El “chico de oro”

En el corazón de Sudamérica, el nadador canadiense Santo Condorelli o “Golden boy”, como lo llama su padre, se prepara para sus primeros juegos olímpicos, en los que buscará conquistar una medalla en los 100 m libres.

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Nació en Japón, se crió en los Estados Unidos, pero representa una de las más grandes posibilidades de podio para Canadá. Se colgó preseas en los últimos Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y estuvo muy cerca –quedó cuarto– de llevarse una medalla en el pasado Mundial de Natación de Kazán 2015. Pero pudo revertir el hecho en los relevos de 4x100 m libres mixto. No en balde su padre lo llama “Golden boy” (Chico dorado), como una premonición a su trayectoria.

Precisamente, buscando hacer realidad esa corazonada, entrenó en el Centro Acuático Nacional (CAN), ubicado en el predio del Banco Central del Paraguay (BCP). Practicó bajo la dirección del español Sergio López Miró, medallista olímpico en Seúl 1988. Además de Condorelli, también se alistan en nuestro país Zhen y Ting Wen Quagh (Singapur), y Rex Tullius (Islas Vírgenes), quienes competirán en Río de Janeiro, el próximo agosto.

-¿Cómo comenzaste en esta disciplina?

-De niño, uno necesita estar familiarizado con el agua; en mi familia lo creen así. Mi papá notó que tenía talento dentro de la piscina y decidió entrenarme. No era nadador, pero vio en mí algo especial para este deporte. El resto es historia.

-¿Por qué elegiste competir por Canadá?

-Tuve la oportunidad de nadar unos años por los Estados Unidos en el equipo juvenil, pero sabía que nadar por Canadá era una opción. Mi mamá nació allí y tengo doble nacionalidad. Cuando los Estados Unidos seleccionó con antelación el equipo para los juegos olímpicos, no pude clasificar. Sumado a eso, el mayor apoyo de mi familia viene del lado canadiense, así que no fue una decisión difícil.

-A tan corta edad, ¿sentís presión siendo uno de los mejores nadadores de tu país?

-Al comienzo sí, pero ahora me divierto. Tiendo a nadar mejor cuando no me preocupo por nada. Me ayudó mucho, especialmente en los Panamericanos Toronto 2015, mi primera competencia. Quedé segundo detrás de Federico (Grabich, de Argentina). Estaba muy nervioso por la carrera y 30 min después, en los relevos, dije: ‘Vamos a divertirnos’, y logré un tiempo top mundial.

-¿Disfrutaste el Paraguay?

-Me encantó, para ser sincero, especialmente a la noche. No sé el idioma, pero gracias a Dios tengo conocidos que me ayudaron con eso. Son todos muy amables.

-¿Qué es lo que más te gustó?

-Cada vez que viajo intento probar comidas nuevas. Conozco las empanadas, pero allá tienen una hecha de tapioca (hace referencia a la de mandioca). ¡Es muy buena! Y los dulces. Fuimos a un festival de la frutilla.

-¿Acostumbrás tomarte un tiempo para conocer los lugares que visitás?

-En algunos. Por suerte, el entrenador José Lobo ha sido muy amable. Nos mostró la ciudad y es asombrosa. Es diferente ir como turista que ir acompañado de alguien del lugar; es más divertido.

"Una figura paterna"

Condorelli y López Miró se conocieron cuando el primero competía por su secundaria. Luego de los clasificatorios canadienses de este deporte, el atleta decidió que era momento de volver a las órdenes del español, de cara a la cita carioca.

-¿Cómo es trabajar con Sergio, nuevamente?

-Honestamente, ha cambiado un poco su estilo de entrenar desde los días de colegio. Me gusta. Sigue siendo como una figura paterna dentro del deporte. Lo extrañé un poco y regresar ha sido de ayuda en aspectos como la confianza. Es genial. Le quiero.

-¿Cuáles son tus metas para los juegos?, ¿creés que podés nadar debajo de los 48 s, nuevamente?

-Definitivamente, es el objetivo. En los clasificatorios de Canadá hice 48”00 y fue muy decepcionante, especialmente con todo lo que he estado entrenando. Aumenté la intensidad y es como que no encajaba el resultado. La manera en la que he estado entrenando acá con Sergio es para superar eso. La meta es figurar entre los tres más rápidos y subir al podio.

-¿Qué aspectos faltan mejorar para alcanzar esos objetivos?

-En lo que se refiere a la competencia, no frustrarme, o pensar: ‘¡Oh, estoy en los juegos olímpicos!’ y distraerme, ponerme nervioso o ansioso. Solo salir y divertirme. He estado trabajando mucho en mi estilo y en cómo sacar adelante una carrera, para que –cuando llegue el momento– todo fluya, como una memoria muscular.

-Si pudieras nadar una final perfecta en los 100 m libres en Río, ¿contra quién sería?

-El australiano Cameron McEvoy. Es el más rápido. Es bueno, porque es joven y pequeño. Está más orientado a la técnica, al igual que yo.

-¿Quiénes serían los otros finalistas?

-Vlad Morózov (de Rusia). Es amigo mío y siempre me gustó competir con él, especialmente en la universidad. Es como un mentor y, ahora que me he vuelto rápido, puedo competir de verdad; antes solo me aplastaba.

fatima.martinez@abc.com.py

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