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Oriundo de la ciudad de Itauguá, Alejo Leonor Lauseker nació en el año 1930. A poco de cumplir sus 82 floridos (en julio próximo), es el taxista más longevo de la ciudad de Hernandarias, donde tiene su parada a la entrada del Paraná Country Club.
Él mismo fue el encargado de fundar la hace 25 años. Durante este tiempo, todos los días hasta hoy religiosamente llega al lugar a las 4 AM y frente a su volante espera a sus pasajeros.
Aventurarse en su Toyota Corola es entrar al mundo de los aromas a pino, lavanda o limón, característicos de quien cela hasta el último detalle la pulcritud de su rodado. “Un taxi limpio y ordenado es tu carta de presentación”, dice asintiendo.
Pero mucho antes de llegar al Alto Paraná, don Alejo probó suerte en diversos tipos de oficios. El que mejor recuerda, y el que menos tiempo le duró, fue el de actor de teatro. “Fui actor por tres años; estudié arte escénico cuando joven. Entre mis compañeros estaban Rafael Rojas Doria y Roque Sánchez, que en paz descanse”, rememora mientras se acomoda el uniforme para las tomas fotográficas. Ensaya las poses, como evocando su época de figura en las tablas ante la atenta mirada de sus colegas taxistas, que ya por poco no lo ovacionan con un aplauso cerrado.
Sin embargo, pese a sus dotes de buen actor, la necesidad de llevar dinero a la casa hizo que don Alejo eligiese otro camino, lejos de este país. El siguiente destino fue Buenos Aires, Argentina, donde por 25 años trabajó en plomería; hasta que una tarde decidió volver a la tierra roja y lugar del tajy.
Fue así que finalmente desembarca en Hernandarias junto con toda su familia. Su esposa, Lili Bareiro (74), y sus cinco hijos: Julio (56) Zully (53), Mirtha (52), Sergio (43) y Víctor (33), son los pilares de su vida.
Desde siempre don Alejo supo enfrentar desafíos. El último fue hace pocos días cuando debió ir a renovar su licencia de conducir. Fue un día memorable para él, ya que tuvo que pasar el examen de vista y oído y, teniendo en cuenta su edad, la exigencia fue doble. Pero pasó y la vida laboral continúa.
“Pero ahora ya lo hace solo por hobby, no concibe la vida sin el trabajo”, aclara su hijo Sergio.
Lo que gana, que no es poco, es para hacerles regalos a sus 14 nietos y 8 bisnietos; aunque en su corazón bien tiene ganado su lugar otro integrante de la familia: su perro Doby, un caniche travieso y juguetón.
Anécdotas
En sus idas y venidas por la supercarretera o por las callejas esteñas, Lauseker guarda también un montón de anécdotas, como cuando tuvo que auxiliar a una embarazada a punto de dar a luz y trasladarla “a toda bala” a Foz de Iguazú. “Tal fue el apuro que la Policía Rodoviaria (Policía Caminera del Brasil) inició una persecución, pero al explicarle todo nos escoltaron hasta el hospital”, dice orgulloso. En otra ocasión tuvo como pasajero a un empresario extranjero al que llevó al centro de Ciudad del Este. Cuando llegó a su parada, se percató que la notebook, la billetera con tarjetas y mucho dinero habían quedado olvidadas en su automóvil. Movió cielo y tierra hasta que localizó al hombre en el aeropuerto Guaraní. Llegó hasta el lugar y escoltado por la policía logró devolver todas sus pertenencias. “No esperaba recompensa, pero el señor me la dio”, dice.
A sus 81 años, Lauseker sigue lúcido, trabajando y construyendo su historia, basada en una admirable trayectoria digna de imitar. ¿El secreto de la lucidez? No fumar ni beber bebidas alcohólicas, y alimentarse bien.