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Doña Flor y sus dos maridos, una de las novelas más populares del escritor brasileño Jorge Amado, es llevada a escena en su versión y producción paraguayas. Marcela Gilabert se encargó de la adaptación, dirección integral y puesta en escena del espectáculo, con música de Tony Apuril, letras de Marcela Gilabert y Pablo Di Genova, y coreografía de Rocío Rolón.
El reparto está compuesto por Jesús Pérez, Carmen Briano, Patty Orué, Carlos Ortellado, Paz Berni, Jorge Di Paola, Natalia Valdez, Silvia Romero, Ana Wollmesiter y Freddy Almirón.
El actor Carlos Ortellado, uno de los protagonistas de la obra, y la directora Marcela Gilabert nos brindan detalles del espectáculo. “Siempre quise protagonizar una obra de un destacado y exitoso autor extranjero. Lamentablemente, a nivel local, los productores no se arriesgan mucho a ese tipo de proyectos. Esto hizo que me lanzara a buscar los derechos de alguna de las obras que tenía en vista y conseguí en Brasil los derechos de Doña Flor y sus dos maridos, que era una de las primeras opciones que barajaba”, revela Ortellado.
Cuenta que presentó el proyecto a Domingo Coronel y Tony Apuril, y se asociaron al instante. “El riesgo es grande, pero no demasiado; vale la pena jugarse. Estoy convencido de que la gente tiene cada día más ganas de ver buenas e importantes obras de teatro. Confío plenamente en la calidad del producto que estamos logrando y, principalmente, en el público que constantemente a través de las redes sociales pregunta cuándo se estrena”.
Ortellado representa el papel más jugado, el de Vadinho. Al respecto, comenta que interpretar un rol como ese tiene su peso. “Sería absurdo sostener lo contrario. Pero estoy plenamente conforme con la creación que estoy logrando. Siento que interpreto al personaje en la dimensión que fue creado por Jorge Amado. Eso sí, jamás podría haber logrado este nivel de compenetración si no compartiera la puesta en escena con un actor de la talla de Jesús Pérez, una actriz que les va a sorprender positivamente como Patty Orué y la dirección magistral de Marcela Gilabert”.
El actor expresa que le atrajo la obra porque la novela es genial, con una riqueza que sobrepasa la hora y media de actuación. “El mensaje y la enseñanza son precisos: el amor como factor que trasciende a los límites de la muerte”.
Confiesa que es la primera vez que sube a escena en un musical. “Trabajé y logré una muy buena interpretación para Jesucristo Superstar, pero, lamentablemente, la producción decidió no subirla a escena por problemas de derechos de autor”.
Asegura que trabajar en el musical significa mucho, porque es enriquecedor y gratificante poder ser integrante de una obra tan exitosa. “Día tras día, en los ensayos pongo todo de mí para lograr una representación acorde a la altura de las exigencias. El público es el gran juez y con los compañeros estamos ansiosos de ser juzgados”.
En Doña flor y sus dos maridos, el humor está presente de la mano de la ironía y la sátira social que caracteriza a los diversos diálogos costumbristas que se entrelazan en escena. “El erotismo tiene su rol protagónico en escenas jugadas, pero delicadamente logradas. Sin el desnudo de Vadinho, que está muy bien logrado gracias a la dirección magistral de Marcela Gilabert, no se reflejaría la intención del autor. No es grotesco ni ordinario, y creo que en el contexto de la obra adquiere la relevancia exacta para marcar la vida licenciosa del protagonista”.
Asegura que el público que asista se va a encontrar con una puesta en escena que nada tiene que envidiar a las grandes producciones de la calle Corrientes en Buenos Aires. “No hemos escatimado en nada. El vestuario de Jork Aveiro es de primera y la escenografía de Desirée tiene un diseño perfecto”.
Expresa que está confiado en que el público saldrá satisfecho y que, en muchos casos, volverá. “Por parte de los actores y la producción hemos puesto lo mejor que podemos. Solo falta subir el telón”.
“Se trata una comedia musical erótica, pero el erotismo pasa por el deseo sexual y el amor expuesto como está en la vida. No se oculta ni se disfraza nada; se toma como una cosa natural, como de hecho lo es. Y la adaptamos a comedia, con partes de humor, porque hay veces en que uno no sabe cómo reaccionar ante ciertas situaciones y entonces recurre al humor”, refiere Marcela Gilabert.
Si bien la historia de novela es de los años 20, la adaptó a los 50 para adecuarla al léxico actual. “Y la situamos en Bahía, por la magia musical que tiene esta ciudad”, comenta.
La obra es un gran desafío para todos, porque los artistas tienen que bailar, cantar y actuar. “Como directora, yo trabajo mucho las cosas extras, como estas”, cuenta.
Esta es la primera comedia musical completa que Gilabert dirige en Paraguay, por lo que es un gran reto haber hecho la adaptación de la novela. “Mi objetivo con la obra es tratar de valorizar el amor de doña Flor por Teodoro y su necesidad de Vadinho”, indica.
Para la elección del elenco realizaron un casting y se encontraron con gente joven muy valiosa, que sabe cantar, bailar y actuar. “Están trabajando en serio. Estamos con muchas ganas de mostrar todo el esfuerzo, que se verá coronado con el aplauso del público”.
La directora revela estar feliz por esta oportunidad de hacer comedia musical que, aunque es muy difícil, es un género que ama. “Es un amor que tengo, además de Shakeaspeare. Tengo mucha expectativa para el 30”, concluye.
La cita es el viernes 30 de agosto, a las 21:00, en el Teatro Latino. ¡No se la pierdan!
Argumento
Doña Flor y sus dos maridos es una trilogía de amor que se desarrolla en Bahía. Doña Flor, una mujer trabajadora, hogareña y buena esposa, está casada con Vadinho, un joven irresponsable, borracho, apostador, bailarín e infiel, habitué de fiestas y burdeles, era mantenido por doña Flor, quien trabajaba como profesora de cocina en su hogar. Doña Flor sentía un amor incondicional por Vadinho, que se robustecía con las noches de pasión que él le brindaba. Los excesos llevan a Vadinho a su muerte. Luego de un tiempo, doña Flor se casa con Teodoro, un farmacéutico cuarentón, tradicional, conservador, rígido y pudoroso, que lleva una vida social intachable, la antítesis de Vadinho. Al año de casada con Teodoro y para susto de doña Flor, el travieso y juguetón espíritu del encantador Vadinho reaparece con la misma fogosidad sexual que le caracterizó en vida. Doña Flor se encuentra ante un dilema y deberá elegir rechazar los arrebatados sexuales de Vadinho y ser fiel a Teodoro o aceptarlos y convivir con los dos, ya que, al fin y al cabo, él también era su esposo. Ante este panorama elige la segunda opción que le proporciona la rectitud de Teodoro y el placer de Vadinho. En síntesis, triunfa el amor.
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