El taller en exhibición

Todo comienza con intercambios de ideas “en un entorno solidario y generoso de conocimientos”. Luego, manos a la obra para capturar la imagen deseada y finalmente exponerla al público. Esta vez, el fotográfo Jorge Sáenz sorprende con lugares y vivencias personales y es esta muestra la que puede ser visitada en la Manzana de la Rivera desde este jueves 24.

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En la exposición se exhibirán una serie de fotografías que buscan que cada espectador logre ver las preocupaciones personales y las cotidianeidades de los autores. Son dieciséis las miradas, algunas interesadas por el lugar en el que habitamos y circulamos. Así, Marta Escurra dispara con la violencia cotidiana y los colores densos de las diferencias sociales en “CDDE (Ciudad Desigual del Este)”, mientras que Gabriel Alfonsi en “El centro, entre murmuros y silencios” recorre el decaído microcentro asunceno, con ojo rápido y atento a las composiciones geométricas, instantáneas y monocromáticas. Francisco Cabello en “M-4” asume el desafío de mostrar el viejo mercado de siempre, pero con una carga dramática que parte de la elección de colores, texturas e iluminaciones extrañas a la mirada común. Dany González, por su parte, guiado por un ojo crítico por sobre otros intereses, enrostra la imposibilidad de circular a pie en “Veredas Ocupadas” y Jazmín Romei con “Duros II” compone con estatuas, monumentos y los casuales caminantes, situaciones seguramente insospechadas por los escultores que las crearon.

Recordemos que Sáenz es fotoperiodista para la agencia The Associated Press desde 2003. Tiene publicados seis ensayos fotográficos en forma de libros. Sus fotografías aparecen en materiales internacionales, en revistas como Newsweek, Time, National Geographic, y en periódicos de todo el mundo como The New York Times, The Guardian, The Washington Post y otros. Es fundador y presidente de el ojo salvaje.

En cada taller busca no solamente el ojo clínico, sino también la construcción de un entorno solidario y generoso de conocimientos. Para él, toda disciplina necesita ser aprendida y la fotografía abarca un largo proceso, como cualquier otra rama del arte o la comunicación. “Las herramientas se construyen a la par de nuestro conocimiento con la ayuda de otros que ya anduvieron el camino”, dice.

Otra temática fueron los lugares más cercanos y los otros por conocer. Mariluz Martín se aventura por la ribera, y “Entre el cerro y el río” cuenta con sutil estética del color las penurias cíclicas de los habitantes de los bañados. Derlis Salinas con “Sigo en la Chaca”. Teresita González también vuelve sobre el Hospital de Clínicas con “La insoportable levedad del tiempo”.

Lorna Quiroga con “Marangaú” retrata la comunidad pá’i tavyterã de la cordillera del Amambay y Gachi Velaztiqui investiga la siempre interesante relación madre hijo/a, según diferentes generaciones, en “Maternidad”.

Y un último grupo, al que llamó “el de los íntimos”, destaca a Nanín Vefe (Eduardo Venialgo), que aparenta sobrepasar los límites de un relato documental hacia la ficción con su ensayo “Replicante”. Raisa Aid, en “Hermanas”, retrata a dos de ellas en la vida familiar cotidiana. Semejante, pero en relación a su padre, es el de Sebastián Taveira, quien con su trabajo “Árbol” habla de cómo se mide el verdadero tamaño de una persona. Finalmente aparece el “Metalero chino”, contado en su propia salsa por Santiago Montiel. “Cola, el reciclador de la vida”, de Fernando Franceschelli, intima con la vida del reciclador y luthier de Cateura, Nicolás y su compañera Natividad, relatando una vida de creatividad excepcional en los márgenes de la ciudad. “Doña Julia y su universo”, de Josh Rodríguez, compone con sutileza de luces, gestos y detalles, la vida e historia de una criadora de caballos de carrera.

ndure@abc.com.py

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