El cosquilleo de Cupido

Los primeros meses de amor son mágicos, indudablemente, porque se entra en la fase de enamoramiento en la que lo bueno se magnifica y se quita importancia a lo malo. ¿Cómo hacer para mantener el cosquilleo de Cupido? La sicóloga Norma Espínola expone algunas respuestas.

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Espínola dice que el proceso de enamoramiento suele comenzar con una atracción física inicial hacia la otra persona. Luego, se fortalece y se dispara definitivamente cuando se sospecha que existe reciprocidad en la atracción, o sea que esa persona responde de la misma manera hacia nosotros. “Es la emoción que sucede al principio de la relación. Eso se debe a que el estado de enamoramiento hace que el cuerpo genere endorfinas y otras hormonas que producen una sensación de bienestar. La persona se siente superbién porque hay alguien a su lado con quien puede pasar, confiar e intimar. Y todo eso hace maravillas en el bienestar”, afirma la sicóloga.

A diferencia de la creencia generalizada de que el enamoramiento es un fenómeno impredecible y aleatorio, un número creciente de científicos sociales construyeron diferentes modelos teóricos que describen y explican el enamoramiento. Las características principales del enamoramiento son sintomáticas, las cuales según la mayoría de los autores son el intenso deseo de intimidad y unión física con el individuo, tocarle, abrazarle, besarle e incluso tener relaciones sexuales. Aparece el intenso deseo de reciprocidad, es decir, que el individuo también se enamore del sujeto. También el vehemente temor al rechazo y los pensamientos frecuentes e incontrolados del individuo que interfieren en la actividad normal del sujeto puro, así como la pérdida de concentración y la fuerte activación fisiológica -nerviosismo, aceleración cardíaca, etc.- ante la presencia, real o imaginaria, del individuo. Igualmente, se manifiesta hipersensibilidad ante los deseos y necesidades del otro, atención centrada en el individuo e idealización del mismo, percibiendo solo características positivas a juicio del sujeto.

Pero, ¿y el amor?

Bueno, el amor llega cuando se atraviesa la fase de enamoramiento y se deja de ver a la pareja con unos lentes de color rosa. “Conocerle tal y como es, con sus aspectos positivos como con sus limitaciones y no como a uno le gustaría que fuera. Permitirle que se muestre sin necesidad de ponerse disfraces. Saber estar a su lado cuando te está mostrando su propia debilidad o sus demonios”, explica Espínola.

Ya lo decía el sicólogo social y filósofo humanista de origen judeoalemán, Erich Fromm: “Nos enamoramos cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer frente a él o ella las barreras que nos separan de los demás. Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin, hicimos una conexión con alguien. Este sentimiento nos produce gran placer, hasta la química de nuestro cuerpo cambia, dentro de él se producen unas sustancias llamadas endorfinas. Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y atontados. Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo. Esa es la diferencia entre enamoramiento y el amor. Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados”.

¿Qué pasa si se confunde?

La sicóloga Norma Espínola expresa que cuando se confunde amor con enamoramiento se produce mucho sufrimiento. “En el amor, la diversidad de usos y significados que se le da, y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen que sea especialmente difícil de definir de un modo consistente. El amor en sí es un sentimiento de apego estable que produce paz y equilibrio cuando estás junto a la persona que elegiste y decidiste estar... porque el amor es una decisión, no una emoción, y uno decide quedarse al lado de una persona con la que se tiene proximidad emocional y te complementa”.

“El amor nace de la convivencia, de compartir, de dar y recibir, de intereses mutuos, de sueños compartidos”. (Erich Fromm).

ndure@abc.com.py 

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