El señor de las sillas

El empresario Daniel Nasta exhibe, por primera vez, su selecta colección de sillas que guardan diseño, y marcan época. La cita es en el Museo de la Silla, este jueves 26.

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Sin duda, para Daniel Nasta, coleccionar es un placer, una manera de atrapar la eternidad. Pero no guarda su tesoro en el fondo de un cajón. Muy por el contrario, su deleite es compartirlo. Por eso organiza una exposición para el jueves 26 de este mes en el Museo de la Silla.

El coleccionista comentó que la muestra forma parte de diseños que fue admirando y adquiriendo en sus viajes, o fueron obsequios o comprados por su arte, por la época, por sus historias o por el mero gusto de saber apreciarlos. “Comencé a comprarlas una a una, quizás sin la intención de armar una colección, pero se dió”, expresa mientras guía el recorrido.

De todas destacan verdaderas obras de arte de la década del 1800, del 1900, de varias etapas adquiridas en Finlandia, Francia, África, Punta del Este, Dinamarca, Argentina. En realidad, los diseños transportan al tiempo al cual fueron hechos o para el efecto con que fueron creados. De ahí que Nasta define una colección como una manera de atrapar la eternidad, porque cada silla representa una historia, un uso, un valor.

Durante la exposición se van a poder contemplar las primeras que obtuvo y lo convirtieron en coleccionista. También las más recientes, con una aire más moderno. Definitivamente, hay variedad. Su tendencia se prolonga también a las botellas. Innumerables formas y diseños adornan espacios, en medio de los muebles, en los rincones. “Colecciono botellas y sillas; creo que estas últimas son las más diseñadas en el mundo. La silla es un proceso dinámico, el arte en sí que despliega es una experiencia feliz”, afirma.

Exhibidas, notamos una de barbero, de odontología, otra de teatro, en su mayoría de madera, torneadas, bien trabajadas, que denotan la calidad de las propuestas y la evolución del arte. Pero lo que más le llama la atención es la cualidad atemporal de estos muebles. “Algunas, atraviesan el tiempo, conservan su verdad intacta, a pesar de los cambios de mentalidad”, expresa. 

En su colección hay sillas que adquirió a diferentes precios. Compra por flechazos. Es imposible estar en esto sin amor. Y ese sentimiento es lo que hace a una colección extraordinaria. Son unas treinta las que serán exhibidas. “No tiene sentido tenerlas si uno no va a compartir. Tengo un número suficiente como para realizar una presentación, así que me decidí y espero que puedan disfrutar tanto como yo”.

Y cuando uno ya tiene un número considerable, viene el planteamiento de seguir adquiriendo o no. Hay que pensar en la ubicación, en la conservación, un sinfín de situaciones inherentes al hecho de tener un número importante de obras u objetos. En cualquier caso, Daniel Nasta fue adquiriendo sus sillas de forma pausada, sin apresurarse. De esa manera, logró una colección coherente. “Hay que ir con la mirada atenta permanentemente, pero sin precipitarse”, confiesa. 

Y así como es un placer, también es una responsabilidad; la de investigar, generar conocimiento y compartir con los demás. “Cada una tiene una historia: está la de Gaudí, tengo una que perteneció a la bisabuela de mi señora; en fin, son muchas formas con memorias”, afirma el empresario.

En otro momento quizás pueda mostrar también su colección de botellas, entre las que pudimos notar recipientes de fragancias, bebidas, todas diferentes e interesantes, y también suman como las sillas. En su compilación hay de todos los tamaños, colores y texturas; para él, tienen el mismo valor sentimental que las sillas y logran complacer su gusto personal.

Mientras tanto, sigue al frente de la publicitaria que lleva su apellido y tiene más de cuarenta años de vigencia en el mercado. Esto sin contar los varios libros que aportó a la cultura. Por ejemplo: “Sin Tocayos”, “Sin Tocayos 2” y “Tocar de oído”, en Asunción, y “Cómo dijo que se llama”, en Buenos Aires, Argentina; “La migración árabe y su descendencia en el Paraguay”, escrito en colaboración con L. Alberto Asbún K. Este libro fue finalista en París del premio Sharjah 2007, instituido por la Unesco y el Sultán de Brunei, que reconoce y premia publicaciones sobre el arabismo. “Nombres raros” es otra obra. También está “Poemario de mi cotidiano”. En el prólogo está escrito que Daniel Nasta siempre sorprende por sus inquietudes. Es así. Son varias las facetas en las que se destaca. Publicitario, empresario, escritor, conferencista, son algunas de las actividades a las que se dedica, lo que denota su carácter emprendedor y decidido.

Volviendo a las sillas, expresa su deseo de que aparezcan nuevos apasionados del coleccionismo. “Es un entretenimiento que aporta conocimiento. Valoro todas las piezas, cada una tiene sus recuerdos asociados, condensa una vivencia determinada de la que no quiero prescindir”, asegura el empresario.

En medio, no deja su pasión por los escritos y ya se encuentra preparando otro libro, cuya presentación anuncia que será en unos cuantos meses. Por ahora, está cumpliendo el sueño más grande que tiene todo coleccionista: que su tesoro sea apreciado por muchos. La cita, en el Museo de la Silla, este jueves 26. Una compilación bastante variada.   

ndure@abc.com.py 

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