El principio de Arquímedes

Esta noche, a las 20:00, se presenta la última función de El principio de Arquímedes en la sala García Lorca de la Manzana de la Rivera. Dirigida por Paola Irún, la trama de la obra desnuda los miedos y prejuicios de nuestro relacionamiento en la sociedad contemporánea.

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De la mano de Diego Mongelós, Natalia Cálcena, Hernán Melgarejo y Jorge Báez, bajo la dirección de Paola Irún, sube a escena El principio de Arquímedes, del dramaturgo catalán contemporáneo Josep María Miró, una obra muy conocida mundialmente y traducida a varios idiomas. Representada en dos ocasiones en Buenos Aires, es la primera vez que se presenta en nuestro país. La obra no es lineal, empieza por el conflicto y de ahí va hacia atrás. “La dramaturgia, de por sí, no es convencional. Recién al final va hilando en una narrativa cronológica”, explica Irún y añade que el público debe ir predispuesto a asistir a una obra que no está presentada tradicionalmente. “Además, el tema, que es muy delicado, es un incidente entre un profesor y un alumno, que no se sabe si es cierto o no”, detalla. 

El conflicto que presenta la obra es que, ante la falta de certeza de un hecho, uno no sabe qué posición tomar. En este caso hay cuatro personajes, cuatro puntos de vista distintos, pero además un quinto: el del público. “Cuando las cosas son concretas, no hay dudas; se está en contra o a favor de algo, pero cuando no se sabe si es verdad o no, eso te obliga a trabajar tu opinión desde otro lugar”, señala. 

La directora resalta que es una obra un poco incómoda; difícil tanto de hacer como de ver. “De eso se trata. El teatro tiene que incomodar, mover, sacudir”, enfatiza. El actor Diego Mongelós fue quien entró en contacto con el texto. Como le pareció muy interesante, convocó a los demás para representarla. “Desde que descubrí la obra, hace dos años, tengo ganas de hacerla. Y cuando surgió la posibilidad, les mostré a Paola y los chicos. Es muy interesante por lo que plantea; se trata de un texto muy actual”, relata Mongelós. 

Como todos coincidieron con él, decidieron llevarla a escena. Para Melgarejo, lo llamativo de la obra es que el incidente ocurre en la era de las redes sociales; un factor muy importante a la hora de saber qué es verdad o no. “En las redes uno publica o lee cosas cuya fuente desconoce, pero porque están en internet o te pasan en un grupo de WhatsApp cree que son ciertas. Los medios también tienen mucho que ver, porque pueden llevar la opinión hacia un lado u otro y, muchas veces, se trata de noticias falsas”. 

Este es un ingrediente muy particular en la trama, porque se cuenta un incidente muy actual, y cómo publicarlo en Facebook puede causar una montaña de suposiciones, afirmaciones, con una impunidad tal que puede no ser cierto, pero ya se arruinó la vida de alguien. “La obra está fragmentada en el tiempo, entonces, el espectador va armando, reconstruyendo la historia y, de alguna manera, tiene que tomar una postura, o no, que puede ir cambiando a medida que transcurre la historia, porque no hay certeza alguna”, refiere Báez.

Por su estructura, todo el tiempo se ven diferentes puntos de vista de los cuatro personajes y las situaciones que se van planteando. “La obra no propone nada cerrado; al contrario, todo queda abierto y con muchas interrogantes. Tiene que ver con un montón de temas, cómo nos vinculamos en las redes”, agrega Mongelós, quien interpreta al profesor. 

Según Báez, es muy fuerte cómo se arremete para tomar una postura ante lo que se plantea y lo que conlleva. “Cuánta desconsideración hay en lo que eso podría implicar. Todo el tiempo se está generando alguna noticia ante la cual tenemos que tomar alguna actitud. Hay que ver cuánto peligro y desconsideración hay en ese hábito”. Cálcena señala que, justamente, por esa lluvia de información no hay tiempo para analizar y reflexionar sobre esa noticia. 

Como se trata de una obra absolutamente experimental, la narrativa no es tradicional. La dramaturgia hace un juego no solamente de tiempo, sino también del modo en el que se desarrolla la trama, dando pistas que no concluyen nada y, luego, cambian en la siguiente escena. De hecho, la puesta en escena tampoco es convencional. 

Para el montaje de El principio de Arquímedes, se vuelve a utilizar la sala García Lorca como estuvo concebida desde el principio: una sala experimental, inspirada en El Globo, de Shakespeare, de forma circular. “Posteriormente, le montaron un escenario, pusieron telones y le quitaron esa esencia experimental de sus inicios. Nosotros sacamos todo eso. Está sin escenario. Ojalá se quede así”, refiere Irún. 

Otro punto interesante se plantea desde la dirección de arte, que Gabriela Zuccolillo trabajó como una narrativa más y fue creando un concepto visual para todo lo que se quería enfatizar o no del texto. “Porque una cosa es lo que está escrito y, otra, las millones de posibilidades de mostrar eso que está escrito. Es un trabajo que, generalmente, no se hace y tuvimos la suerte de poder trabajar con un concepto así”, añade. 

Agrega que lo visual es fundamental, porque es otra lectura de lo que el texto dice y lo que implica de por sí El principio de Arquímedes, que tiene que ver con la obra, y propone que todo aquello que lanzamos vuelve con la misma o más fuerza. “Tiene que ver con lanzar un rumor, una media verdad. Una vez que se tira, vuelve con más fuerza”, concluye. 

Bien, la invitación está hecha para esta noche, a las 20:00, en la sala Federico García Lorca del Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino. ¡No se la pierdan!

mpalacios@abc.com.py

Fotos: Gentileza.

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