de la física y profesor de Filosofía en la Universidad de California, en San Diego, sostiene que el tiempo es uno de los conceptos físicos más debatidos y que, debido a esto, la búsqueda de una teoría única implica reconsiderar las suposiciones más básicas.
Además de esto, el investigador asegura que mientras algunos físicos insisten en la idea de la inexistencia del tiempo, otros piensan que el tiempo debería cumplir una función más fundamental. Estas ideas han sido objeto de debate filosófico desde épocas anteriores a Sócrates. Según una propuesta, el tiempo surgiría a partir de la manera en que el universo se descompone en partes y lo que percibimos como tiempo reflejaría las relaciones entre esas partes.
Acostumbrado a explicar las cosas más complicadas en lenguaje sencillo, desprovisto de tecnicismos y pomposidades, el astrónomo Blas Servín refiere que la duración del día va aumentando con el correr de los tiempos, y que este fenómeno es causado por la Luna. La atracción de este satélite crea el fenómeno de las mareas, que frenan el movimiento de rotación de la Tierra. Con esto, el día se alarga, de manera imperceptible para nosotros, pero sin interrupción.
El día en 24 horas
En la actualidad, los números se desprenden del sistema decimal (en base al número 10). El profesor Servín sostiene que esto tiene como origen la utilización de los dedos de las dos manos para contar. "Con respecto a la división matemática del día, sabemos que fueron los egipcios los primeros en utilizar el sistema duodecimal, en base al número 12", explica Servín, quien advierte la probabilidad de que lo hayan hecho basados en las doce lunas que ocurren durante el año.
Durante el día, los egipcios utilizaban un reloj solar con 12 divisiones, pero la duración de estas 12 horas variaba de acuerdo a las estaciones. La duración de la noche también estaba dividida en 12 y de ahí el origen de la actual separación en 24 horas, siempre basados en el sistema egipcio.
Los minutos y segundos son divisiones de ángulos basados en el sistema sexagesimal (en base al número 60), que fueron utilizados por los babilonios para sus observaciones astronómicas. Ellos, a su vez, se inspiraron en el sistema sexagesimal de los sumerios, que lo desarrollaron alrededor de dos mil años antes de nuestra era, según refiere el investigador Pierre Yves Belly en el libro Preguntas y respuestas sobre astronomía.
Cuenta la historia que esta tarea de división quedó posteriormente en manos del matemático y astrónomo Tolomeo, quien trabajó en Alejandría durante el siglo II d.C. Tolomeo tuvo la necesidad de utilizar una unidad más reducida que el grado para la medición de un ángulo, para determinar la posición de lugares utilizando referencias de latitud y longitud; fue así que dividió el grado en 60 y le dio el nombre de pequeñas partes primarias partes minutae primae, en latín, de donde proviene la palabra minuto. A su vez, volvió a dividir estas, dando origen a los segundos, que provienen del latín partes minutaes secundae (pequeñas partes secundarias).
La evolución de la medición del tiempo no se detuvo, motivada por el avance de los medios de transporte, principalmente del ferrocarril. Alrededor del 1840 se hizo impostergable la necesidad de tener un horario común para los medios de transporte que se trasladaban rápidamente de un país a otro, ya que hasta ese entonces las mediciones se hacían por medio del reloj solar, lo que causaba grandes diferencias horarias entre una zona y otra. "En 1884, en una conferencia internacional celebrada en Washington, se decide establecer la división en horas de los países en el mundo entero, con 24 husos horarios de 15 grados de longitud cada uno. El Meridiano Greenwich fue adoptado como punto de referencia y de ahí surge el Greenwich Mean Time (Tiempo medio de Greenwich)", refiere Servín. "Son 15 para cada cambio de hora, porque la Tierra gira 15 grados por hora", agrega.
Relojes en el tiempo
El profesor Servín asegura que los más famosos constructores de relojes solares fueron los jesuitas, quienes los utilizaban para regir la vida activa de las reducciones. "Entre todos ellos, el más reconocido es el padre Buenaventura Suárez, cuyo reloj solar aún se encuentra funcionando en la ciudad de San Cosme y Damián", cuenta.
En cuanto al origen de este tipo de relojes, el primero en conocerse en la historia es el modelo gnomon guía o maestro, en griego, que consiste en un bastón clavado en el suelo, que durante el día iba marcando la hora mediante el movimiento del Sol y la sombra proyectada en consecuencia. "Al mediodía, la longitud de la sombra proyectada por el gnomon era utilizada para conocer en qué época del año se encontraban", dice Servín.
Posteriormente aparecen los obeliscos, también utilizados como sistemas de división del tiempo. El más conocido y todavía en funcionamiento es el de la plaza de San Pedro, en el Vaticano. Luego, el hombre utilizó otros sistemas, como las clepsidras, unos relojes de agua que eran utilizados principalmente durante la noche, cuando los relojes de Sol perdían utilidad.
La necesidad de medir el tiempo acompañó desde siempre a la civilización, que se vio empujada a inventar y mejorar estos sistemas cronográficos que condicionaban actividades esenciales, como la siembra, la caza o la navegación.
Origen del reloj de pulsera. Los relojes de pulsera se desarrollaron como una extensión de los relojes de bolsillo al principio del siglo pasado. Muchos de ellos eran relojes de mujer, que evolucionaron en objetos populares y funcionales durante la Primera Guerra Mundial. La aceptación de estos relojes durante la guerra marcaría un punto de inflexión en la evolución de los relojes, tal y como los conocemos hoy. También Abraham Louis Breguet relojero y físico suizo habla en sus legados de un reloj vendido a la reina de Nápoles en 1810, que era básicamente un reloj de bolsillo con una cadena metálica.
Fuente: www.hablemosderelojes.com
Un reloj en la Luna. El reloj Omega modelo Speedmaster pasó a la historia por ser elegido para acompañar a la tripulación del Apollo 11. El 21 de julio de 1969, a las 22.39, hora de Houston, el astronauta Neil Armstrong puso pie en el único satélite natural de la Tierra, la Luna. Justo al alunizar, los astronautas (Aldrin y Armstrong) se dan cuenta de que el reloj a bordo de la cápsula dejó de funcionar, entonces Armstrong, como medida de seguridad, deja su Speedmaster dentro del dispositivo por miedo de que los dos relojes se dañen al descender y queden sin cronómetro. En consecuencia, el primer reloj que se utiliza en la Luna es el Speedmaster de Buzz Aldrin.
Luego de volver a Tierra, Buzz Aldrin decide donar al museo Smithsoniano su Omega Speedmaster. El mismo jamás llegó a destino, desconociéndose hasta hoy su paradero.
Fuente: ¿Es el tiempo una ilusión?, Craig Callender, Investigación y Ciencia, agosto 2010.
Preguntas y respuestas sobre astronomía, Pierre Yves Belly.
FOTOS: ABC Color/Guido Carvallo
Hablar de la evolución del tiempo significa sumergirse, irremediablemente, en el campo de la física, ciencia que supo encontrar las respuestas a las más grandes incógnitas surgidas de ilustres pensadores universales, y otros no tanto. Craig Callender, estudioso de la física y profesor de Filosofía en la Universidad de California, en San Diego, sostiene que el tiempo es uno de los conceptos físicos más debatidos y que, debido a esto, la búsqueda de una teoría única implica reconsiderar las suposiciones más básicas.
Además de esto, el investigador asegura que mientras algunos físicos insisten en la idea de la inexistencia del tiempo, otros piensan que el tiempo debería cumplir una función más fundamental. Estas ideas han sido objeto de debate filosófico desde épocas anteriores a Sócrates. Según una propuesta, el tiempo surgiría a partir de la manera en que el universo se descompone en partes y lo que percibimos como tiempo reflejaría las relaciones entre esas partes.
Acostumbrado a explicar las cosas más complicadas en lenguaje sencillo, desprovisto de tecnicismos y pomposidades, el astrónomo Blas Servín refiere que la duración del día va aumentando con el correr de los tiempos, y que este fenómeno es causado por la Luna. La atracción de este satélite crea el fenómeno de las mareas, que frenan el movimiento de rotación de la Tierra. Con esto, el día se alarga, de manera imperceptible para nosotros, pero sin interrupción.
El día en 24 horas
En la actualidad, los números se desprenden del sistema decimal (en base al número 10). El profesor Servín sostiene que esto tiene como origen la utilización de los dedos de las dos manos para contar. "Con respecto a la división matemática del día, sabemos que fueron los egipcios los primeros en utilizar el sistema duodecimal, en base al número 12", explica Servín, quien advierte la probabilidad de que lo hayan hecho basados en las doce lunas que ocurren durante el año.
Durante el día, los egipcios utilizaban un reloj solar con 12 divisiones, pero la duración de estas 12 horas variaba de acuerdo a las estaciones. La duración de la noche también estaba dividida en 12 y de ahí el origen de la actual separación en 24 horas, siempre basados en el sistema egipcio.
Los minutos y segundos son divisiones de ángulos basados en el sistema sexagesimal (en base al número 60), que fueron utilizados por los babilonios para sus observaciones astronómicas. Ellos, a su vez, se inspiraron en el sistema sexagesimal de los sumerios, que lo desarrollaron alrededor de dos mil años antes de nuestra era, según refiere el investigador Pierre Yves Belly en el libro Preguntas y respuestas sobre astronomía.
Cuenta la historia que esta tarea de división quedó posteriormente en manos del matemático y astrónomo Tolomeo, quien trabajó en Alejandría durante el siglo II d.C. Tolomeo tuvo la necesidad de utilizar una unidad más reducida que el grado para la medición de un ángulo, para determinar la posición de lugares utilizando referencias de latitud y longitud; fue así que dividió el grado en 60 y le dio el nombre de pequeñas partes primarias partes minutae primae, en latín, de donde proviene la palabra minuto. A su vez, volvió a dividir estas, dando origen a los segundos, que provienen del latín partes minutaes secundae (pequeñas partes secundarias).
La evolución de la medición del tiempo no se detuvo, motivada por el avance de los medios de transporte, principalmente del ferrocarril. Alrededor del 1840 se hizo impostergable la necesidad de tener un horario común para los medios de transporte que se trasladaban rápidamente de un país a otro, ya que hasta ese entonces las mediciones se hacían por medio del reloj solar, lo que causaba grandes diferencias horarias entre una zona y otra. "En 1884, en una conferencia internacional celebrada en Washington, se decide establecer la división en horas de los países en el mundo entero, con 24 husos horarios de 15 grados de longitud cada uno. El Meridiano Greenwich fue adoptado como punto de referencia y de ahí surge el Greenwich Mean Time (Tiempo medio de Greenwich)", refiere Servín. "Son 15 para cada cambio de hora, porque la Tierra gira 15 grados por hora", agrega.
Relojes en el tiempo
El profesor Servín asegura que los más famosos constructores de relojes solares fueron los jesuitas, quienes los utilizaban para regir la vida activa de las reducciones. "Entre todos ellos, el más reconocido es el padre Buenaventura Suárez, cuyo reloj solar aún se encuentra funcionando en la ciudad de San Cosme y Damián", cuenta.
En cuanto al origen de este tipo de relojes, el primero en conocerse en la historia es el modelo gnomon guía o maestro, en griego, que consiste en un bastón clavado en el suelo, que durante el día iba marcando la hora mediante el movimiento del Sol y la sombra proyectada en consecuencia. "Al mediodía, la longitud de la sombra proyectada por el gnomon era utilizada para conocer en qué época del año se encontraban", dice Servín.
Posteriormente aparecen los obeliscos, también utilizados como sistemas de división del tiempo. El más conocido y todavía en funcionamiento es el de la plaza de San Pedro, en el Vaticano. Luego, el hombre utilizó otros sistemas, como las clepsidras, unos relojes de agua que eran utilizados principalmente durante la noche, cuando los relojes de Sol perdían utilidad.
La necesidad de medir el tiempo acompañó desde siempre a la civilización, que se vio empujada a inventar y mejorar estos sistemas cronográficos que condicionaban actividades esenciales, como la siembra, la caza o la navegación.
Origen del reloj de pulsera. Los relojes de pulsera se desarrollaron como una extensión de los relojes de bolsillo al principio del siglo pasado. Muchos de ellos eran relojes de mujer, que evolucionaron en objetos populares y funcionales durante la Primera Guerra Mundial. La aceptación de estos relojes durante la guerra marcaría un punto de inflexión en la evolución de los relojes, tal y como los conocemos hoy. También Abraham Louis Breguet relojero y físico suizo habla en sus legados de un reloj vendido a la reina de Nápoles en 1810, que era básicamente un reloj de bolsillo con una cadena metálica.
Fuente: www.hablemosderelojes.com
Un reloj en la Luna. El reloj Omega modelo Speedmaster pasó a la historia por ser elegido para acompañar a la tripulación del Apollo 11. El 21 de julio de 1969, a las 22.39, hora de Houston, el astronauta Neil Armstrong puso pie en el único satélite natural de la Tierra, la Luna. Justo al alunizar, los astronautas (Aldrin y Armstrong) se dan cuenta de que el reloj a bordo de la cápsula dejó de funcionar, entonces Armstrong, como medida de seguridad, deja su Speedmaster dentro del dispositivo por miedo de que los dos relojes se dañen al descender y queden sin cronómetro. En consecuencia, el primer reloj que se utiliza en la Luna es el Speedmaster de Buzz Aldrin.
Luego de volver a Tierra, Buzz Aldrin decide donar al museo Smithsoniano su Omega Speedmaster. El mismo jamás llegó a destino, desconociéndose hasta hoy su paradero.
Fuente: ¿Es el tiempo una ilusión?, Craig Callender, Investigación y Ciencia, agosto 2010.
Preguntas y respuestas sobre astronomía, Pierre Yves Belly.
FOTOS: ABC Color/Guido Carvallo