Cargando...
Antiguamente, el artista vivía encerrado en su “torre de marfil”, desvinculado de la realidad, para enfocarse solamente en que su obra sea perfecta. Hoy quiere que su obra sea un espejo de esa realidad y acercarse más a la gente. Es así que, en 2013, un grupo de tres artistas amigos, encabezados por César Luis Chaparro, decidió salir a las calles a mostrar su obra. La iniciativa surgió de la permanente inquietud de trabajar en talleres aislados de la gente.
En principio fue solamente salir a la calle y nada más. Pero, entonces, se dieron cuenta de que había muchos factores que influían, finalmente, en el artista, como, por ejemplo, la gente. “El público no participaba en nuestra obra”, explica Chaparro.
Como en cualquier otro lugar del mundo, nuestro país no es la excepción. Cuando un artista pinta en la calle, la gente se queda a observar y nada más. Esto los llevó a reflexionar cuál es la función del arte, el artista y su obra en la sociedad. A partir de ahí comenzaron a redireccionar sus ideas o posiciones respecto al objetivo inicial de salir a las calles. “Decidimos hacer participar a la gente de nuestras obras. Entonces, se convierte, prácticamente, en una obra colectiva; el resultado de la interacción del artista con la gente. “Entonces, surgió la idea de pintar las caras de los niños y la gente en general”, comenta Marco Reynaldi.
El grupo comenzó a realizar estas actividades en la costanera de Asunción. Con sus propios recursos solventaron todos los gastos de pinturas, lienzos, las salidas a las calles y actividades. Pero ellos, más que un gasto, esto lo consideran una inversión, ya que mediante esta acción consiguieron cierto posicionamiento. “La gente nos conoce gracias a eso, pero también les damos arte”, señala Fermín Hermosilla.
Los niños son los que más se enganchan, a veces, porque los adultos sienten temor de acercarse. “De por sí, pintar causa miedo. La gente dice: ‘Yo no sé dibujar’. Entonces, nosotros le replicamos que es cuestión de prueba y tiempo lograrlo”. Consideran que es, sobre todo, una oportunidad de darles arte al niño y los grandes. “Mucha gente se siente realizada al tocar tu lienzo o cartón, o al pintarle la cara”, detalla Chaparro.
El estilo con el cual trabajan es el experimental, intuitivo.
Cuando se va a realizar este tipo de actividades, lo primero que todos preguntan es si se cobra para “ir a verles”. “Y en la Costanera, por ejemplo, uno debe saber que se trata de un lugar público en el que no se cobra entrada. Nuestra idea es ir rompiendo con la idea de que el arte es para unos pocos y acercarlo a todos. Romper con ese paradigma del arte de galería, taller o de élite, que no lleva gente. Nuestra propuesta es educar a la sociedad. En principio, lo que queríamos era vender nuestras obras, pero después comprendimos que hay que educar hoy a la gente para que en el futuro haya una economía estable del arte”.
Son conscientes de que sacar el arte en las calles es un proyecto a largo plazo, cuyos frutos se verán recién más adelante. “Esta es la tercera edición de Arte en las Calles en la costanera. La primera se llevó a cabo el 30 de diciembre de 2013; la segunda, el 10 de enero de 2015, y la tercera, el 12 de diciembre pasado”, aporta Chaparro.
La actividad se realiza, habitualmente, a fin de año. El evento de salir a las calles lo llevan a cabo desde que se pintó la calle Palma. Chaparro apunta que lo primordial es sacar el miedo a la gente. “Muchas personas miran, preguntan y aprenden”. Otro tema importante es hacer amigos; juntar a todos los artistas, unirlos. Este tipo de actividad es un indicador de a cuántos artistas se los apoya. Generalmente, los artistas jóvenes son los que más apoyan este tipo de actividades. “Eso, más adelante, va a fructificar y tendrá mucho más valor para nosotros: el estar unidos como artistas y, en el futuro, estar en buena relación, porque cuesta; discutimos, estamos en desacuerdo, pero todos estamos del mismo lado. Cada uno tiene su carrera direccionada, pero cuando es colectivo, pensamos en algo que pueda beneficiar a la gente”, resalta Reynaldi.
Enfatizan en que hay que estar unidos por una sola causa: arte. La fortaleza con que cuentan es que son de la misma generación y no hay competencia. “Fuimos compañeros en la facultad. Es un proceso; nosotros mismos aprendimos a unirnos. Nunca pensamos de manera separada. Cada uno tiene su carrera”, dice Hermosilla.
A diferencia de otros, el grupo no tiene un nombre, porque es una colectividad —aunque la gente les pide—; opinan que, al hacerlo, ya forman un círculo cerrado, elitista, y su principal objetivo es abrirse e instar a la gente a ir a las galerías de arte. Chaparro subraya que todavía hay mucho trabajo por hacer. “La sociedad necesita educación y los niños son las principales semillas que hay que cultivar para que en el futuro, sea cual sea la profesión que elijan, no tengan que dejar su vocación. Hay que potenciar en ellos la creatividad y crear consumidores de arte en el futuro. Es lo que pretendemos”.
mpalacios@abc.com.py
Fotos ABC Color/Marisol Palacios/Gentileza