El legado de Junior

La vida de Luis María Duarte fue intensa y breve. En su corta existencia hizo y logró mucho, pero no lo que tenía en mente. Su tarea de hacer del mundo un lugar mejor quedó trunca. Era joven y lo quería todo, hasta el infinito. Hoy, Junior hubiera celebrado un año más de vida.

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A pocos meses de su partida, la profunda huella que Luis María “Junior” Duarte González dejó en familiares y amigos se mantiene imborrable. Su ausencia es una herida que aún no empieza a cicatrizar.

El 20 de marzo de este año, integraba en Kabul, Afganistán, el equipo de observadores internacionales del National Democratic Institute (NDI), de los Estados Unidos, una organización sin fines de lucro independiente que apoya las prácticas democráticas en todo el mundo. Era su tercera misión y nada hacía presagiar lo que sucedería: unos terroristas talibanes ingresaron al hotel en el que se alojaba y lo asesinaron.

En el 34.º aniversario de su nacimiento, ABC Revista habló con sus padres, la Arq. Elsa González y el Ing. Luis María Duarte Sosa; su exnovia, Tania Buzarquiz, y amigos más entrañables: Gustavo Erico, Francisco Alvarenga y Hermes Ramos Dávalos. Así, nos enteramos de que lo agasajarán, primero, con una ofrenda floral y, al mediodía, se reunirán para almorzar —como él festejaba cada año— y evocar gratos recuerdos. “Vamos a hacer un asado. En un principio, solo íbamos a estar en familia y los amigos más íntimos, pero luego se fue sumando más gente”, cuenta su madre.

En realidad, la conmemoración de su cumpleaños se inició el 30 de octubre con el lanzamiento del libro José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX, que Luis María dejó escrito antes de viajar a Afganistán. En el lanzamiento, hablaron de la obra el expresidente uruguayo Luis Alberto Lacalle de Herrera, el Dr. José Antonio Moreno Ruffinelli y el senador Luis Alberto Castiglioni.

Luis María nació en Asunción, el 2 de noviembre de 1980. Era el mayor de dos hermanos. Su padre cuenta que, desde pequeños, Junior y Max se destacaban por su excepcional inteligencia. A los cuatro años, Junior ya sabía escribir, sumar, restar, recitar… Leía todo lo que estuviera a su alcance; sobre todo, libros, para sorpresa de sus maestros de jardín de infantes del colegio Santa Clara. Al culminar el ciclo, estos aconsejaron inscribirlo en el 2.º grado. Sus padres se negaron. Prefirieron que su niñez transcurriera normalmente junto con los compañeritos de su edad. Pero él se aburría…

Ávido lector, a los 12 años, junto con su hermano se “adueñaron” de la Biblioteca Nacional, ubicada en las cercanías de su hogar. A la par, estudiaba guitarra y practicaba judo. A los 14 años ya dominaba el idioma inglés. “No necesitábamos pedirle que estudiara; siempre fue serio y responsable”, revela su madre. “Era tan formal que jamás usaba jeans ni remeras, ni decía malas palabras”, aporta su padre.

Incentivado por su abuelo Máximo Duarte Bordón, a los 17 años incursionó en la política de la mano de Leandro Prieto Yegros. Su padre menciona que, además de buen orador, no había tema que Junior no dominara. Gustavo acota que Luis María tenía la habilidad de predecir, a partir del análisis de una serie de situaciones políticas, sus consecuencias. “Le decían ‘Canciller’i’”, recuerda.

En 2004, Junior se graduó de abogado en la UNA. “Le encantaba enseñar”, contribuye Hermes. “Fue docente universitario”.

El profesional

Apasionado analista político, Luis María, desde joven, demostró interés en asuntos diplomáticos y política internacional. “Era políglota; además del español, hablaba inglés, francés, italiano, portugués y árabe”, destaca Francisco.

Tal vez el Atlas Mundial que pidió a sus padres a los cuatro años determinó su destino. El Ing. Duarte cuenta que, a esa edad, Luis María sabía los datos de todos los países del mundo y quería conocerlos. “A los 20 años estuvo en Israel”. Pero él apuntaba hacia la diplomacia. Y con ese objetivo, a partir de los 21 años inició su carrera diplomática. Ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores. Luego fue el asesor diplomático de la Vicepresidencia de la República y, posteriormente, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

Su proyección internacional se inició como coordinador de Programas en la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito; después, como observador electoral de la OEA. Ecuador, Bolivia y Perú fueron algunos de sus destinos. A partir de 2008, pasó a integrar el equipo de observadores internacionales del Instituto Nacional Demócrata (NDI) en las elecciones de Bangladesh, Líbano y Pakistán, y analista político durante distintas elecciones realizadas en Afganistán, en 2009, 2010 y 2014.

La persona

Junior tenía amigos de todos los estamentos; entre ellos, numerosos diplomáticos. “Cuando hablaba, parecía un hombre de 60 años”, cuenta Gustavo. Pero eso no le quitaba tiempo para la diversión. Amante de la música, además de asistir a todos los conciertos, también era músico. “Era fanático de Los Beatles y tocaba el bajo en el grupo Madera Noruega y en otro más metalero”, comenta su madre.

Tania nombra algunos temas de su preferencia: Mother of Mercy, de Iron Maiden; Eleanor Rigby, de The Beatles, y You keep on moving, de Deep Purple, “que él consideraba era uno de los mejores temas de Glenn Hughes”.

Así, mientras entre todos van repasando los recuerdos, Tania lee un fragmento de la carta que envió Madeleine Albrigth, la cual, según ella, lo describe perfectamente como profesional: “Desde que conocimos a Luis en 2008, su calidez, su maravilloso sentido del humor y su talento extraordinario cautivaron rápidamente al equipo de NDI. Su inagotable energía atraía a sus colegas y creaba en ellos un sentido de confianza propio de un verdadero líder”.

Como persona, el Dr. Lacalle de Herrera, expresidente uruguayo, lo describió: “Él fue un ángel que vino del cielo y tengo el orgullo de haberlo conocido acá en la tierra”.

Ángel o habitante del infinito, no hay palabras para dar sentido y consuelo a esta pérdida aplastante para su familia y amigos. Pero la historia de vida de Luis María “Junior” Duarte González nos deja un mensaje de esperanza, una declaración de que —en un mundo tan convulsionado— todavía hay personas que están dispuestas a creer en el futuro y cambiar la vida de otras.

La fundación

Además de su familia, su exnovia y un grupo de amigos decidieron crear una fundación con el objetivo de transmitir el legado material y humano de este joven que supo tocar el corazón de todos aquellos que lo conocieron. La fundación comenzará a operar a partir del año que viene, una vez que se haya establecido legalmente. Max, su hermano, es el presidente. Tania explica que la idea es generar un espacio de debate, investigación, conocimiento en los campos de las ciencias políticas y sociales.

Los proyectos de la fundación estarán dirigidos a una franja etaria bien amplia: jóvenes, adultos y personas mayores, con el objetivo de promover la tolerancia política, religiosa y cultural en función de los principios de la culturización humana. Francisco resalta que es, principalmente, hacer entre todos los que comparten varias de sus posturas, un poco de lo que hacía Luis María.

mpalacios@abc.com.py 

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