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En su taller –ubicado sobre las calles Bartolomé de las Casas casi Tobatí– encontramos al artista pintando sillas. Se siente motivado ante los desafíos y preparar estas obras supone un nuevo reto, ya que antes no había tratado esta temática.
Su creatividad en la plástica se distingue con las figuras humanas, mezcla de inquietudes, y la imagen del gallo. Este animal doméstico fue el primer elemento que utilizó para ir más allá del realismo y surgió al poco tiempo de llegar al Paraguay desde Puerto Padre, Las Tunas, Cuba.
Fue en su lejana tierra en la que realizó su primer curso de dibujo y pintura, a los nueve años, en el taller de artes plásticas de la Casa de la Cultura, a cargo del profesor Renaél González. Y fue allí donde realizó sus primeras exposiciones también.
Pero el gallo lo plasmó sobre el papel en nuestro país. Este estilo personal tiene su fuente de inspiración. “Al poco tiempo de llegar al Paraguay encontré dos gallos y una gallina; los compré y comencé a pintarlos. Fui mezclando tonos, formas, hasta convertirlo en algo personal. Mi alma, mi corazón se ve en los gallos”, cuenta.
Le divierte pintar y la mayoría de las ideas aparecen en horas de la noche, pero también le entretiene crear otras cosas totalmente distintas, como paisajes o flores, por ejemplo. “En la primavera pinto flores, orquídeas... al óleo. El arte es libertad; no podría estar en una oficina, y en esta serie de sillas que estoy pintando siento eso: mucha liberación y autodeterminación”, afirma.
Cuando habla de oficinas, recuerda sus tiempos de universitario. Al graduarse como arquitecto, en 1989, se trasladó a la provincia de Las Tunas, donde trabajó en su profesión, en la empresa de vivienda municipal y allí permaneció por un período de nueve meses. Pero el arte fue más fuerte y continuó asistiendo, en horario nocturno, a un taller libre de artes plásticas de la Casa de la Cultura de Las Tunas. También estudió en la academia de Bellas Artes “San Alejandro”, La Habana, Cuba, hasta que llegó a nuestro país y siguió con los pinceles.
En el 2005 inauguró el Estudio Artístico Valladares, donde expone permanentemente sus obras e imparte cursos de dibujo y pintura. Además de la actividad plástica profesional y la docencia, comparte su tiempo con la arquitectura, la fotografía, el diseño y la decoración de interiores.
Valladares participó en múltiples exposiciones personales y colectivas, nacionales e internacionales, por lo que muchas de sus obras se encuentran en colecciones particulares en Cuba, EE. UU., Paraguay, Argentina, Brasil, Chile, España y otros países.
Tanta dedicación y talento le valieron distinciones. En 1983 obtuvo el primer premio en el concurso de dibujo municipal Puerto Padre. Otro primer galardón en el concurso Pintores Solidarios Nuevos, organizado por la Unesco de la región de Murcia. En el certamen Mujer, realizado por la Fundación Fundar PY, logró una mención de honor. Su arte llegó a la Bienal de París y junto con un grupo de artistas recibió el premio Europa in Arte, entregado por la asociación italiana El Templo. En la Ciudad Luz también le entregaron el premio Art París 2015.
Exposiciones colectivas e individuales suman en su trayectoria por nuestra tierra. En escenarios como el Centro Cultural de la Embajada del Brasil, el Centro Cultural de la Casona del Ministerio de Educación y Cultura, el Centro de Convenciones Mariscal López, sus obras fueron exhibidas.
Actualmente, es miembro fundador de la Asociación de Artistas Solidarios del Paraguay e integra, además, la Red Cultural Mercosur. Contento con los logros y por las “sillas” que le tienen atareado por estos tiempos. “La silla me da libertad de canalizar, explorar diferentes aspectos de la realidad”. Y tienen su sello personal, los trazos que le distinguen. No son meras sillas; en las pinturas se encuentran otros elementos que nutren su ingenio y no faltan, por supuesto, los gallos. “Quiero llenar el Museo de Sillas; por lo menos, unas 30 podrán ser apreciadas”, anuncia.
Admira a muchísimos artistas y tiene la suerte de mantener contacto con algunos de ellos. En cuanto a artistas “clásicos”, le gustan Dalí, Picasso, Van Gogh. De su natal Cuba viene a su memoria René Portocarrero, pintor, muralista e ilustrador. Sus obras oscilan entre los temas tradicionales de su Cuba natal, fiestas populares, paisajes campesinos. Otro pintor cubano de su agrado es Wilfredo Lam, de gran influencia surrealista.
Jorge Valladares se define como un artista de corazón al que le gusta plasmar todo lo que imagina. “Todo pasa por el amor. Si no te gusta lo que estás haciendo, no vale... No es un fijo para ganar dinero. El sueño de un artista no es ganar dinero; si quieres eso, dedícate a las finanzas”, dice con seguridad.
Siente mucha pasión y emoción; busca transmitir esos sentimientos a quienes sienten interés hacia la pintura. “Doy clases personalizadas los martes y jueves y, en ocasiones, también los sábados; todo depende de la disponibilidad de la persona”. El taller es un espacio creativo abierto a todos los que quieran incursionar en el arte de la pintura. Cada alumno va incursionando en el maravilloso mundo de la pintura por diferentes técnicas, hasta que encuentra su propio proyecto.
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Facebook: Estudio Artístico Valladares
ndure@abc.com.py
Fotos ABC Color/Gustavo Báez.