El rugido del leopardo

Juan José Díaz Sacco (38) es un biólogo paraguayo de vida silvestre que sigue las huellas del leopardo de las nieves en China continental. Antes siguió al gato de Iriomote en Japón, durante nueve años. Sueña con una vida mejor para los felinos de nuestro país.

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A más de 1000 km de Beijing, la capital de China Continental, un compatriota forma parte de un equipo de investigación especializado en ecología molecular que estudia la vida y el comportamiento de dos especies felinas en riesgo de extinción: el leopardo y el leopardo de las nieves (Panthera uncia).

Una tarea para nada fácil que se desarrolla en las montañas de Asia Central, y abarca la instalación de cámaras trampa y recolección de excrementos, entre otros métodos, para estudiar el ADN de los felinos y determinar la especie a la cual pertenecen. “Normalmente, vamos a las reservas y ponemos cámaras trampa, que toman fotografías del animal cuando se desplaza por los senderos y cruza en frente. Luego de unos meses pasamos a recoger los SD Card y los verificamos. Es muy difícil verlos durante una expedición, pero los guardaparques tienen mejor suerte y alguna que otra vez los ven, porque viven en el lugar”, explica Juan José Díaz Sacco, quien estudia y trabaja en la Universidad Forestal de Beijing, en la capital de China continental, con PhD en Manejo de Vida Silvestre.

El trabajo de campo también sigue con intensas sesiones en los laboratorios, en los que se analizan los excrementos recogidos de los animales. “Las células quedan pegadas a los excrementos y así obtenemos el ADN, para comprobar qué especie ha estado rondando por el lugar”, aclara.

Parafraseando a Manuel Vincent, famoso por el enunciado: “El lírico aleteo de una mariposa en una pradera de Australia puede provocar un devastador huracán sobre el Estado de Florida”, el rugido o la agonía de un felino en el Lejano Oriente guarda estrecha semejanza con el jaguareté del Chaco Central. Ambos están en serio riesgo de extinción y, por las mismas razones, la destrucción de su hábitat.

El leopardo de las nieves –dice Juan José Díaz Sacco– se encuentra en 12 países asiáticos, pero el 60 % de la población está en China. “Siempre soñé con ir a la montaña y estudiar esta especie. Existen entre 3000 y 6000 individuos en todo el mundo, y me llamó la atención que en la región habitada por el leopardo de las nieves también se encuentra el leopardo y en algunas zonas conviven con otras subespecies de felinos. Es decir, el objeto de estudio es la interacción entre el leopardo y el leopardo de las nieves, y el leopardo y otros felinos”.

En esta etapa de los estudios, lo que el equipo de investigación precisa saber es por qué una misma zona es compartida por las dos especies de felinos con las de otras. “¿Por qué hay tantos carnívoros conviviendo en un mismo lugar y cómo están compitiendo entre sí?”, es la gran incógnita. “Nadie sabe aún lo que pasa. Se cree que se matan entre sí o se atacan, pero nadie nunca los vio en esa circunstancia”.

Estos felinos están en vías de extinción por la destrucción de su hábitat con la tala de bosques. Además, la expansión de terrenos para el ganado hace que la gente los mate cuando ataca a sus animales, como ocurre en el Chaco paraguayo.

El leopardo se alimenta de ciervos y chanchos salvajes, en tanto el leopardo de las nieves, generalmente, caza ovejas y cabras silvestres que viven en la zona montañosa y en lo alto de las cumbres. A veces, las dos especies felinas se alimentan de los mismos animales e, incluso, comen roedores y monos.

Un fósil viviente

Juan José Díaz Sacco se desempeñaba como docente de la Universidad Nacional de Asunción y técnico en la Secretaría del Ambiente (Seam) cuando aplicó para una beca del Gobierno de Japón. Llegó hasta la región de Okinawa, un archipiélago al sur de Japón, para investigar la ecología del gato de Iriomote (Prionailurus iriomotensis), especie felina del tamaño de un gato doméstico que solamente vive en la isla homónima. “Está en vías de extinción y solamente se encuentra en la isla jungla japonesa, cerca de Taiwán”.

El gato de Iriomote es considerado un fósil viviente, por los rasgos primitivos que conserva. Está en serio riesgo de extinción y apenas existen alrededor de 100 individuos. No existe en otra parte del mundo.

“Aparte de la reducción de su hábitat y pese a que en la isla de Iriomote no se deforesta, el mayor problema para esta especie es el ecoturismo. Demasiada gente llega a la isla, que cuenta con 2000 habitantes y cada año año recibe a 500.000 visitantes. Esa presión existe, pese a que el bosque está protegido”, aclara el biólogo paraguayo.

Otros rasgos que diferencia a este gato de las demás especies son las rayas blancas que tiene en la frente, una manchita blanca en la parte superior de la oreja y la cola más gruesa. “Nunca se lo ha domesticado y, de hecho, está prohibido atraparlo. Los gatos domésticos de la isla, inclusive, deben estar todos castrados y registrados por las instituciones oficiales para evitar la mezcla”.

Pensando en el Tíbet

Luego de nueve años de trabajo en Japón, Juan José Díaz Sacco aplicó para la beca en China continental. Su sueño era llegar al Tíbet para investigar al leopardo de las nieves, pero se presentó lo de China y lo logró. “En el campo de vida silvestre creo que soy el único paraguayo realizando este trabajo en China continental; en Japón hay muchos becarios compatriotas”, menciona.

Adaptarse a la vida en China continental ha sido un shock cultural, pero la similitud de la cultura con el Japón le ha facilitado abrirse paso. “Los japoneses, hace mil años, fueron a estudiar la cultura china y la llevaron a su país para crear su propia cultura. Se mantienen muchas similitudes y eso me ayudó. Existen diferencias en cuanto a la educación que poseen los japoneses y chinos. Estos últimos son más espontáneos, sueltos y no tan protocolares. El hecho de que los chinos sean menos cohibidos y más reales hace que el paraguayo los vea un tanto latinos”.

El biólogo compatriota tiene aún tres años para completar sus estudios y trabajos en China continental, con posibilidad de extenderlos a dos años más. Pero como por sus venas corre sangre paraguaya, sueña con volver a nuestro país para trabajar por los jaguaretés y pumas del Chaco.

Su mensaje es muy optimista: “Seguir los sueños confiados en sí mismos y proteger la vida silvestre, pues de esa forma protegemos los ecosistemas, que ayudan a mantener los recursos para mantener nuestras civilizaciones”.

pgomez@abc.com.py

Fotos: Gentileza.

 

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